La mayoría de presidentes de EE.UU. disfrutan de una luna de miel con el electorado durante los primeros meses después de llegar a la Casa Blanca. Joe Biden, a pesar de no haber derrotado de manera abrumadora a Donald Trump, registró altos índices de popularidad durante los primeros meses de su presidencia.
La distribución de las vacunas contra Covid-19 y el aumento rápido de las tasas de vacunación durante la primavera mejoraron drásticamente la situación epidemiológica en Estados Unido. Proyectaron también una imagen de gestión competente del nuevo gobierno. La Unión Europea autorizó a finales de mayo a los estadounidenses vacunados viajar directamente a su territorio por primera vez desde febrero de 2020.
Biden también consiguió que el Congreso aprobara un paquete de estímulo por valor de 1,9 billones de dólares para luchar contra el Covid-19 y ayudar a familias, empresas y administraciones públicas. Los fondos de la American Rescue Plan se reparten entre familias, empresas, pymes y administraciones públicas (estados y municipios).
El ex vicepresidente de Obama también aprobó numerosos decretos ejecutivos reincorporando a EEUU a la Organización Mundial de la Salud, en el tratado de París y prohibiendo la exploración de petróleo y gas natural en tierras y aguas federales. También promovió la campaña para cambiar el nombre de calles, carreteras, escuelas y bases militares que recordaban personajes históricos vinculados a la Confederación. Igualmente se están desmantelando numerosas estatuas y monumentos a políticos y generales que lucharon por la secesión.
En el frente exterior, Biden asistió a las cumbres del G7, OTAN y la UE durante el mes de junio y se reunió con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. En la del G7 se alcanzó un principio de acuerdo para aplicar un mínimo impuesto de sociedades global, y EEUU también pactó con sus aliados iniciativas para frenar la proyección geopolítica de China.
El desastre de Afganistán
Ni los militares ni los servicios de inteligencia preveían que los talibanes se apoderaran de prácticamente todo Afganistán y el ejército nacional afgano (ENA) se derrumbara totalmente en cuestión de días. La cúpula militar de Estados Unidos intentó sin éxito convencer a Biden que mantuviera el pequeño contingente de tropas (2500) ante la perspectiva de que la ENA dejara de luchar ante la retirada de las tropas de EEUU y su apoyo aéreo.
En cualquier caso, las imágenes de caos, falta total de coordinación y desesperación de muchos estadounidenses y afganos para llegar al aeropuerto de Kabul han dejado en evidencia que la Casa Blanca planificó mal la retirada y tardó a reaccionar cuando la misión se convirtió en una de evacuación urgente.
El 27 de agosto trece miembros de las fuerzas armadas de EEUU y más de cien civiles afganos murieron a consecuencia de un atentado suicida en una de las puertas de acceso al aeropuerto de Kabul. Con un despliegue considerable de medios, finalmente se consiguió evacuar a 120.000 personas. Los Republicanos han criticado virulentamente que Washington dependa de la colaboración de los talibanes – un grupo terrorista – para evacuar a ciudadanos de EEUU y los afganos que trabajaron con la coalición occidental, y denuncian que cientos de estadounidenses han quedado atrapados en Afganistán.
A menos que se produzca un atentado de cierta magnitud planificado por Al Qaeda o el ISIS en Afganistán, la retirada humillante del país asiático y sus consecuencias geopolíticas desaparecerán de los titulares. Sin embargo, Biden ha pagado un precio en popularidad a raíz del desastre en Afganistán. En agosto, el índice de aprobación de su gestión (medido por el prestigioso sondeo de NPR/PBS/Marist) disminuyó en seis puntos respecto a julio y se situó en un 43%, el más bajo de su presidencia. Entre los votantes que se consideran independientes (ni Republicanos ni Demócratas), el índice de aprobación de la labor de Biden descendió en diez puntos hasta sólo un 36%. Un 41% del electorado censura la gestión de la administración Biden en general y un 61% (y 71% de los independientes) la crítica en la ejecución de la retirada de Afganistán.
