Mientras gobernó, Jordi Pujol estuvo concediendo una entrevista a La Vanguardia prácticamente cada mes de agosto. Desde Queralbs –el Estado mayor de los Pujol Ferrusola durante el verano– o desde el mismo Palau de la Generalitat, el entonces presidente catalán aprovechaba la pausa estival para lanzar mensajes muy concretos a sus devotos o a sus rivales. Esta tradición se cerró a partir del año 2003, en el momento que dejó de presidir la Generalitat.
Los años siguientes la entrevista política estival de La Vanguardia no la heredó el nuevo presidente, Pasqual Maragall, sino el nuevo líder de CDC, Artur Mas, a quien el diario de la familia Godó entrevistó en los meses de agosto de 2005, 2006 y 2007. Pujol, mientras tanto, consiguió encontrar otras vías para canalizar su afán de iluminar el camino. Un año era un artículo de opinión (en La Vanguardia en 2005), otro una entrevista en el Avui, otro unas declaraciones en Catalunya Ràdio, o varias veces su participación en la Universitat Catalana d’Estiu… Hasta que llegó julio de 2014, su confesión sobre el dinero de Andorra, el consiguiente escándalo y la posterior investigación judicial. A partir de aquella confesión, los veranos catalanes habían quedado huérfanos de la palabra de Pujol. Hasta este verano.
El pasado domingo, La Vanguardia abría su edición con una foto en Queralbs de Jordi Pujol y Marta Ferrusola, y un titular más propio de un artículo de opinión que de una noticia: “La convergencia de Jordi Pujol con ERC”. En el interior, el periodista Josep Gisbert dedicaba una página a analizar las últimas manifestaciones del verterano líder nacionalista (especialmente, a partir del reciente libro-entrevista con Vicenç Villatoro Entre el dolor i l’esperança) para llegar a la conclusión de que sus ideas eran tan próximas a las de Pere Aragonès que prácticamente convergían. Jugando con el doble significado de la palabra, casi parecía que Pujol quisiera designar a Aragonès depositario único del legado convergente. En el artículo Pujol no decía nada, todo estaba presentado como un análisis interpretativo del periodista, pero tampoco hacía falta, porque con las imágenes y la ubicación en la portada era suficiente para entender el mensaje.
Jordi Pujol regresa a la senda pactista, de la cual renegó en septiembre 2012, poco antes de la primera Diada del procés, cuando proclamó, esta vez en una entrevista en el semanario Presència, que se había acabado la estrategia de “hacer la puta y la ramoneta”, que Cataluña ya no era viable “en aquellas condiciones” y que sí que lo sería como Estado independiente. Con este paso envió a decenas de miles de fieles a abrazar el independentismo (a la vez que posiblemente se activaba la investigación policial que acabaría destapando el dinero de Andorra). Es difícil saber cuántos de esos neoindependentistas le seguirán en este retorno al pasado… ni si este arrepentimiento implícito tendrá algún efecto judicial atenuante.


