
Los contactos se realizan sólo a través de personas de confianza para llegar a una conversación con el periodista en su exilio catalán, que genera el odio extremo en varios sectores de su Ucrania natal: Anatolii Sharii. El periodista de investigación, videoblogger y operador de Sharii.net que tuvo que huir a Lituania, incluso antes del llamado “Euromaidán” (2014), debido a sus investigaciones contra el crimen organizado y la corrupción es poco conocido aún hoy en día en el oeste de Europa. Sin embargo en el este, casi 2,5 millones de personas se han suscrito a su canal de YouTube etiquetado con grandes letras “ANTINAZI”.
Desde hace diez años, Sharii y su esposa Olga Bondarenko viven en el exilio y desde hace dos años en el Estado español. Finalmente se produce el encuentro en Barcelona. Como si fuera un turista más, Sharii se presentó en el café de la Ciudad Condal acordado vestido con pantalones cortos, una camiseta y gafas de sol. Las precauciones permitieron reunirse sin escoltas, la familia tuvo que contratar a una empresa de seguridad privada ante las graves amenazas recibidas. Sharii y su esposa Bondarenko encontraron en Catalunya un “nuevo hogar” cerca de Barcelona y no quieren volver a huir.
Durante la entrevista una y otra vez, la mujer rubia y delgada mira su teléfono móvil. Le cuenta a Sharii las últimas noticias sobre los acontecimientos en Ucrania y Lituania y le ayudará ya que ella ha podido vivir con menores precauciones hasta ahora. Sharii siempre ha tenido que mantener un perfil más bajo para protegerse, su castellano es peor, explica disculpándose. Está claro que la situación de la familia acaba por deteriorarse de forma decisiva. Lituania, “bajo la presión masiva de Ucrania”, según explica el periodista, le ha revocado el estatus de refugiado político y le ha declarado persona “non grata”. Su estatus de refugiado había permitido a la pareja moverse libremente por toda la Unión Europea, para acabar estableciéndose aquí.
Se le concedió el estatus en 2012 por su trabajo periodístico y la persecución sufrida. Hoy en día se encuentra en una férrea oposición al gobierno de Volodímir Zelenski. Al parecer, Lituania ya no tiene ningún problema en que la persecución siga bajo el gobierno ucraniano de Zelenski. El periodista está convencido de que él mismo está detrás de la represión. Su gobierno le acusa de “alta traición”. Las fuerzas de seguridad le acusan de una actividad prorrusa “subversiva”, entre otras cosas de “propaganda a favor del multilingüismo” (más información abajo). El hecho de que Lituania también justificara su decisión diciendo que Sharii ya no corría peligro en Ucrania, él y Bondarenko lo consideran una broma. Todo ha cambiado en Ucrania, dicen en Lituania. “Allí no ha cambiado nada”, dice Bondarenko indignada.
Ahora Sharii tiene un problema más. Su problema más grave, sin embargo, es ser víctima de un secuestro o de un intento de asesinato en su exilio, ya que los ultraderechistas ucranianos han descubierto dónde vive en Cataluña. Desde el 26 de junio de 2020 circula su dirección en las redes ultras. Desde entonces, su casa se ha convertido en un lugar de peregrinación y de ataque por parte de neonazis. “Ahora tememos por nuestras vidas también aquí en España”, dice.
“Necesitamos la protección de España contra los extremistas de la extrema derecha ucraniana”, exige Sharii, que también espera que España rechace su solicitud de extradición. “En Ucrania no viviría ni un día más “, dice. “Me meterían en una cárcel y me matarían rápidamente”, explica. “Mi muerte se hará pasar por un suicidio”.
En Lituania, ha presentado un recurso contra la revocación de su estatuto de refugiado y ahora deben decidir los tribunales. Esto podría tardar hasta un año. Sharii no tiene esperanzas. “Lituania no es un estado de derecho “, dice, comparando las condiciones de este país con las de la Unión Soviética las cosas allí son “aún peores” se ríe con picardía.
