Taylor Swift

Amo internet. Pese a los trolls, los incilos y aunque a veces parezca el patio de la derecha, creo firmemente en la ventaja de una vida en las redes. Sí, me gusta internet y por eso lucho por hacerlo mío. A estas alturas se han escrito miles de artículos sobre los peligros de las fake news, la polarización y el conflicto nacidos de que prácticamente todo el mundo con wifi tenga una plataforma, y ​​soy plenamente consciente de cómo se llega a retorcer el discurso para convertirlo en soga. Pero también sé que internet me ha cambiado la vida, me ha hecho crecer y conocer, me ha hecho inteligente, fuerte y me ha hecho ver algo muy importante: no estamos solas.

La vergüenza es seguramente la mejor arma del silencio, y el silencio es la fortaleza del poder. En los últimos diez años hemos visto un cambio social sin precedentes. Nunca antes se había hablado tan extendidamente de igualdad, abuso o privilegios, y eso no hubiera sido posible sin internet. Y no es que quiera defender internet como ningún altavoz de grandes ideas, en absoluto, sino como punto de encuentro, una comunidad inesperada. Porque cuando llevas tiempo suficiente en las redes te das cuenta de algo: no has tenido un solo pensamiento original en toda tu existencia. Esto puede ser frustrante cuando intentas tener las mejores bromas de twitter, claro, pero resulta que ver que no eres tan diferente termina siendo una red de soporte más que necesaria. Supervivientes de bullying escolar contando su historia, bromas sobre salud mental o gente celebrando esa parte de tu cara que empezabas a pensar en operarte; internet lo tiene todo.

Este constante hilo de conversación, el punto de encuentro en el aire, fue el que hizo posible movimientos como el #MeToo, que ha cambiado como vemos ahora el feminismo. Porque cuando asumes un abuso sola, en silencio, acabas creyendo que esta soledad se explica únicamente por el hecho de que no habrá nadie lo suficientemente estúpido en todo el mundo para vivir lo que has vivido tú, y que por eso eres ahora una víctima, por no ser lo suficientemente lista o lo suficientemente fuerte. Explicar tu mal cuando no hay nadie más que lo hace te delataría, no sólo como víctima sino como culpable de serlo. Gana la vergüenza. En cambio, cuando ves que tantas y tantas otras mujeres han vivido situaciones similares, mujeres cercanas y mujeres que nada tienen que ver contigo, te das cuenta de que no se trata de lo que has hecho tú sino del sistema que normaliza la violencia.

Este fin de semana Taylor Swift ha publicado una nueva versión del tema All Too Well en formato vídeo de 10 minutos, donde revisa la relación y ruptura que la inspiró para escribir la canción hace 10 años. Cuando salió la primera versión de ATW, en 2012, Swift era considerada una cantante cursi, que sólo sabía escribir sobre amores y desamor; que tenía demasiados novios y que no podía mantener ninguna relación. A menudo, sin mucha más explicación, se llamaba “Taylor Swift hace música por chicas jóvenes”, con todo el desprecio del mundo. Y esto lo resumía todo. La broma llegó hasta el punto de tildarla de la exnovia loca del mundo de las celebridades, encasillándola en el arquetipo que tanta gracia nos hacía cuando el humor era sólo de unos pocos. 10 años más tarde y con un público completamente distinto para escucharla, Swift entra en detalle en el daño que le hizo una relación desigual, más allá de amor y desamor.

La nueva versión del tema incluye versos que han dibujado una situación extrañamente familiar para mujeres de todo el mundo, mujeres que seguramente en algún momento se sintieron la ex loca de alguien, manipuladas o incluso maltratadas por sus parejas, pero que hasta ahora apenas se lo podían admitir a sí mismas. La vergüenza es poderosa y, como bien dice Taylor, “¿cómo puedes saberlo todo a los 18 y a los 22 seas tan ignorante?”. Cuesta mucho aceptar que en una situación tenías las de perder, sobre todo cuando eres joven y no conoces bien ni las reglas del juego. Con la publicación de este vídeo y los nuevos versos, Taylor Swift ha abierto debate, impulsado conversaciones e inspirando hilos en twitter, dando continuidad a la batalla del #MeToo contra la vergüenza y el silencio. Miles de chicas han utilizado las redes para explicar su experiencia en situaciones similares a la de Taylor. Han bromeado, se han sincerado y se han apoyado. Han creado comunidad. Y esta comunidad puede servir para ver que, ese daño que considerabas personal y vergonzoso, de hecho está suficientemente extendido para dejar de ser un error, un patinazo tuyo, y empezar a ser tratado como un problema estructural.

Puede que las canciones que hablan de exnovios sólo sean eso, canciones que hablan de exnovios, pero Taylor Swift demuestra una vez más que hablar, explicar, compartir y hacer comunidad siempre ha sido la mejor arma para librarnos del silencio y la vergüenza que allana el terreno para el abuso de poder.

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