#EncuestaMonarquía (II) | Plataforma de mitjans independents

Entre las respuestas de las personas encuestadas, se observa una mayoría favorable a celebrar un referéndum sobre la forma de gobierno de España, entre las opciones de Monarquía y República, a pesar del retroceso de 4 puntos con respecto al año pasado. También se observa una mayoría que manifiesta que votaría a favor del sistema republicano en este hipotético referéndum. En las respuestas a esta pregunta, retroceden 3,9 puntos respecto a la encuesta del año pasado los que dicen que votarían a favor de la monarquía parlamentaria actual, y también retroceden, en 1,5 puntos, los partidarios de la República.

Los datos que ofrece la encuesta son ciertamente de interés, y es de agradecer la continuidad de una encuesta específica que permita generar, con el tiempo, una serie histórica que ofrezca una perspectiva de la evolución de la opinión de la ciudadanía respecto a esta cuestión.

La encuesta ha suscitado un cierto debate, en el que una parte de la opinión pública se pregunta cuál es la posición de los diferentes partidos en torno a la cuestión de la forma de estado y de gobierno.

El PSC, en su 13º Congreso, celebrado en 2016, aprobó la resolución titulada “Por una República Federal, Democrática y Social”, en la que se proponía “impulsar el debate para la construcción de una República Federal, democrática y social que reúna el conjunto de los pueblos de España, y también impulsar la construcción de una Europa federal, democrática y social”.

En el 40º Congreso Federal del PSOE, como en otros anteriores, se debatirán también enmiendas en sentido similar, como ha sido recogido por varios medios de comunicación. Conviene no olvidar que el Partido Socialista, en un memorable discurso del diputado Luis Gómez Llorente, defendió un voto particular en el debate constituyente, en defensa de la República, un once de mayo de 1978. Más tarde, el 4 de junio de 1978, los diputados del PSC y del PSOE se abstuvieron en la votación del apartado tercero del artículo 1 de la Constitución, que da la forma política de monarquía parlamentaria. Eso sí, asumiendo plenamente la que fue voluntad mayoritaria de la cámara, y pidiendo el voto favorable a una Constitución que ha puesto las bases del más largo período de democracia que haya conocido el país.

¿Es posible la transformación del actual marco constitucional en un modelo republicano? Ciertamente, no hay cláusulas de intangibilidad en la Constitución de 1978, se puede reformar de arriba a abajo, siguiendo los procedimientos establecidos y con las mayorías necesarias en cada paso. Es aquí donde nos encontramos con el nada menor problema de la correlación de fuerzas. No parece probable que, con la representación de la voluntad popular que hoy expresan las Cortes Generales, pudiera prosperar una reforma en este sentido.

La historia de la Primera República, así como la de la Segunda República, se puede leer como la de sendos intentos de modernizar el país, y fueron acompañadas de una enorme ambición de transformación social. Este hecho, y la larga dictadura de signo fascista que puso fin a la segunda experiencia republicana, tras una larga y sangrienta guerra, ha asociado en nuestro contexto político la defensa de un modelo republicano, en términos generales, al espectro político progresista.

La inmensa mayoría de las fuerzas conservadoras del país no comparten, por ahora, la necesidad de transitar de la actual monarquía parlamentaria a un modelo republicano. De hecho, algunas de ellas, y en especial la extrema derecha, han hecho de la defensa cerrada de la monarquía una seña de identidad. Quizás este hecho, y los errores y negocios de quien encarnaba la institución hasta no hace tanto, contribuyan a una erosión irreparable de la monarquía parlamentaria en España.

Un movimiento que aspire al éxito en el establecimiento de una República en España, sin embargo, no puede limitarse a depender de la fatiga de materiales o de los errores ajenos. Debe promover un programa que vaya más allá de la sustitución del carácter hereditario del Jefe de Estado por un carácter electivo, directa o indirectamente. Debe aspirar a la viabilidad de la República o, si se quiere, a su estabilidad futura, que es tanto como decir que hay que promover los debates necesarios y convencer de las bondades del proyecto republicano a otros sectores sociales, más allá del espectro progresista. También convencer aquellos sectores que, hoy, se proclaman republicanos, y probablemente computan como tales en la encuesta que comentamos, pero cuyo proyecto es, por ahora, una república propia separada de la española.

Precisamente por estas razones, parece más probable tener éxito si se tiene la paciencia, así como la determinación, de construir una mayoría amplia, plural y, por tanto, sólida, a favor de un proyecto de constitución republicana conocido y debatido, que no apresurándose a un referéndum que plantee en términos dicotómicos la cuestión de la forma de gobierno.

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