De entre las economías de países de cierto volumen (democracias o dictaduras), Estados Unidos muestra el mejor balance macroeconómico. El Fondo Monetario Internacional (FMI) a principios de julio dobló la proyección de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) hasta el 7% para 2021. Sin embargo, esta previsión parte de la premisa que el plan de infraestructuras, el fiscal y el segundo de pagos sociales del presidente Joe Biden serán aprobados por el Congreso.

El Congressional Budget Office, entidad no partidista del Congreso, también ha revisado al alza la expansión del PIB, situándola en el 7,4%, incluso sin la aprobación de dichos paquetes. Todos los organismos internacionales y la Reserva Federal coinciden en que el crecimiento será superior al 7% y se consolida tras un decrecimiento menor (3,4%) del PIB en 2020 que la mayoría de economías avanzadas.

En junio se crearon 850.000 puestos de trabajo – el mejor registro en diez meses – y la tasa de paro se situó en un 5,9%. El empleo aumentó en 583.000 personas en mayo y 269.000 en abril. De febrero a abril de 2020, el paro se había pasado del 3,5% (el nivel más bajo en 50 años) al 14% debido a la primera ola de la Covid-19. Ahora, el número de personas que trabajan (excluyendo el sector agrícola) es superior en 15,6 millones respecto en abril de 2020, aunque todavía es inferior en 4 puntos al nivel anterior a la pandemia.

Los paquetes sustanciales de estímulo que EEUU aprobó muy rápidamente después del inicio de la pandemia contrastaron con la lentitud de otras potencias. Los 2,1 billones del paquete de marzo de 2020 (el Cares Act) financiaron pagos directos apersonas, subvenciones adicionales de paro federales que se suman a las que otorgan los estados, pagos a familias con niños, financiación para personas afectadas directamente por Covidien-19 y créditos a fondo perdido a pequeñas y medianas empresas (659.000 millones de dólares) si mantienen la plantilla. Después del segundo paquete de estímulo de 900.000 millones de dólares de diciembre, la administración de Joe Biden logró que el Congreso aprobara un tercero por valor de 2,1 billones (marzo de 2021).

La falta de restricciones duras en estados gobernados por los republicanos provocó más víctimas mortales, comparado con países desarrollados, por la propagación del virus, pero también más actividad económica y creación de empleo. Es cierto que las prestaciones sociales en Estados Unidos son mucho menores en cantidad y concepto a las de las democracias avanzadas.

No existe una cobertura médica pública universal y gratuita. Esto obliga a muchas personas a trabajar para evitar la pobreza. Sin embargo, la bajada de manera ininterrumpida del paro desde el 14% de abril de 2020 hasta el 6% de enero de 2021 ha sido espectacular.

El informe del mercado laboral del departamento de Trabajo de junio es el más reciente y es muy amplio porque recoge datos de dos meses. Es equivalente a la Encuesta de Población Activa (EPA) española. Señala que se creó bastante empleo en junio en los sectores del ocio, hotelero, comercio al por menor, educación, servicios profesionales y empresariales y otros servicios, y en menor medida en manufactura, minería, construcción y transporte.

La tasa de desempleo de marzo de 2020, antes de la pandemia, era la más baja en medio siglo para todos los grupos demográficos. Aunque el paro ha aumentado más en algunos colectivos, se mantiene relativamente bajo para todos los grupos: hombres adultos (5,9%), mujeres adultas (5,5%), población blanca (5,2%), población hispana (7,4%), personas de origen asiático (5,8%) y población afroamericana (9,2%). La cifra de personas paradas (9,5 millones) evidentemente es más alta que en febrero de 2020 (5,7 millones), pero se han recuperado la mayoría de los 20 millones de puestos de trabajo perdidos inicialmente.

Otros parámetros del mercado laboral son también positivos o están estables. La tasa de participación laboral (61,7%) mide las personas que trabajan o buscan empleo sobre el total de población de 16 años o más años. Debemos tener en cuenta que muchas personas – estudiantes, personas jubiladas, con muchos ingresos – no quieren trabajar. Esta tasa sólo es 1,7 puntos superior a la de febrero de 2020. Además, la remuneración horaria para trabajadores del sector privado se incrementó en 10 centavos, hasta 30,40 dólares en junio, tras subidas de 13 centavos en mayo y 20 centavos en abril.

La cifra de personas paradas a largo plazo (más de 27 semanas) sobrepasa en 2,9 millones el registro de febrero de 2020. Los parados a largo plazo representan el 42% de las personas sin trabajo. Aunque el paro estructural es tradicionalmente más bajo en EEUU que en otras economías desarrolladas, habrá que seguir con atención cómo evoluciona esta magnitud.

Tras el principio de acuerdo sobre un paquete para financiar la reparación y modernización de infraestructuras entre el presidente Biden y once senadores republicanos, la negociación se ha estancado. El principio de acuerdo destinaría 1,1 billones para reparar autopistas, carreteras, puentes y otras infraestructuras de transporte tradicionales. Biden y el ala izquierda del partido Demócrata aspiraba a obtener más de 2 billones y a incluir más pagos sociales. Como todos los senadores y congresistas republicanos se opusieron e incluso algunos senadores demócratas lo encontraron excesivo, Biden rebajó sus aspiraciones. Teniendo en cuenta el empate a 50 en el Senado entre Demócratas y Republicanos y la mayoría también mínima de los Demócratas (cuatro) en la Cámara de Representantes, Biden no tenía otra alternativa. Pero los Republicanos dieron marcha atrás cuando Biden insistió en intentar aprobar el paquete de 2,1 billones paralelamente al de 1,1 billones utilizando un procedimiento parlamentario que sólo exige una minoría simple en la Cámara de Representantes y el Senado, y que aun muchos Demócratas rechazan.

