“Que teletrabajen ellos” es un estudio sobre el comportamiento dentro de los hogares durante los primeros meses del confinamiento de la pandemia de la Covid-19, elaborado por Sara Moreno y Vicent Borràs, dos sociólogos de la UAB. La pregunta inicial que orientó la investigación era la siguiente: ¿el teletrabajo favorece la corresponsabilidad, la distribución del trabajo doméstico y de cuidados dentro del hogar entre todos los miembros adultos, o refuerza los roles tradicionales de género? Como apunta Moreno a modo de conclusión preliminar “el teletrabajo tiene un rostro claramente de género”. Sin embargo señala que habría una pequeña esperanza en un perfil concreto de hombres, que podrían ser palancas del cambio para avanzar hacia la corresponsabilidad.
“Que teletrabajen ellos” versa principalmente sobre las mutaciones en el mundo laboral en la era de la pandemia, poniendo énfasis en cómo se mantiene el sesgo de género dentro de estas “nuevas” formas de trabajo. Asimismo, el libro comienza con una nota metodológica donde se explica que la dicotomía hombre/mujer, al analizar estos fenómenos, se queda corta. ¿Qué variables o factores hay que tener en cuenta para realizar un análisis preciso?
Nosotros partimos de la idea de que la categoría hombre/mujer no es una categoría universal, es decir, que ni todas las mujeres se encuentran en la misma situación por el hecho de ser mujer ni todos los hombres se encuentran en la misma situación por el hecho de serlo. Con esta búsqueda en concreto, nos hemos colocado dentro de los hogares para analizar durante la época del confinamiento cómo funcionaban las dinámicas del teletrabajo, siendo conscientes, al mismo tiempo, que esto ya implicaba un sesgo inicial debido a todos aquellos tipos de trabajos donde no fue posible teletrabajar. Entonces la pregunta desde la perspectiva de género que nos formulamos en forma de hipótesis era: el teletrabajo favorece la corresponsabilidad, la distribución del trabajo doméstico y de cuidados dentro del hogar entre todos los miembros adultos, o refuerza los roles tradicionales de género ? La categoría laboral, el ciclo de vida (si hay responsabilidades de cuidado, como niños o adultos de tercera edad a cargo) o la modalidad del teletrabajo (jornada completa o no) son variables que afectan a las conclusiones.

¿Qué hay que entender por teletrabajo?
Podemos definirlo según tres criterios básicos: requiere tecnologías de la comunicación para poder funcionar, está descentralizado (se sitúa fuera del puesto de trabajo) y existe una comunicación con el centro de trabajo. Por tanto, las figuras del nuevo precariado como los freelance o el autonomo quedarían fuera de esta definición.
El teletrabajo ya existía antes, por supuesto. El acuerdo marco de referencia es del año 2002, pero aunque llevamos dos décadas no ha tenido una gran implementación hasta hace poco, especialmente en España. Antes de la pandemia eran principalmente hombres con calificación quienes teletrabajaban. Se asociaba más a la flexibilidad, es decir, que las empresas, para mantener mano de obra calificada, les permitía trabajar desde casa un par de días a la semana.
Antes de la pandemia eran principalmente hombres con calificación quienes teletrabajaban. Se asociaba más a la flexibilidad
Entonces llega la pandemia: ¿ha supuesto un antes y un después en este sentido?
El argumento y objetivo del libro es precisamente mostrar otra cara de este común que hemos oído durante estos dos años que afirma que “el teletrabajo ha venido para quedarse”. Hay que diferenciar dos momentos durante estos dos años: el confinamiento “duro” y la desescalada. Son dos realidades distintas. Podemos decir que durante la primera de estas etapas, el confinamiento “duro”, lo que existió no fue teletrabajo, sino directamente trabajo remoto, es decir, no era una organización real del trabajo a distancia. Teniendo esto en mente, nosotros entramos en los hogares para observar el funcionamiento de los hogares y nos dimos cuenta de que el teletrabajo tiene un rostro claramente de género.
¿Cuáles son los peligros potenciales del teletrabajo? ¿Puede que en lugar de forzar el cambio de roles de género en el hogar los potencie?
Ocurren varias cosas, pero en términos generales cada hogar reproduce las dinámicas que ya venía arrastrando. Puede decirse que se refuerza lo que ya había en términos de igualdad o desigualdad. Pero es cierto que existe una pauta en todos los países que nosotros hemos contrastado en esta investigación, que es que en términos generales refuerza la carga de trabajo doméstica y de cuidado de las mujeres. Hay perfiles en que esto ocurre de forma clarísima, especialmente aquellos casos donde se trata de mujeres con responsabilidad de cuidados de niños o de personas adultas dependientes. En estos casos, se ha dado bastante la dinámica de “ya que tienes que quedarte en casa cuidando a la madre y así nos ahorramos la persona que tenemos contratada”, o, también, la idea de que “puedes ir a su casa a teletrabajar mientras la cuidas”, algo que sabemos que no es posible, ya que si teletrabajas no puedes estar atendiendo a una persona dependiente que necesita constante atención.

