Alex Hinno es hijo de una mujer catalana y de un hombre palestino, que tuvo que huir de su casa después de la Guerra de los Seis Días (1967). Desde entonces, su padre no ha podido volver a su casa, debido a las estrictas políticas fronterizas de Israel, que niega el derecho al retorno de los refugiados palestinos, aunque la ONU reconoció este derecho en su Asamblea General de 1948. El conflicto es histórico, tanto que Palestina es el origen del mayor número de refugiados del mundo: hay más de 5 millones y medio.

Los bombardeos que este estado perpetra contra la población palestina son ampliamente conocidos, pero a pesar de ello, Israel goza de una gran amparo internacional. Y en esto, Catalunya no es una excepción. La Generalitat tiene contratos millonarios con el estado sionista y hay varios líderes catalanes ven un espejo en el que guiarse por el proceso independentista. El poder político catalán, que pide el fin de la opresión, no se posiciona al lado de Palestina, sino de su victimario. Hasta aquí llega la sombra de los lobbys sionistas, que “hace que los dirigentes políticos tengan miedo y sólo realicen acciones simbólicas, pero no ayuden a los palestinos como ellos quieren ser ayudados”, se lamenta Àlex Hinno.

Precisamente, una de las demandas que no están siendo escuchadas es la de romper el hermanamiento que une Barcelona con Gaza y Tel-Aviv. Este vínculo se firmó en 1948, en el marco de los acuerdos de paz de Oslo, pero nunca ha sido del agrado de la comunidad palestina. Por eso, después de los bombardeos que este mes de julio volvieron a asolar Gaza, la Coalición Prou Complicitat amb Israel y Lafede.cat han puesto en marcha la campaña Barcelona, amb l’apartheid no, que pide, una vez más, romper el hermanamiento. Esta vez, a la campaña se han sumado más de 80 entidades. Àlex Hinno es su portavoz.

“Desde el movimiento de solidaridad con Palestina, ya hace años que reivindicamos romper el hermanamiento” | Pol Rius

Este hermanamiento se firma en 1998. ¿Por qué volver a levantar la voz ahora?

Desde el movimiento de solidaridad con Palestina, ya hace años que reivindicamos romper el hermanamiento. Es cierto que cuando se firmó, en el marco de los acuerdos de Oslo, podía tener cierto sentido, porque se dibujaba un escenario de paz, entendimiento y voluntad de acuerdo. Pero con los años nos damos cuenta de que estos acuerdos no sólo no funcionan, sino que representan una trampa para el pueblo palestino, porque el estado de Israel ha acelerado su política represiva y colonizadora. Hoy, este hermanamiento no tiene ningún sentido y lo único que hace es lavar la cara en el estado de Israel.

En 2015 la CUP reclamó a Barcelona que rompiera este hermanamiento y la alcaldesa Colau dijo confiar en los acuerdos de Oslo. En 2017, el Ayuntamiento condenó la ocupación palestina y se comprometió a cortar “cualquier complicidad” con la ocupación. Pero el hermanamiento sigue vigente.

Estas declaraciones de intenciones están muy bien, pero a menudo las administraciones se asustan de los lobbys sionistas y no están dispuestas a ayudar al pueblo palestino de la forma en que el pueblo palestino quiere ser ayudado. Hace muchos años que pedimos romper el hermanamiento y todavía se nos escapa conseguirlo. Ahora, volvemos a levantar la voz porque venimos de ver un nuevo bombardeo en Gaza, que ha matado a cientos de civiles palestinos. Esto debería ser un punto de inflexión para romper este hermanamiento. Aunque haya un rechazo a la ocupación, mientras no se rompa el hermanamiento, continuamos premiando la barbaridad israelí, que bombardea y arrasa a la población palestina.

Otra de las quejas respecto a este hermanamiento es que es a tres bandas (entre Barcelona, Gaza y Tel-Aviv) y que pone al mismo nivel la víctima que al victimario.