Huracanes y tormentas políticas
La Casa Blanca no está teniendo suerte respecto a la potencia de los huracanes durante esta temporada. El ciclón tropical Ida, el más potente en varias décadas, provocó al menos 63 muertos en Louisiana, Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania y Connecticut. Este es un balance provisional que trágicamente aumentará a medida que las unidades de salvamento llegan a las zonas más golpeadas por Ida. El siguiente huracán, llamado Larry, ya cruza el Atlántico y podría también causar víctimas mortales y destrucción considerable. La temporada de ciclones tropicales se prevé dura.
Otro dolor de cabeza para la Casa Blanca es la votación de la cámara legislativa de Texas (en manos republicanas) de prohibir los abortos a partir de las seis semanas. Aunque se puede recurrir a los tribunales, los votantes Demócratas están alarmados ante la perspectiva de que en otros estados gobernados por los Republicanos se pueda debilitar la capacidad de practicar abortos, circunstancia que el Tribunal Supremo autorizó en 1973.
Un tribunal ha obligado a la Casa Blanca a hacer cumplir la política de la administración Trump respecto a los inmigrantes que llegan a la frontera con México. Deberán permanecer en México mientras se tramitan sus solicitudes de asilo. Este revés judicial no es necesariamente negativo. La sensación de pérdida de control en la frontera con México con la entrada masiva de centroamericanos no favorecía Biden.
La variante Delta Covid-19 es responsable de un incremento de las infecciones, hospitalizaciones y defunciones justo cuando empieza el curso escolar. El gobierno de Biden está haciendo una campaña para que la población adulta reciba una tercera inyección. Pero a diferencia de Europa y la mayor parte de los países desarrollados, la vacunación y las medidas para contener el Covid-19 se han politizado.
Un alto porcentaje de votantes republicanos no se quiere vacunar. Este hecho explica que la tasa de vacunación plena en EEUU se haya estancado en un 52%, mientras que en la UE la media es del 57% y Alemania (60%), Francia (60%), España (72%), Irlanda (75%), y Dinamarca (76%) ya sobrepasan esta cuota. La tasa de vacunación parcial en España (78%), Dinamarca (76%), Francia (72%), Reino Unido (70%), Alemania (65%) e Irlanda (64%) también es superior a la de EEUU ( 61%).
Los equilibrios del presidente
Ante el empeoramiento de la situación epidemiológica en los Estados Unidos, el Consejo de la UE recomendó que se restringiera nuevamente la entrada a los ciudadanos procedentes de este país. Algunos Estados miembros ya están rechazando los que no estén vacunados y obligando a practicar cuarentenas a los que lo están. La decisión del Consejo también se debe en parte a que la Casa Blanca continúa prohibiendo totalmente que ciudadanos de la UE vacunados puedan volar directamente a los EE.UU., mientras que Bruselas a finales de mayo permitió la entrada a los estadounidenses vacunados.
La evacuación de Afganistán y la destrucción ocasionada por los huracanes serán un recuerdo lejano dentro de pocos meses. Pero ante la multiplicación de tantas crisis, la administración Biden está a la defensiva y corre el riesgo de no poder llevar la iniciativa e implementar su programa.
En el Senado los Demócratas necesitan el voto de la vicepresidenta Kamala Harris para deshacer el empate a 50 y en la Cámara de Representantes tienen una mayoría de sólo cinco escaños. Se acabará aprobando un paquete de financiación de renovación de infraestructuras, pero con una financiación de un billón de dólares y no los 3,1 billones que pretendían los Demócratas.
En muchos temas Biden ha intentado encontrar un punto intermedio entre el ala más progresista del partido Demócrata y las opiniones de los votantes Demócratas más moderados y los independientes, un grupo de votantes clave para ganar elecciones. No ha querido ampliar, por ejemplo, la cifra de miembros del Tribunal Supremo, que cuenta con una mayoría conservadora de 6 a 3.
A medio plazo la popularidad de la administración Biden dependerá de la situación de la economía y de la pandemia. El crecimiento del PIB en el segundo trimestre ha sido del 6,6%, y el paro se mantiene en el 5,2%. Como muchos gobiernos, ahora atraviesa una etapa de gestión de diferentes crisis, algunas de las cuales (huracanes, sentencias judiciales, prohibición del aborto en Texas) no son culpa suya. Sin embargo, poco más antes de un año de las elecciones al Congreso, Biden, su gabinete y asesores deben demostrarse eficaces en la gestión de las crisis y recuperar la iniciativa política.


