
“No fue nunca una fase, madre”, hace el último sonido de moda en Tiktok, “era un desajuste de químicos en el cerebro!”. Blink-182, Paramore y All Time Low, si creciste a principios de los dos mil seguramente recuerdas el olor de rebelión preadolescente que musicaban todos estos nombres: las Converse sucias, el tintineo de las cadenas, tios en shorts cargo y el confort de ir a la contra sin tener que pensar más de qué. Casi veinte años más tarde y después de una temporada de recuperar, una por una, todas las tendencias del Y2K (los primeros dos mil) parece que la subcultura juvenil vuelve a hacer un giro, esta vez inspirándose en los aires del pop -punk. ¿Hablamos de un pop-punk reavivado? Bueno, seguramente es algo más complejo. Al igual que su primo mayor el punk, la versión popera no llegó a morir nunca. Pero sí es cierto que durante los últimos diez años el foco de lo “alternativo” había cambiado de bando. Pasamos de Scream y American Pie a 500 Days of Summer, de la guitarra eléctrica al ukelele, del pendiente al bigotito. Y si pasamos de myspace a tumblr ahora tenemos que pasar de tumblr a tiktok.
¿De dónde viene el “revival”? Durante el confinamiento se habló, siempre entre broma y broma, de la regresión emocional hacia la adolescencia que estaban sufriendo jóvenes de todo el mundo. Para muchos, la pandemia ha supuesto la puntilla a una vida adulta que no acababa de arrancar. Sin trabajo y sin ingresos, encerrados en casa sus padres veían pasar la primavera rodeados, literalmente, de todas sus obsesiones adolescentes. Puede que durante unos meses todo volvió a coger el color de cuando teníamos quince años. La verdad es que el pacto entre el aburrimiento y la nostalgia crea un monstruo poderoso, y si ya tuvimos que soportar la obsesión con los 80 de Netflix y el culto a Marvel de todos los nerds sedientos de venganza, este verano nos tendremos de preparar para surfear el fenómeno “alt”.
“Alt” de alternativo, claro. El término se popularizó hace un año en Tiktok para denominar un estilo de vestir pero también una manera de socializar en las redes. Como el algoritmo de la aplicación cambia tan radicalmente según el usuario, enseguida aparecieron las etiquetas “alt tiktok” o “hetero tiktok” para definir la norma y la alternativa del tipo de vídeos que podías encontrar. Estos términos definen la estética visual tanto como el tipo de humor o incluso el discurso detrás las bromas. El cottagecore sáfico versus los bailes de Charlie de Amelio. Los memes de anime versus las bromas pesadas que se hacen parejas heteros. El indie y el mainstream de toda la vida, sí, con la diferencia que ahora, por fin, lo alternativo está abiertamente politizado. Claro que la contracultura siempre ha sido politizada de una manera u otra, y a menudo se olvida que el Punk es un movimiento antifascista y antirracista, pero muchos de los géneros y subgéneros que derivaron hacían bandera de una inconformidad borrosa, general, fácil de vender sin cuestionar. La raíz del problema seguramente la encontraremos en el momento que el sistema entendió que podía vender el antisistema. El género se perdió en la estética, pero por suerte, en la sociedad de las identidades, las estéticas están transformandose en símbolos.
Una tendencia que ejemplifica esto en las redes es la de “disfrazarse” de conservador al son de la canción “God made girls”, con más de 45.000 vídeos, algunos de ellos con millones de likes. La cosa consiste en deshacerse de todos los elementos o códigos que dan a entender que eres LGTB y/o de izquierdas: piercings, sombra de ojos, pecas falsas, colorete excesivo en la nariz y ropa de inspiración gótica o pastoral. Una vez te has desmaquillado pasas a imitar los códigos que dan a entender que eres de un entorno conservador. Las etiquetas no existen por sí solas, sino que las ponemos nosotros y todos estos “códigos” que menciono no son más que los elementos que un sector u otro han aprendido a encontrar atractivos. Esto, que había pasado siempre que los prejuicios son más viejos que Matusalén, en los últimos años se ha convertido en toda una nueva forma de socializar. Sabes si un entorno será abierto a tus ideales según si presentan estos códigos clave. La manera en que te presentes en el mundo, sea la ropa, el maquillaje o el tipo de memes que cuelgas online, acaba definiendo tu persona, tu perfil, y en un ambiente político cada vez más polarizado, la neutralidad sólo evidencia la conformidad con el opresor, que varía según lo que votes.
Es por ello que se están reclamando todas las estéticas de movimientos contestatarios anteriores, un poco por nostalgia y un poco para distinguirse bien visiblemente de todo aquello que no se quiere ser. Ser percibido como fuera de la norma ahora tiene el añadido de expresar rechazo al sistema, y, yendo aún más allá que la venganza del nerd resentido de la década pasada, la rareza se reclama y se hace atractiva. Por eso mismo se acaba haciendo estética de todo lo que te podría hacer “outsider”: accesorios de anime, detalles de antiguos grupos emo; imaginario de inspiración austeniana, eyeliner que emula el estilo de un videojuego, etc. Todo son pistas en el juego de auto-expresión de resignificar la estética y, tal vez, preparar las bases de un “alt-left”.