Los temores de la familia sobre posibles atentados en su nuevo hogar son fundados. Andriy Bilezkyj llama abiertamente a la “destrucción física” de los miembros del “Partido Sharii” fundado en 2019, y, por tanto, en primer lugar, de su líder y fundador. Bilezkyj no es un cualquier ultraderechista que profiere amenazas salvajes. Es el jefe del partido “Cuerpo Nacional” y comandante del “Batallón Azov” paramilitar del que surgió el partido. Un vídeo del partido exige sin tapujos: “Muerte al enemigo Anatolii”. El vídeo se presenta como una película de propaganda del Estado Islámico. Muestra ataques del “Cuerpo Nacional” a los partidarios del “Partido Sharii”, sin que sean perseguidos por las autoridades ucranianas como denuncia el periodista. También se muestra una escena de decapitación, en la que la víctima lleva el rostro de Sharii. El “Cuerpo Nacional” ha llevado ya un ataúd con una foto suya por las calles de Kiev para subrayar sus amenazas.
Bilezkyj tiene gran influencia. Es también el presidente de la “Asamblea Social-Nacional” (SNA), una asociación de varias organizaciones ultranacionalistas y neonazis y de su brazo militar. Todas estas formaciones no ocultan su ideología y usan como símbolo una runa “Wolfsangel” estilizada usada por divisiones de las SS en la Alemania nazi. El propio Bilezkyj cumplió más de dos años de prisión por intento de asesinato, pero fue liberado en 2014 en virtud de una amnistía, sin que se dictara sentencia. Por su participación en combates en el Donbass fue galardonado por el ex presidente Petró Poroshenko y ascendido al rango de teniente coronel por el ministro del Interior Arsén Avákov.
Sobre que los neonazis persigan ahora a Sharii también en el estado español ya informó en febrero Diario 16 documentando ataques en detalle y publicando imágenes de las cámaras de seguridad instaladas en la casa de la familia en Catalunya. El periódico señaló que Rodion Kudryashov, vicepresidente del Cuerpo Nacional, llamo a la caza de Sharii: “Anatolii, ahora sé dónde vives”, cita del canal de Telegram de Kudryashov. “¡Espéranos maricón!” y avisó “ahora te visitaremos en España”. Le recuerda al “espíritu de 2014” y añade: “Si en aquel momento todo se limitó a las hostias y los bates de béisbol, ahora tenemos entrenamiento distinto y medios diferentes” recalcando sus amenazas con una imagen de una ametralladora.
“Es fácil encontrar un joven en Ucrania que quiera convertirse en un héroe matando a Anatolii en España”, está convencida Bondarenko. Ni siquiera es necesario enviar un asesino a España ya que los vínculos entre los fascistas españoles y los ultras ucranianos son estrechos. “La Sexta” informó sobre los vínculos entre el Cuerpo Nacional y activistas ultras españoles. Fue Sharii quien aportó datos de una reunión que el año pasado mantuvo el dirigente de “Cuerpo Nacional”, Dmitry Semin, con militantes ultras en Valencia. Además, decenas de ultras españoles lucharon en el regimiento Azov y regresaron.
Pero en el estado español también viven ultras ucranianos, también en el entorno de Barcelona. Uno de ellos es Oleksandr Zoloutukhin. Fue él quien publicó la dirección de Sharii en Internet. En su Facebook comparte fotografías de Hitler y mensajes antisemitas. Zoloutukhin, también ex combatiente de Azov, pagó 24 euros para averiguar, a través del registro de la propiedad, la dirección de Sharii. La publicó con fotos de la casa y del coche de Bondarenko. Él mismo declaró al diario británico “Indipendent” en 2014 que había participado en combates en el Donbass como francotirador.
Zoloutukhin, aparentemente implicado en la caza de Sharii, solicitó asilo político en España. Fue detenido junto con otros ucranianos hace poco más de un año, ya que incluso su país de origen emitió una orden de detención internacional contra él por delitos graves. Entre otras cosas, había participado en el secuestro de un periodista y en la devastación de un canal de televisión que había informado sobre él y los suyos. Sin embargo, fue liberado rápidamente y no fue entregado a Ucrania, aunque sigue buscado por la Interpol. Incluso la policía critica a puerta cerrada el trato laxo que reciben estas personas.