A nivel internacional, a menudo se tiende a decir que el conflicto está formado por dos bandos, pero nosotros no estamos de acuerdo: hay una barbaridad histórica, una limpieza étnica por parte de un pueblo represor hacia un pueblo reprimido. Nos negamos categóricamente a seguir el juego de aquellos que quieran banalizar estas carnicerías y decir que es un conflicto a dos bandas. Un hermanamiento a tres, que es algo que normalmente no se hace, tendría lógica si las tres partes estuvieran conformes, pero hace menos de un mes que el Ayuntamiento de Gaza envió una carta a la alcaldesa Ada Colau pidiendo la fin del hermanamiento de Barcelona con Tel Aviv.

¿Gaza quiere seguir estando hermanada con Barcelona?

Quiere que no se rompan las relaciones de amistad y cooperación entre Gaza y Barcelona. Y para mantener esta amistad, es imprescindible romper con Tel-Aviv, proque mantener las dos cosas no tiene ningún sentido. Por poner un ejemplo, hace unos años, el Ayuntamiento de Barcelona pagó el Peace Park en Gaza e Israel, a los pocos años, lo bombardeó y lo destruyó. El Ayuntamiento de Barcelona nunca ha pedido explicaciones por destrozar un parque pagado con dinero público en la ciudad con la que está hermanada. Todo siguió igual.

Para no volver a repetir otra barbaridad como la que fue la Segunda Guerra Mundial, Europa tendría que hacer frente a Israel

¿Crees que hay una cierta equidistancia cuando se habla del conflicto? ¿Crees que el pasado de la Segunda Guerra Mundial hace que algunos sectores se lo piensen dos veces antes de condenar los actos de Israel?

Es evidente que en Europa hay miedo a criticar al estado de Israel. Una parte de este miedo viene por lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial, pero debemos dejar muy claro que nosotros no estamos en contra del pueblo judío. Es más, lo consideramos un pueblo aliado y tenemos la simpatía de muchos judíos antisionistas de todo el mundo que luchan contra las barbaridades que perpetra el estado de Israel. Es la ideología sionista la que es racista. Por lo tanto, creo que Europa, por coherencia, para no volver a repetir y apoyar otra barbaridad como la que fue la Segunda Guerra Mundial, tendría que hacer frente a Israel y rechazar frontalmente otra limpieza étnica. Nos negamos a aceptar que el judaísmo tenga que estar capturado por un estado racista.

A estas alturas, todavía hay que separar judaísmo de sionismo.

En Alemania, por ejemplo, hay organizaciones de izquierda que son abiertamente sionistas. Esto es así por la contradicción interna que no les deja aceptar ninguna postura que los enfrente con el sionismo, debido a la herencia de la Segunda Guerra Mundial. Y con ello perpetúan la barbaridad y la injusticia. Ahora, sin embargo, afortunadamente, la gente cada vez lo tiene más claro. Cada vez la diferencia entre judaísmo y sionismo está más aceptada, porque cada vez hay más personas judías, en la Palestina histórica o en el exterior, que levantan la voz contra el estado genocida. Esto nos debe reconfortar y hacer pensar que estamos más cerca de la victoria.

“Cada vez la diferencia entre judaísmo y sionismo está más aceptada, porque cada vez hay más personas judías, en la Palestina histórica o en el exterior, que levantan la voz contra el estado genocida.” | Pol Rius

Antes hablabas de Europa y de cómo debería hacer frente al estado de Israel. Pero parece que está siendo al revés. Basta mirar Eurovision, del que Israel ya forma parte como si fuera cualquier otro país del continente. ¿Crees que esto va a más?

Europa sufre un sentimiento de culpa por lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial y a ello se suma la tendencia que tiene a hacer seguidismo de las políticas estadounidenses. Estados Unidos es un país que tiene muchos intereses con el lobby sionista. Europa, de paso, a través de su forma de entender su política de exteriores, también tiene posturas prosionistas.

El año pasado, la Generalitat abrió una licitación por valor de 950.000 euros para mejorar las relaciones entre Israel y la UE. ¿Crees que todavía es viable la campaña del BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) para aislar a Israel política y económicamente?

