El final del control policial (Capitán Swing, 2021).

Alex S. Vitale (Houston, 1965) es profesor de sociología y coordinador del Proyecto de Policía y Justicia Social en el Brooklyn College. Toda su carrera académica ha estado enfocada, precisamente, a estudiar los cuerpos policiales de todo el mundo, a hablar con los agentes y las personas represaliadas. A intentar entender por qué la policía funciona como funciona y cómo podríamos cambiarla. En el marco del asesinato y el posterior juicio del caso George Floyd, el joven que murió asfixiado por un agente de policía en Minneapolis, llegó a nuestras manos su último libro: El fin del control policial (Capitán Swing, 2021).

En este documento, prologado por la abogada Anaïs Franquesa, Vitale enumera de manera comprensible la esencia policial y nos dice que para cambiar la policía, tenemos que cambiar el sistema. La traducción al castellano del manuscrito nos juega una mala pasada, porque perdemos el término policing, que sería traducido como policialització (término que se ha utilizado en esta entrevista para respetar las palabras de Vitale). Esta palabra, que forma parte del título del libro original, es imprescindible para entender la dinámica actual de empoderar la policía y aplicar el control y la fuerza para hacer frente a problemas sociales y políticos. Y eso es lo que nos cuenta Vitale en el libro.

Estamos en una crisis global y cada vez que pasa esto, surgen manifestaciones y protestas. Lo hemos visto en Colombia, Cuba, España y también en Estados Unidos Cuando se dan estas manifestaciones, que son reprimidas con crudeza, parece que prestemos más atención a la violencia en las calles que a las demandas de la gente. ¿Cree que esta dinámica ha ido a peor?

Abordaré la segunda parte de la pregunta primero, y diré que no creo que la violencia policial haya empeorado. Creo que tiende a ser proporcional a la amenaza percibida por el Estado, según sus nociones particulares de orden. La policía es un mecanismo para mantener este orden, que es un concepto creado por el sistema para mantener los intereses de aquellos que tienen poder político. Si una protesta es relativamente pacífica y no amenaza el orden, la policía se limitará a hacer pequeñas acciones puntuales. Pero si la protesta es percibida como una amenaza real, habrá altos niveles de represión.

Replanteo la pregunta, pues. ¿Nos hemos vuelto más conservadores?

Esto podría ser. La concepción del orden y su naturaleza cambian. Por ello, una protesta que antes podría no ser considerada amenazadora, hoy podría serlo, porque el contexto puede haber cambiado y se puede considerar que hay más vulnerabilidad para con aquella amenaza. El Procés para la independencia de Catalunya es un buen ejemplo. Es un movimiento que hace años que existe y en 2017 fue concebido como una profunda amenaza para España, que lo resolvió con una gran represión policial. En cambio, manifestaciones ante ayuntamientos, que también protestan contra un gobierno, pueden ser consideradas como amenazas menores, como actos minoritarios o simbólicos.

Hay un gran pacto para no tumbar la homofobia del todo en países como España ni dentro de sus fuerzas policiales

Hace unas semanas se dieron en todo el estado español manifestaciones en respuesta a un crimen homófobo: el asesinato de Samuel. En Madrid estas manifestaciones terminaron con una fuerte represión policial. ¿Considera que manifestarse contra la homofobia es una amenaza contra el Estado que justifica aquella violencia?

El orden no está limitado a los asuntos íntimamente ligados a la política o la economía. Incluye asuntos sociales, también. Hay que decir que hay un gran pacto para no tumbar la homofobia del todo en países como España ni dentro de sus fuerzas policiales. Estas manifestaciones se consideran un desorden cultural, al igual que ya ocurrió en Estados Unidos hace muchos años en las revueltas de Stonewall. La represión policial contra los bares y organizaciones gays no se daban porque fueran una amenaza concreta contra el orden económico y político, sino porque atacaban la moral.

Volvamos a la primera pregunta que le he hecho.

Creo que es muy interesante porque es cierto que cuando vemos violencia policial motivada políticamente existe la tendencia a terminar protestando contra la policía. Pero realmente no estamos ante un problema policial, sino que es un problema político. La violencia policial casi siempre es en respuesta a protestas contrarias a los líderes políticos y a su gestión. Cuando España tomó la decisión de gestionar el conflicto político con Catalunya a través de la policía, apostó por la represión. España podría haber apostado por asumir este conflicto de manera seria, haciendo uso de la política, pero en lugar de eso apostó por la policialización. Y esta decisión no la tomó la policía, sino que fueron las élites políticas de Madrid. Deberíamos enfocar nuestra rabia hacia ellos, que son los verdaderos responsables de la violencia policial.