La amenaza a la familia es ahora tan evidente que la justicia en el Estado español empieza a tomar medidas. Se está investigando a dirigentes del “Cuerpo Nacional” y tras analizar los hechos, los Mossos d’Esquadra llegaron a la conclusión de que Sharii y Bondarenko son “asediados y perseguidos por su tarea periodística y por su pertenencia” al partido opositor cita El País de uno de los informes del sumario. Sharii dice que, en general, se ha encontrado con mucha comprensión por parte de las autoridades en el estado español. Sin embargo, el juez Eduardo Moreno aún no se ha expresado para dar a su familia la protección necesaria como critica Sharii. Moreno está a la espera de recibir un informe de los Mossos antes de tomar una decisión, pero considera al periodista ya como un testigo protegido. El director de la Oficina de Derechos Civiles y Políticos de la Generalitat de Cataluña ya ha confirmado a Sharii que su familia cumple las condiciones para que España les conceda asilo. La familia lo anhela visto lo acontecido en Lituania. Cuando se le pregunta si no sería mejor irse de España, Bondarenko afirma categóricamente: “No. Este es nuestro nuevo hogar y aquí es donde nació nuestro hijo”.
En su investigación, los Mossos también analizaron una entrevista hecha por Sergii Ivanov al artista ucraniano Ivan Semesuk, quien según El País también es miembro del “Cuerpo Nacional”. De hecho, tanto la “Wolfsangel” como esvásticas aparecen repetidamente en sus cuadros. Semesuk dijo a Ivanov: “Sharii debería claramente ser asesinado (…) Necesitamos una operación especial para que vengan nuestras águilas a España y lo maten”.
El propio Ivanov se presentó delante de casa de Sharii poco después de la publicación de su dirección. Allí se tomó un selfi y lo publicó con datos sobre la familia y el niño. Según la familia, éstos sólo pueden proceder del consulado ucraniano. Esto no sorprende ya que Ivanov tiene buenas conexiones en el gobierno. Según Mikhail Podolyak, jefe de la oficina del presidente Zelenski, éste participa en un grupo de blogueros “leales” a las autoridades ucranianas. Esta actividad sólo puede calificarse de propaganda. El jefe de la oficina de Zelenski no mencionó muchos nombres, pero sí uno: “Ivanov coopera con nosotros”, confirmó. “¿Por qué no habría de hacerlo?”
Así se cierra el círculo con el gobierno actual, que, según Sharii, ve en él un gran enemigo. Por ello, incluso se ha iniciado un procedimiento de prohibición contra su pequeño partido. Para el periodista es incomprensible que el presidente Zelenski mencione constantemente su nombre y se ensañe con él. Bondarenko, que es la líder del partido, explica que el Partido Sharii se está convirtiendo cada vez más en un peligro para Zelenski, cuya popularidad está cayendo según las encuestas. En las elecciones locales de otoño de 2020, el Partido Sharii solo llegó al 1,4%, pero con 52 diputados entró en once ayuntamientos, algunos de ellos importantes. Aunque el trabajo es difícil y sólo puede llevarse a cabo bajo la protección masiva de guardaespaldas, la eficacia y la atención han aumentado, por lo que, según las encuestas, ya tiene el apoyo del 5% de los votantes.
Las acusaciones contra Sharii son bastante disparatadas como ya señalaron diferentes medios. La acusación de “alta traición”, que conlleva una pena de prisión de hasta 20 años, se basa en que en 2013 y 2014, al mismo tiempo que el conflicto en el Donbass entre las fuerzas prorrusas y Ucrania, Sharii supuestamente apoyó actividades rusas “subversivas” publicando información distorsionada.