Sí, totalmente viable. Se están haciendo muchos avances: la campaña del BDS, cuando nació, hace 15 años, no tenía nada de fuerza, pero ahora cada día vemos más anexiones. Varios deportistas del mundo árabe han abandonado los Juegos Olímpicos para hacer boicot y no enfrentarse a los competidores israelíes. También hemos visto como la compañía estadounidense Ben&Jerry’s ha declarado que no venderá más helados en territorios palestinos ocupados.  sto es importante porque es una multinacional y también porque es de los Estados Unidos. Este gesto creará ejemplo para que otras empresas puedan seguir los mismos pasos. Si no hay más corporaciones que hagan boicot es porque temen por sus intereses económicos. Pero Ben&Jerry’s ha sido valiente.

También hay muchos cantantes y compositores que ya no actúan en Israel; fondos de inversiones y sindicatos apoyan el BDS. Cada día hay más ejemplos y nosotros creemos ciegamente. Y lo más importante es que es una campaña que nació en Palestina y que es consecuente con una forma de lucha no violenta, que nos diferencia del agresor ocupante.

Tenemos una visión muy eurocentrista que hace que cuando intentamos ser solidarios, a menudo no tengamos en cuenta aquel al que intentamos ayudar

Destacas que esta iniciativa nació en Palestina. ¿Crees que hay otras campañas que intentan apoyar la causa, pero que no escuchan lo suficiente las necesidades de los palestinos? ¿Crees que, desde la izquierda, se instrumentaliza la causa?

A veces, sí. Tenemos una visión muy eurocentrista que hace que cuando intentamos ser solidarios, a menudo no tengamos en cuenta a quien intentamos ayudar. A menudo se tiene poco en cuenta las necesidades de Palestina y de su sociedad civil.

Tú vas a menudo a Palestina a visitar tu familia. Palestina es tu casa, pero también tienes la visión de quien lo vive desde fuera. ¿Qué te despierta, cada vez que vuelves?

Cuando vuelvo y voy digiriendo lo que he vivido, siempre tengo una confluencia de sensaciones. Por un lado, está la ilusión de ver como la gente sigue de pie, resistiendo y sabiendo que de allí ya no les moverá nadie. Ver que la población palestina es creativa para buscar nuevas fórmulas para ganar su libertad y que, a pesar de las barbaridades, continúan firmes y valientes. Pero, por otro lado, está la tristeza de ver que la ocupación no se detiene y que cada día se pueden ver más los terribles efectos de la colonización en Cisjordania y Gaza. Hoy hay más de 600.000 colonos, contando los que hay en Jerusalén Este, que no deja de ser parte de Cisjordania. Es muy triste ver en qué se materializa la presencia de estas personas: un muro, carreteras que sólo pueden usar ellos para unir colonias, recursos que se expropian…

También he tenido la oportunidad de moverme por la Palestina histórica y he podido constatar que la vida que tienen los palestinos que viven en el estado de Israel es durísima. Son considerados ciudadanos de segunda y sufren un gran racismo institucional. Y Gaza aún debe ser peor; no he ido nunca, porque no se puede entrar, pero todos sabemos que es el campo de refugiados más grande del mundo.

“He tenido la oportunidad de moverme por la Palestina histórica y he podido constatar que la vida que tienen los palestinos que viven en el estado de Israel es durísima.” | Pol Rius

La palestina es la comunidad con más refugiados del mundo. ¿Como se encaja esto con el derecho al retorno, que la ONU aprobó en una asamblea general en 1948?

Recuerdo una vez que fui a Palestina, hace unos siete años. Mi padre ya estaba muy mayor y no había podido volver a Palestina desde 1967, desde la Guerra de los Seis Días. Intentamos volver a la que es su casa, casi seguros de que no nos dejarían entrar. Llegamos a Jordania y allí no tuvimos problemas para cruzar las fronteras, pero cuando llegamos a la frontera israelí nos pararon. No dejaron volver a su casa a un hombre de 70 años, que no era ningún peligro para nadie. Recuerdo la impotencia y hablar con la oficial que había en la frontera. Le pregunté de dónde era. Venía de Europa del Este. Le dije si creía que ella, que acababa en llegar a aquella tierra, tenía el derecho de negar el acceso a un hombre que había nacido allí y que había sido expulsado de su casa. Esto para mí fue muy gráfico: hablamos de un estado que te da la ciudadanía plena sólo por el hecho de decir que eres judío, mientras que las personas que han nacido allí tienen prohibida la entrada.

