Empezar un artículo sobre el 15M hablando de física cuántica, puede parecer extraño o no, vamos a ver. La física cuántica es una de las cosas más complicadas de entender de la vida. Tanto es así, que cuando quieres explicar algo medio fácil de entender se suele decir: “Vamos, que no hace falta saber física cuántica para entenderlo”. Es el ejemplo más famoso de algo difícil. 

El caso es que nuestra mente, como que no la acaba de pillar. Cuesta tanto, tanto, que hubo una persona bastante lista, un tal Einstein, que dijo que eso no podía ser. Que lo que dice la cuántica es algo incompleto, algo que no tiene sentido y que lo que falla es que nos faltan datos.

El caso es que Einstein se tuvo que callar la boca, porque se equivocaba. Vinieron otros que demostraron que la persona que más ponemos como ejemplo de tío listo, había metido la pata. Que la realidad es así de rarísima. Tan raro como lo que se forjó durante el 15M: querer romper con un sistema que no funciona.

La plataforma Democracia Real Ya, mostraba su preocupación e indignación por el panorama político, económico y social. Una realidad marcada por la corrupción de los políticos, banqueros y grandes empresarios. Afirmaban que mediante la unión de la sociedad civil es posible construir un sistema mejor (un concepto tan difícil de entender para algunos como la física cuántica). El comunicado de prensa de DRY, emitido el 17 de mayo de 2011, manifestaba:  

“Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas. Nosotros los desempleados, los mal remunerados, los subcontratados, los precarios, los jóvenes… queremos un cambio y un futuro digno. Estamos hartos de reformas antisociales, de que nos dejen en el paro, de que los bancos que han provocado la crisis nos suban las hipotecas o se queden con nuestras viviendas, de que nos impongan leyes que limitan nuestra libertad en beneficio de los poderosos. Acusamos a los poderes políticos y económicos de nuestra precaria situación y exigimos un cambio de rumbo.”

Mucho se ha escrito ya estos últimos días aprovechando el décimo aniversario de esta revuelta popular que nos hizo despertar a muchas, estuviéramos en esas plazas llenas de vida o no. Mi intención en estas líneas no es ofrecer una mirada nostálgica, ni hacer memoria histórica de lo que fue, de lo que se pudo lograr y lo que no. 

Diez años después de tomar las plazas, poco ha cambiado, todo sigue igual o mucho peor que antes. No vale a día de hoy poner a la COVID-19 como excusa. La crisis actual, cierto es que ha aumentado las desigualdades y las colas del hambre, pero también ha puesto de manifiesto los efectos de las políticas neoliberales y capitalistas predominantes. 

Diez años después, seguimos sin casa, sin trabajo, sin pensión y sin futuro. Porque muchas aprendimos mucho del 15M, pero la derecha reaccionaria creciente y la establecida izquierda neoliberal también.

Toca recuperar el cabreo colectivo. Seguimos siendo las de abajo contra las de arriba y solo podemos intentar construir nuestro derecho a futuro, recuperando la soberanía del pueblo. Hay que seguir reforzando las estructuras populares como principales agentes de transformación social. 

No somos antisistema, el sistema es anti nosotras y para entender, que sin vivienda, sin sanidad, sin educación, sin estabilidad económica, no hay vida digna, tampoco hay que saber de física cuántica.

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