Si se analizan las acusaciones con el telón de fondo de que el gobierno paga a los periodistas “leales” por la propaganda, estas resultan estrafalarias. Por ejemplo, Oleh Olehovych Savenko, del “Servicio de Seguridad del Estado”, escribe en un informe (que obra en nuestras manos) que Sharii actuó con “intención criminal de cometer actos perjudiciales para la soberanía, la integridad territorial y la inviolabilidad, la capacidad de defensa y la seguridad informativa de Ucrania, a saber, apoyar un estado extranjero y a una organización extranjera para realizar actividades subversivas contra Ucrania.” Esto lo afirman intercalando una frase que llama la atención: “en circunstancias no identificadas por la investigación”.
Esta frase es de nuevo insertada por el servicio secreto cuando se le acusa de una “colusión criminal con representantes de un país extranjero, la Federación de Rusia y organizaciones del mismo país” nombrando solamente “empresas de televisión y radio rusas”. Supuestamente Sharii acordó “sobre la base de un evidente desprecio por el estado ucraniano y el pueblo ucraniano” una ayuda a “representantes de un estado extranjero en actividades subversivas contra Ucrania en el ámbito informativo”.
Estas acusaciones son muy vagas e indican que en el fondo se trata del control sobre las informaciones publicadas. De hecho, el gobierno Zelenski no tiene remilgos con medios de comunicación. En febrero, los canales de televisión 112, NewsOne y ZIK fueron cerrados por orden del presidente. Quienes evidentemente tienen problemas con la libertad de prensa y la libertad de expresión acusan a Sharii de haber seleccionado información “obviamente poco fiable, incompleta y sesgada” para “provocar conflictos”. Sus informaciones supuestamente contienen “elementos de manipulación psicológica de la conciencia pública” con el objetivo de “fomentar la enemistad y el odio nacional, étnico y social, socavando la moral de la población y el ejército de Ucrania, introduciendo discordia entre el ejército y el pueblo”.
Que el servicio secreto use como “prueba” que Sharii declaró en una entrevista con una televisión rusa que los miembros del ejército ucraniano no deberían llamarse “patriotas” por sus acciones en el este del país es absurdo. Lo más esperpéntico es que, según Sharii, estas declaraciones no las hizo él, sino el entrevistador. Y es extraño que una entrevista con un combatiente ruso del lado de los insurgentes en el Donbass, publicada en un vídeo por Sharii, sea utilizada en su contra por el servicio secreto. En él, el moscovita explica que “los soldados del ejército ucraniano no pueden explicar por qué luchan aquí”. Con ello, Sharii supuestamente trató de “desmoralizar a la población y al ejército, socavar la moral de la población y el ejército de Ucrania, aprobar la violencia y la crueldad hacia las Fuerzas Armadas de Ucrania”.
Si uno piensa que ya las acusaciones no pueden ser más absurdas, aún queda por ver como la acusación argumenta que Sharii supuestamente fomentó “conflictos étnicos” por ejemplo entre Ucrania y Polonia. Él informó sobre una masacre realizada por los ultranacionalistas ucranianos contra los polacos en la segunda guerra mundial. Ucrania tendría que acusar también a muchos periodistas e historiadores. Hay también una entrada en Wikipedia, sobre la “Masacre de Polacos en Volinia” que lo llaman una “limpieza étnica” de civiles polacos por la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN).
Para llevar el asunto al extremo, también se le acusa de “propaganda del multilingüismo” como “actividad subversiva”, porque Sharii critica que desde mediados de enero en Ucrania no se puede hablar ruso en el sector de los servicios, como tiendas y restaurantes. Las acusaciones, basadas en una serie de entrevistas y vídeos, son descabelladas, explica Sharii. “A todos los que no apoyan a Zelenski se le tacha de prorruso” dice y muestra una especie de mueca irónica e indignada. “Yo no soy prorruso”, dice. El hecho de que llamara “cerdos estúpidos” a los agentes del servicio de inteligencia que hacen las acusaciones contra él es algo que seguro que no gusta a todo el mundo, pero hacer de ello una acusación de terrorismo para prohibir su partido carece obviamente, de toda base.