Si la población palestina nativa pudiera volver a casa, demográficamente Israel dejaría de ser un estado mayoritariamente judío

¿Cómo se justifica la negación del derecho del retorno?

Israel es un estado judío, tal como dice en sus bases fundacionales. Es un estado-nación en el que la connotación religiosa es importante hasta el punto de ser racista. Si la población palestina nativa pudiera volver a casa, demográficamente Israel dejaría de ser un estado mayoritariamente judío. Así que no pueden permitir que pase.

En una entrevista en este diario, Eitan Bronstein, el director de la asociación israelí (De)Colonizer nos explicaba como la resistencia antisionista dentro de Israel estaba disminuyendo cada vez más. ¿La comunidad palestina tiene contacto con ellos?

Tenemos lazos y nos coordinamos con las organizaciones antisionistas de la Palestina histórica. Yo los admiro: son gente valiente. Aliados. Hermanos. Personas que, además de sufrir el hecho de haber nacido en un estado enloquecido, se han rebelado y han ido a contracorriente, jugándose el tipo a favor de una causa. Por eso, desgraciadamente, son pocos. Y, por tanto, hay que tener cuidado, porque a menudo hay tendencia a magnificar la voz de los judíos antisionistas. Seguramente no llegan al 1%, y el resto son racistas y sionistas. Podemos caer en el error de pensar que en la sociedad israelí hay de todo, pero desgraciadamente no; hablamos de una sociedad realmente enferma.

Uno de los grandes ámbitos en los que Israel hace dinero a nivel internacional es con la seguridad. Es conocido el hecho de que los Mossos se forman con el Mossad y que nos llegan armas “probadas en combate”. A ti, como catalanopalestino, ¿qué te provoca que el gobierno catalán sea cómplice, de alguna manera, de Israel?

Creo que el gobierno catalán debería ser más coherente con su postura respecto a Israel. Es verdad que el pueblo catalán es, en su gran mayoría, solidario y cercano a la causa palestina. De hecho, las últimas encuestas de opinión dicen que más de un 60% de gente está disconforme con lo que representa Israel. Pero muchas veces vemos como nuestros gobernantes y partidos no están a la altura. Deberían ser valientes de pedir para Palestina todo lo que reclaman para Catalunya.

La cuestión nacionalista ha acercado a los líderes políticos catalanes a Israel. Artur Mas dijo en 2013 que era “un ejemplo de cómo crear un estado” y Puigdemont dijo que “Catalunya e Israel tenemos proyectos similares”. No deja de ser extraño que una Catalunya que se considera nación oprimida, se refleje en Israel y no en Palestina.

Estamos muy enfadados con Puigdemont por aquellas declaraciones, porque además las hizo en un momento en que acababan de bombardear Gaza. Fue de una falta de sensibilidad brutal. El sionismo se ha inoculado a muchas personas que, de alguna manera, deberían defender la libertad. Hablamos de personas de derechas como Puigdemont o Mas, pero también las encontramos en Esquerra Republicana de Catalunya. El ejemplo más claro es Pilar Rahola, que es la abanderada del sionismo catalán, pero también está Josep Huguet, Jaume Renyer o Carod Rovira. Un conjunto de gente que se abrazó al estado de Israel a raíz de la recuperación del hebreo o la idea de los kibutz.

Sandra Vicente y Alex Hinno, durante la entrevista | Pol Rius

¿Los kibutz han hecho mucho daño a la izquierda?

Sí. Básicamente eran avanzadillas sionistas, pero una parte de la izquierda se dejó engañar por su retórica socialista, del trabajo comunitario, del compartir y luchar juntos para hacer florecer un desierto. Es verdad que algunos se desengañaron cuando vieron que sólo eran avanzadas estratégicas, asentamientos militares en la Palestina histórica. Los kibutz eran socialistas, sí, pero sólo para judíos e internacionales europeos, no para palestinos. Y si esto deslumbra a alguien de izquierdas es que quizás tanto de izquierdas no es.

 

Share.
Leave A Reply