La policialización es hacer de la violencia un trabajo

Ha dicho varias veces que no deberíamos manifestarnos contra la policía, sino ante las sedes de gobierno. Pero no debemos olvidar que la policía está formada por personas, a menudo conservadoras y con idiosincrasias particulares. En el libro menciona la mentalidad del guerrero. Hábleme un poco más de ella.

La policialización está basada en una serie de políticas muy conservadoras que son inherentes a la lógica del cuerpo policial. Policialización es hacer de la violencia un trabajo. Esto es lo que distingue la policía de otras instituciones de los gobiernos. Cuando la gente está involucrada en trabajos violentos reproduce ciertas dinámicas, que se basan en altos grados de solidaridad interna, en crear estamentos muy cerrados, focalizados en el orden y la estabilidad  Son grupos muy resistentes a los cambios y esto quiere decir que cuando empoderamos a la policía y la convertimos en una gran fuerza de nuestro día a día, incentivamos este conservadurismo. No podemos ser tan naífs de pensar que, de alguna manera, podremos conseguir que la institución policial sea amable y no violenta, porque esto supondría no haber entendido nada de la lógica policial. La solución está en retirar el empoderamiento de la policía en el máximo número de espacios posibles y hacer que no sea una fuerza mayoritaria en la sociedad.

A menudo ha hecho referencia al movimiento #DefundThePolice (dejar de financiar a la policía) y dar los fondos a políticas de bienestar social. ¿Se refiere a medidas como esta?

Sí, pero no sólo a servicios sociales. Cuando estamos ante un caso de policialización de la política, la solución pasa por tener procesos políticos más democráticos para resolver las protestas y descontentos con política y no con represión policial. Con una mejor cultura democrática no habría tanta necesidad de hacer protestas masivas para garantizar derechos, porque las demandas de la población serían tomadas más en serio. Pero es más fácil mantener el favor de las élites y usar la policía para gestionar los problemas de la gente. Cuando se pide acabar con la política corrupta, se piden soluciones reales. Esto pasa, en parte, por invertir en servicios sociales, pero también significa garantizar igualdad económica, impuestos progresivos y vivienda social de verdad.

El año pasado, el 85% de detenciones en Barcelona fueron a personas extranjeras. ¿Podemos decir que la policía es racista y aporofóbica?

Totalmente. Hay racismo entre los agentes y el funcionamiento histórico de la policía. Pero la decisión de convertir ciertos tipos de problemas sociales en problemas policiales es política. En Estados Unidos hay una decisión consciente de criminalizar a las comunidades afrodescendientes y se ha utilizado la excusa del tráfico de drogas. En el momento que se toma esta decisión, la policía asume la tarea de librar una guerra contra las drogas diseñada para focalizar sólo en estas comunidades racializadas. Para que esto funcione no es necesario que un oficial en particular sea racista, simplemente que a este oficial se le diga que tiene que salir a la calle y aumentar el número de detenciones relacionadas con las drogas en las áreas en la que trabaja y donde, casualidades, hay un 85% de población afroamenricana. Por supuesto que la gente que arrestará aquel policía será negra. Y, de mientras, al policía que trabaja en zonas de blancos se le pide que haga de agente de tráfico.

Estas dinámicas se ven en todas partes. La policialización en comunidades de minorías étnicas se lleva a cabo de manera muy diferente que en las zonas urbanas acomodadas. Es cierto que en las áreas más vulnerabilizadas es donde hay más problemas sociales y donde hay más crímenes, pero esto es así porque los gobiernos han diseñado un sistema económico que condena ciertos barrios a la precariedad. Los problemas de las personas que han sido forzadas a vivir en las periferias, sin acceso al mundo laboral y los apoyos sociales, se redefinen como problemas de seguridad y enviamos a la policía.

¿Cree que esto podría mejorar contratando más policías racializados?

¡Qué va! Las investigaciones muestran que esta medida provoca cambios mínimos. Miremos la historia de la policía colonial. En el siglo XIX, los poderes europeos y americanos creaban colonias a través de la conquista militar. Lo primero que hacían era establecer una policía formada por la comunidad local, pero bajo el mando de oficiales colonos. A nadie se le escapa que estas policías locales eran instrumentalizadas para actuar en nombre del colonialismo. Así que la hipótesis de que la situación mejorará contratando gente de las comunidades locales falla si miramos a la historia.

La violencia llama a la violencia. ¿Cómo cree que podríamos desmontar la idea de que cuanto más presencia policial, más seguridad?

Si la policía desapareciera mañana, habría caos social. No digo que la policía sea irrelevante para la seguridad, pero sí es un mito que la policialización nos mantenga seguros. Sólo una parte muy concreta de los peligros pueden ser definidos como policializables. Miremos las terribles inundaciones en Alemania o la forma en que se manejó la crisis de 2008, que acabó con millones de personas siendo desahuciadas de su casa. Estas son catástrofes enormes que reducen las expectativas vitales de la gente, pero en ninguno de estos casos se debería hablar de peligros que requieran de la presencia policial. Sólo hay algunos casos muy particulares en que la policía es necesaria, pero cuando están, no lo hacen muy bien. La mayor parte de crímenes nunca se denuncian porque la gente no tiene confianza en la policía. Se resuelven una parte muy pequeña de los crímenes y cuando lo hacen siempre es después de que el daño esté hecho.

