Según datos del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), el 28% de las mujeres que viven en Cataluña tienen dificultades o muchas dificultades para llegar a fin de mes. La falta de recursos económicos se traduce también en dificultades para acceder a los productos menstruales. De hecho, según el estudio ‘Equidad y Salud Menstrual’ impulsado por el Instituto de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol, un 19,2% de mujeres han tenido dificultades económicas en algún momento de su vida para comprar productos menstruales. Este dato indica que la pobreza menstrual puede afectar 2 de cada 10 mujeres que menstrúan, entendiéndola no sólo como la falta de acceso absoluto a productos menstruales debido a dificultades económicas, sino también la falta de acceso parcial.

A pesar de ser productos de primera necesidad, los productos menstruales, como las compresas o los tampones, tienen un IVA del 10%, al igual que lo tienen productos como el tabaco o el vino. Según un estudio pionero en el ámbito europeo, impulsado por Zero Waste Europe y realizado por Rezer, se estima que el coste anual asociado a estos productos oscila entre los 21 y los 125 euros, entre 749 y 4.493 euros a lo largo la vida. Con el fin de reducir la pobreza menstrual, los autores del estudio ‘Equidad y Salud Menstrual’ remarcan la necesidad de reducir el precio de estos productos a través de la aplicación del IVA superreducido, del 4%.

Las personas menstruantes que no se pueden permitir la adquisición de los productos menstruales deben recurrir, a menudo, a centros sociales para conseguirlos, o bien buscar otras alternativas. Según los resultados del estudio del Instituto de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol, elaborado a partir de una encuesta abierta que han respondido alrededor de 2.000 mujeres entre 18 y 55 años, un 11,6 de las encuestadas utilizan papel higiénico como sustitutivo de los productos menstruales y un 4,3% usa pañales. Asimismo, el 4,6% practica el sangrado libre, es decir, no utiliza ningún producto menstrual.

Ante esta problemática, se han puesto en marcha varias iniciativas para garantizar el acceso a estos productos. Una de ellas la ha llevado a cabo el Banco Farmacéutico, una ONG catalana que promueve la inclusión social de las personas que viven en una situación de vulnerabilidad a través de la mejora de la salud. A través del Fondo Social de la Menstruación (FSMn), ayudan a las menores y mujeres con problemas económicos facilitando el acceso gratuito a los productos de higiene menstrual como son los tampones y compresas, además de productos reutilizables como copas menstruales y bragas y compresas de tela.

«Hemos conseguido recaudar más de dos millones de productos menstruales», explica Jordi Bosch, director de Relaciones Institucionales del Banco Farmacéutico y director del Observatorio de la Pobreza Farmacéutica. Todos estos productos se han donado al Banco de Productos No Alimentarios, que los está repartiendo a 300 entidades sociales de toda Cataluña. «Mediante el contacto con las entidades hemos comprobado que es una necesidad; es real que hay una falta en estos tipos de productos. Y con la crisis derivada de la pandemia del Covid-19 aún se ha hecho más evidente», destaca Bosch. El Banco Farmacéutico ha pedido a las 300 entidades que reparten los productos menstruales que, mediante encuestas, recopilen información sobre los usuarios de estos productos con el fin de poder estudiar más a fondo la problemática.

Combatir la pobreza menstrual desde las administraciones

También hay países que se han mostrado comprometidos en la lucha contra la pobreza menstrual. Es el caso de Escocia, que el pasado mes de noviembre se convirtió en el primer país del mundo donde las compresas y tampones se pueden adquirir gratuitamente como productos de acceso universal en determinados edificios públicos, como centros sanitarios o escolares. La medida se aprobó tras una intensa campaña de cuatro años alrededor de las desigualdades en la menstruación liderada por la portavoz de salud del Partido Laborista escocés, Monica Lennon.

También el gobierno de Nueva Zelanda, después de una prueba piloto impulsada en varias escuelas, ha anunciado que proporcionará a partir de este mes de junio productos de higiene femenina gratuitos a todas las escuelas del país para combatir la pobreza menstrual.

En España, el debate sobre la pobreza menstrual aún está en una fase inicial. El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, anunció que los productos de higiene íntima pasarían a tener un IVA superreducido del 4%, que grava los artículos de primera necesidad. Sin embargo, este cambio aún no se ha implementado. Si se hiciera efectivo, España se sumaría a países como el Reino Unido, Australia, Estados Unidos, Italia o Canadá, que ya han reducido o eliminado esta tasa. Además, algunos de estos países tienen programas para proporcionar productos gratuitamente en escuelas y universidades estatales.

De momento, en el territorio español hay una iniciativa pionera para combatir la pobreza menstrual. La Universidad de Vigo, en Pontevedra, se ha convertido en la primera universidad española en repartir compresas y tampones gratuitamente a las estudiantes y trabajadoras de la institución.

