Las actividades extraescolares que realizan los alumnos escolarizados en institutos públicos del distrito de Les Corts tienen un coste anual de 375 euros de media. Las que hacen los de Ciutat Vella, de 13 euros. La cantidad de actividades extraescolares, de media, entre las que puede optar un adolescente escolarizado en un instituto público de Gracia es 14, en cambio si vive en Nou Barris las opciones bajan sensiblemente: 4,3. Estos desequilibrios en la oferta y en los precios los constata L’estudi Les activitats extraescolars als instituts públics de Barcelona, a cargo del investigador del IERMB (Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona) Andreu Termes. El estudio se ha realizado a partir del análisis de la información obtenida en las webs institucionales de 54 institutos (el 72% del total), combinado con un trabajo de campo que ha consistido en entrevistas con AFAs y entidades proveedoras de actividades extraescolares.

En el estudio se han identificado un total de 388 propuestas diferentes, de las que la mayoría pertenecen al ámbito del deporte (36,9%), con un gran predominio del fútbol, ​​el baloncesto y el voleibol, o al del arte y la cultura (35,6%), especialmente danza, música y teatro. El resto se reparte entre los idiomas (15,2%), el refuerzo y profundización de competencias básicas (8,5%) y las extraescolares relacionadas con las tecnologías (3,9%). Más de la mitad de estas actividades están organizadas por empresas privadas (55,8%), mientras que la otra mitad se reparten entre entidades sociales (31,6%), como asociaciones familiares o vecinales, clubes deportivos o congregaciones religiosas, y la administración pública (15,6%). Obviamente, las actividades más caras son las organizadas por empresas privadas, especialmente en el apartado de los idiomas, y las más baratas son las organizadas po la administración.

El papel de las familias

El estudio indaga en otros factores que condicionan la oferta de extraescolares, el primero de los cuales es el empuje de la AFA, ya que las AFA son, de largo, las grandes dinamizadoras de este espacio formativo. Y la implicación de las familias en las AFA suele responder a un determinado perfil social, apunta el estudio, que está mucho más presente en unos institutos que en otros. Si bien, por norma general, la implicación de las familias en la AFA cae de forma drástica en el paso de la primaria a la secundaria, esto aún se acentúa más en los institutos con familias con rentas más bajas.

Otro fenómeno que se da es “un mecanismo de círculo vicioso que castiga las actividades minoritarias y con menor demanda”, lo que facilita su desaparición. “Las actividades extraescolares funcionan con economía de escala; cuanto menor es el número de alumnado, mayor aumenta el precio de estas asumido por las familias; y, por tanto, se reduce la demanda y aumenta aún más el precio. La consecuencia de este mecanismo es la dinámica de concentración en unas pocas actividades mayoritarias por institutos”, señala el autor. “El precio -añade- es el factor más limitante para la participación de las familias en las actividades extraescolares”.

La oferta de extraescolares viene también muy marcada por la inercia, es decir, por lo que la junta de una AFA hereda de su antecesora. Y también a menudo se detecta un solapamiento en relación a otros actores de proximidad (casales, centros cívicos, etc.), que ofrecen actividades similares que se convierten en competencia, a la vez que “el potencial (cultural, artístico) de los institutos no es tampoco aprovechado por el resto de ciudadanía del barrio”.

¿Hacia la gobernanza pública de las extraescolares?

Ante este diagnóstico, el estudio del IERMB concluye reclamando una mayor gobernanza de la administración pública en el ámbito de las extraescolares, para mejorar la planificación y corregir los desequilibrios. Para Termes, “la administración debe dirigir, liderar y coordinar varios tipos de actores (entidades sociales, empresas privadas, actores culturales, artísticos y deportivos) en un campo de juego densamente poblado por actores (con lógicas opuestas), con una oferta diversa, variada, desigual y poco regulada”.

Una de las principales conclusiones del estudio es, de acuerdo con su autor, que hay que “profundizar en el conocimiento del funcionamiento de las dinámicas de las actividades extraescolares para identificar las acciones públicas más adecuadas, en los ámbitos de la dirección, planificación, coordinación, transparencia y -en su caso- provisión directa. En cualquier caso, los criterios que deberían guiar la planificación son tanto territoriales como de accesibilidad económica”. Asimismo, la planificación y la coordinación territorial “permitiría combinar y no solapar la oferta territorial; generar un quórum mínimo en relación a las actividades extraescolares (y, por tanto, asegurar la viabilidad de las actividades extraescolares minoritarias); y desestigmatizar algunos institutos y reducir la segregación escolar”.

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