El paquete más pequeño de infraestructuras sería mejor para los EEUU. Desde marzo de 2020, la deuda nacional ya ha subido 5,1 billones de dólares a raíz de los tres paquetes de estímulo y es equivalente al 110% del PIB de EEUU. La inyección excesiva de liquidez del sector público ha provocado un repunte de la inflación y desanima a algunos colectivos a buscar trabajo.

La Reserva Federal no elevará los tipos de interés a pesar de la subida de la inflación, que puede ser menor y temporal si la OPEP alcanza un consenso para limitar la producción de petróleo en el contexto de una economía internacional que se recupera. Por lo tanto, la política monetaria de EEUU no puede fomentar más la actividad económica. La presupuestaria ya lo ha hecho con 5,1 billones de dólares y pendiente del desenlace de las negociaciones sobre el paquete para infraestructuras.

Una reducción de impuestos debería pactarse con los Republicanos, y es altamente improbable que fructificara dada la visión diametralmente opuesta de Demócratas y Republicanos en este ámbito. Biden quería un aumento del impuesto de sociedades del 21% al 27%. Aunque mostró flexibilidad y rebajó su pretensión al 25%, no tiene los votos en el Congreso para ninguna subida. Por lo tanto, más paquetes de estímulo no son deseables porque desincentivan el trabajo en ciertos colectivos, presionan al alza la inflación y en el contexto de tipos de interés que permanecen bajos, siguen alimentando unas cotizaciones bursátiles excesivas. El viernes 9 de julio los tres índices bursátiles cerraron cerca de sus máximos históricos: el Dow Jones a 34.870 puntos, el Nasdaq (empresas tecnológicas) a 14.701 puntos y el S & P (que engloba a 500 empresas) a 4.369 puntos.

La pandemia ‘cierra’ Estados Unidos

Hay un aspecto en el que la administración Biden claramente se está equivocando. En mayo, la UE permitió que los estadounidenses vacunados pudieran visitar por primera vez desde febrero de 2020 los países de la zona Schengen, que son los de la UE más Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza y menos Irlanda, Bulgaria, Rumanía y Croacia. Fue un intento de mejorar las expectativas del turismo en Europa. Debido a la planificación inherente en un viaje trasatlántico y las diferentes normativas de la Covid-19 no únicamente entre los países de la UE sino dentro de ellos (según Comunidades Autónomas, Länder alemanes, regiones francesas o italianas) en la práctica pocos ciudadanos de los EEUU están haciendo vacaciones en Europa.

Se esperaba que la Casa Blanca decidiera abrir Estados Unidos al turismo de la UE y de otros países europeos, especialmente teniendo en cuenta la tasa de vacunación plena ya cercana o incluso superior a la de EEUU (48,5%) de países claves como Alemania (42,6%), Francia (34,7%), Italia (34%), España (44,6%), Países Bajos (38,7%), Reino Unido (52%) o Suiza (40%). La administración no sólo no lo ha hecho, sino que resiste la presión de aliados como el Reino Unido. Argumenta que la variante Delta es peligrosa y que la UE ha utilizado la vacuna de Astra Zeneca. En Estados Unidos también se extiende la variante Delta, que en la mayoría de países desarrollados está provocando un repunte de las infecciones, pero no de la mortalidad ni hospitalizaciones masivas.

La eficacia de las vacunas de Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson es indiscutible. También lo es su capacidad para ser reprogramadas debido a que se han desarrollado con la tecnología ARN mensajero. Se justificaron los controles ante la aparición de la variante británica, brasileña y sudafricana. En todos los casos, las vacunas se han reprogramado y los estudios y la realidad demuestran que son eficaces ante estas variantes. Por lo tanto, también lo serán ante la variante Delta, especialmente porque está negociando como administrar una tercera inyección.

Que EEUU no permitan la entrada por decreto de países con tasas de vacunación muy bajas como Brasil (14%), India (5,4%), Rusia (13%) o China (que no da datos a la OMS) es lógico y prudente. Además, sus ciudadanos necesitan un visado para viajar por turismo en EEUU. Pero que la administración Biden deniegue la entrada a los ciudadanos de los países de la UE y Reino Unido a pesar de sus tasas de vacunación elevadas no tiene sentido. Perjudica mucho la relación transatlántica.

Los únicos ciudadanos de la UE o de los otros países que pueden viajar desde febrero de 2020 en EEUU son diplomáticos (y no todos), residentes permanentes o ciudadanos norteamericanos y ejecutivos de alto nivel de multinacionales con operaciones en ambos lados de la Atlántico. Esta prohibición de entrada está dividiendo familias, minando las operaciones de las empresas y perjudicando el sector turístico de E.UU, primera potencia mundial en ingresos por turismo antes de la Covid-19.

La relación económica transatlántica genera el 33% del comercio y el 45% del PIB mundial. La acumulación (stock) de inversión extranjera directa (IED) de los Estados Unidos en la UE es tres veces superior al que tiene en toda Asia. El stock de IED de la UE en EEUU es más de seis veces superior al que tiene en China e India juntos. Cerrando EE.UU. a ciudadanos y empresarios de países aliados, la administración Biden mantiene el espíritu de América First (“América primero”) que tanto criticó de la administración de Donald Trump.

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