Tenemos que romper la idea de que la policía es la única herramienta válida para la seguridad. De hecho, es la peor herramienta que podemos utilizar

¿Cree que la policía no es preventiva?

Generalmente no. La mayoría de gente no necesita saber que existe la policía porque la mayoría de gente no tiene ganas de robar a su vecino. Necesitamos romper la idea de que la policía es la única herramienta válida para la seguridad. De hecho, es la peor herramienta que podemos utilizar. Creo que la policía debería ser el último recurso y, hoy, es el primero.

Hay un montón de movimientos contrarios a la policía. Una de las manifestaciones más famosas sería el acrónimo ACAB (All Cops Are Bastards). ¿Qué le parece esta afirmación?

Hay mucha gente que ha sido abusada y dañada por la policía, que ha sido brutalizada, torturada o que ha visto cómo han matado a amigos o miembros de la familia. Hay mucha rabia y muchas razones para tenerla, pero creo que no ayuda ni es estratégico demonizar a los policías como individuos. Me he pasado mi carrera trabajando con policías de todo el mundo y la mayoría de ellos creen que intentan ayudar, que lo hacen lo mejor que pueden. No les quiero demonizar, les quiero dar mejores opciones para ayudar a la gente. Si ofreciéramos a las personas jóvenes que quieren ser policías opciones laborales relacionadas con las comunidades, el trabajo social o la dinamización comunitaria, muchos de ellos serían más felices trabajando en sus propias comunidades que no criminalizando a las comunidades de los demás.

Estamos obviando, tal vez, que hay gente que se hace policía, no porque quiera ayudar a la comunidad, sino por la violencia y la adrenalina.

Sí que hay quien piensa así. Pero cuando vamos a los datos de reclutamiento militar y policial, normalmente enganchan a gente pobre con pocas opciones razonables. Vivimos en una cultura que celebra la violencia y la venganza, así que necesitamos cambios sociales y menos series de policías en la televisión.

Ha afirmado recientemente que las reformas legislativas no son el camino para mejorar la policía y pone el acento en el proyecto de ley que lleva el nombre del George Floyd. Ha dicho que esta ley no habría evitado su asesinato. ¿Por qué?

Porque judicializar un acto policial concreto supone cambios superficiales, diseñados sólo para reparar la confianza de la sociedad en la policía, no para cambiar la policía en sí misma. Como si la culpa fuera nuestra por no confiar. Es como si nos dijeran: es que no entendéis a la policía. Por eso pondremos cámaras en las equipaciones de los agentes, para intentar explicaros mejor por qué hacemos lo que hacemos. Pero es que no queremos que hagais lo que haceis, este es el problema. Hay que quitar a la policía de las escuelas, tenemos que dejar de usar a los policías como si fueran agentes sociales. No tenemos que llevar policías para tratar el sinhogarismo o la pobreza a golpe de porra o criminalización.

¿Quién se beneficia de este modelo policial?

Los mismos que se benefician del orden. La policía fue creada en el siglo XIX para facilitar la explotación económica, el colonialismo, la esclavitud y la industrialización masiva, que fueron las bases del orden social y político de aquella época. La policía siempre ha estado vinculada a estos sistemas de explotación, con el fin de manejar las crisis que vayan surgiendo a raíz de los movimientos obreros o las revueltas sociales. Hoy no tenemos colonialismo ni esclavitud -al menos no tal como se entendían el siglo XIX-, lo que tenemos es liberalismo, mercado libre y corporaciones globales que tienen el monopolio del poder, en connivencia con los gobiernos. También tenemos falta de servicios básicos y seguridad económica. El resultado de ello son problemas sociales como el sinhogarismo, la malnutrición o la falta de oportunidades laborales. I estos problemas son los que les damos a la policía para que los gestione. Si cambiamos el orden económico, no tendremos tantos problemas sociales y no necesitaremos tanta policía.

¿Crees que todo remite al capitalismo? Y ¿qué pasa con regímenes socialistas como el chino? O ¿qué pasó en la URSS, donde también hubo represión?

El capitalismo cambia todo el tiempo y los problemas que genera también. No es sólo el capitalismo; el socialismo también tiene sus problemas porque nadie podría decir que la URSS o Cuba no tengan problemas, que no hay explotación o policía. Queremos cambiar el capitalismo, sí, pero debemos pensar seriamente cuál debe ser la alternativa.

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