En las últimas semanas, actores económicos importantes como AENA y Foment, muchos de ellos reunidos en el auditorio de ESADE la semana pasada, se han coordinado para presionar a los gobiernos de Barcelona y de la Generalitat a apoyar la ampliación del Aeroport del Prat. Con discursos que sólo responden a su beneficio, saben escenificar muy bien su fuerza, para que la gente común pensemos que sus intereses son los nuestros. Pero la verdad es que AENA, aunque gestione un servicio público, tiene grandes inversores detrás, y ha puesto en marcha una campaña mediática para disfrazar sus intereses privados de interés general. ¿Por qué AENA quiere invertir 1.600 millones de euros para ampliar el aeropuerto de Barcelona cuando los expertos dicen que el crecimiento del aeropuerto es incompatible con los objetivos de reducción de emisiones marcados en los acuerdos internacionales? Por un interés privado: el aeropuerto de Barcelona parece ser el más rentable de los que tiene AENA; es decir, lo que generará más beneficios futuros a sus inversores.

Hace diez años nos pusieron en una situación similar, y en ese momento se optó por la ampliación. Parece que los protagonistas del encuentro en ESADE se han quedado atascados en ese momento, cuando el crecimiento económico iba de la mano del ladrillo, el petróleo y el turismo low cost. Pero se ha quedado atrás de la sociedad civil de nuestro país, que en los últimos años ha estado volcada en presionar las instituciones para que se pongan soluciones a la emergencia climática y sanitaria, reduciendo la contaminación y cuidando la vida, pero también en reclamar la diversificación de la economía, por ejemplo priorizando sectores de alto valor añadido como la transición ecológica, la innovación y la ciencia.

Es por ello que el Ajuntament de Barcelona ha encargado un estudio para buscar alternativas a la ampliación del aeropuerto que estén alineadas con estas demandas de la ciudadanía. Con el convencimiento de que la transición ecológica debemos aprovecharla como herramienta para reactivar la economía y generar puestos de trabajo, el consistorio ha presentado una contrapropuesta para invertir más de 1.600 millones de euros que costaría la ampliación propuesta por Aena de otro modo: potenciando la movilidad sostenible en tren y la utilización de energías renovables en el aeropuerto. Es decir, mejorar el sistema de conexiones ferroviarias y sustituir 13.000 vuelos de pequeño radio, en ciudades como Valencia o Madrid, por su alternativa en tren. Y caminar hacia un modelo más sostenible con toda una mejora de la conectividad eléctrica a los aviones o buses que operan dentro del mismo aeropuerto. Ambas propuestas se traducen en un proyecto de ciudad aeroportuaria que creará puestos de trabajo estables y de calidad.

Barcelona en Comú dice sí a una inversión millonaria que mejore el aeropuerto para hacerlo más competitivo y adaptado a las necesidades del siglo XXI. Pero en el contexto actual de emergencia climática y de crisis del modelo económico del siglo pasado, la propuesta de Aena es una mala propuesta que aumentará la masificación turística e incrementará las emisiones en un 50%. Estamos obligados a innovar y buscar nuevos modelos, tanto de infraestructuras como de diversificación de sectores económicos, y estamos de acuerdo en que esto pasa por mejorar las infraestructuras del aeropuerto, las conexiones ferroviarias y el sistema aeroportuario catalán.

El lunes 14 de junio se ha convocado la mesa de trabajo sobre la ampliación del aeropuerto. En ella está en juego no sólo el medio ambiente, nuestra salud y el tipo de ciudad en la que queremos vivir y trabajar, sino también qué actores y con qué intereses queremos que decidan sobre las cuestiones de ciudad y de país que son más importantes.

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