Educación menstrual

Los resultados del estudio del Instituto de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol, financiado por la European Society of Contraception and Reproductive Health, indican que el 12,6% de encuestadas no sabía qué era la menstruación y el 47% tenía información parcial sobre esta antes de la primera menstruación. Además, el 48,7% declaró que no se sentían preparadas para tener la menstruación cuando la tuvieron por primera vez.

Según las encuestadas, los primeros aprendizajes sobre la menstruación fueron por parte de la familia en el 69,5% de los casos, en centros educativos para el 40,4% y a través de amistades en el 35,5% de de encuestadas. El 41,5% de las participantes se ha sentido en algún momento discriminada o juzgada por tener la menstruación.

Respecto al dolor menstrual, el 7,9% considera “normal” que la menstruación vaya acompañada de dolor intenso, mientras que el 3,8% considera que no es necesario consultar a un profesional de salud para los dolores menstruales. Según las investigadoras -en su mayoría mujeres-, estos datos señalan una normalización del sufrimiento y de otras alteraciones menstruales, una de las barreras más significativas para detectar problemas de salud como la endometriosis.

Respecto al acceso a servicios de salud menstrual, el 20% de las participantes en el estudio no ha consultado a profesionales sanitarias u otros profesionales sobre la menstruación, mientras que el 15,8% ha consultado medicina alternativa o complementaria. Según las expertas, estos datos podrían ser un indicativo de que las instituciones sanitarias no acaban de dar respuesta a las demandas y necesidades de las usuarias en relación con consultas sobre el ciclo menstrual y la menstruación.

Por ello, remarcan la necesidad crucial de promover la educación menstrual, así como el abordaje del ciclo menstrual y la menstruación como signos vitales de la salud menstrual y general a los servicios sanitarios. «Con ello y para ello, se requiere eliminar el tabú, estigma y discriminación aún asociados a menstruar, a través de la visibilización de la menstruación y la ciclicidad de la salud de las mujeres que menstrúan», sostienen las autoras del estudio.

Según el director de Relaciones Institucionales del Banco Farmacéutico, Jordi Bosch, para romper el tabú es esencial promover la «cultura educativa». En este sentido, la entidad organiza talleres en varios centros de ESO y Bachillerato y en Institutos de Formación Profesional de Barcelona, ​​Cornellà del Llobregat y Girona, en los que se habla abiertamente de la menstruación con el objetivo de reducir los estigmas y prejuicios y naturalizar el proceso. «Hay ciertas culturas que lo viven como un tema muy tabú y esto hace que, a veces, cuando las chicas tienen la regla, esto se traduzca en absentismo escolar. Por ello es esencial educar en la normalización de la menstruación», remarca Bosch.

El impacto medioambiental de los productos menstruales

Los productos de un solo uso, como es el caso de las compresas o los tampones, causan graves impactos ambientales a lo largo de todo su ciclo de vida, desde la fase de producción hasta la de eliminación del residuo. Estos impactos incluyen tanto la liberación de componentes químicos peligrosos para el medio ambiente, como la gestión precaria de los residuos, que acaban su ciclo de vida en vertederos o incineradoras o, incluso, abandonados en el mar.

Según un estudio realizado por Rezer sobre los costes ambientales y económicos de los productos menstruales desechables, entre otros productos, una persona menstruando a lo largo su vida fértil tira aproximadamente 180 kg de compresas y tampones. Además, los productos menstruales desechables y toallitas húmedas se encuentran entre los 10 productos plásticos desechables más encontrados en el medio marino de la Unión Europea.

De la investigación elaborada por Rezer se extrae que un solo año de menstruación por una mujer representa una huella de carbono de 5,3 kg de CO₂ equivalentes. Esto significa que la media anual de consumo aproximadamente de 49 billones de productos menstruales desechables en la UE a 28 Estados miembros equivale a 245.000 toneladas de CO₂. En Cataluña, el consumo de 752 millones de productos menstruales desechables equivale a 9 toneladas de emisiones de CO₂.

Ante el impacto ambiental de los productos de un solo uso, la utilización de los productos reutilizables es una buena solución. Según los resultados del estudio, se estima que gracias al uso de una copa menstrual se puede reducir el 99% de los residuos que son generados con los productos de un solo uso. Es decir, si sólo el 20% de las personas que menstrúan optara por utilizar la copa menstrual en lugar de productos menstruales desechables, se podrían reducir casi 100.000 toneladas anuales del total de residuos generados en la UE.

Aunque durante la última década los productos menstruales reutilizables, como la copa menstrual o las compresas de tela, han ganado popularidad y se están empezando a incrementar el mercado de la UE, la población que los utiliza todavía representa una minoría. El principal motivo de este hecho es que estos productos reutilizables no son ampliamente accesibles a toda la UE, y su disponibilidad varía mucho en función del país. Por ejemplo, las copas menstruales y compresas de ropa están mayoritariamente disponibles por Internet, y sólo en algunos países también en tiendas físicas.

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