Y las madres…
Sí, en el libro intentamos reproducir su relato, el sentimiento de culpabilidad constante por no poder estar atendiendo de la manera en que pensábamos que debían atender a sus criaturas, por tener que estar conectadas a las pantallas y tener que decidir “acabo ya mi videoconferencia para estar con la criatura, y cuando duerma ya me pongo otra vez a trabajar”.
¿Y los padres?
Por lo general los padres hacían más la estrategia de tecnificar este cuidado, de decir: “yo no me siento culpable de que la criatura esté tres horas mirando una pantalla porque yo tengo que trabajar; cuando acabe ya me voy a ocupar de ella, pero las dos cosas a la vez no las puedo hacer”.
Por tanto los hombres han vivido mejor durante el teletrabajo.
Sí, al tecnificar y demarcar y preservar su disponibilidad laboral. Ésta es la tónica general, pero en todo el estudio que hacemos detectamos un posible motor de cambio, que nosotros decimos que puede ser una palanca para favorecer la corresponsabilidad.
¿Cuál es?
Es el perfil de hombre joven, técnico de la admistración pública y que su pareja está ausente del hogar porque tiene un trabajo que no le permite teletrabajar y con niños menores de doce años. En estos casos hemos detectado cómo había un cambio de la forma de estar en el hogar una vez se quedaban solos; de alguna manera se han dado cuenta de que había mucho que hacer en el hogar, y se han organizado para intentar darle cabida a todo. Posiblemente lo han hecho viviéndolo con menos sentimiento de culpabilidad, pero han asumido la responsabilidad principal cuando ellas no estaban.

¿Qué expectativas genera el teletrabajo como “nuevo” formato laboral?
Se da una paradoja. Por lo general, y si sobre todo nos centramos en las mujeres, la experiencia del teletrabajo durante el confinamiento se valoró como una experiencia muy estresante y negativa. Sin embargo, tienen una expectativa positiva hacia una futura regulación del teletrabajo. Con los hombres, su experiencia no fue tan negativa y también tienen una expectativa positiva del futuro del teletrabajo. Por resumir: la experiencia del teletrabajo es muy heterogénea, hay un claro rostro de género (y no sólo de género) pero la expectativa del futuro del teletrabajo es mucho más homogénea y positiva para todos los colectivos.
¿Y lo ven de forma positiva por las mismas razones?
No, no. La mujer lo ve como una oportunidad para la conciliación, y aquí es donde se refuerza el rol de la mujer como cuidadora. En cambio, con los hombres detectamos muy claramente que la expectativa positiva hacia el teletrabajo básicamente es porque es una oportunidad para mejorar su calidad de vida y su posición laboral.
La mujer lo ve como una oportunidad para la conciliación, y es aquí donde se refuerza el rol de la mujer como cuidadora. En cambio, con los hombres detectamos muy claramente que la expectativa positiva hacia el teletrabajo…
Por último: ahora sentimos que “el teletrabajo ha venido para quedarse”. ¿Hasta qué punto será así, o lo que pasará es que avanzaremos hacia una nueva división del trabajo entre aquellos trabajos que se podrán realizar con teletrabajo y aquellos que no?
Por supuesto que tendrá una mayor presencia de la que ha tenido antes de la pandemia, pero habrá que ver cómo se queda el teletrabajo. Se está regulando, pero como suele ocurrir en el mercado de trabajo existe una regulación específica para la administración pública mientras que en la empresa privada es otra realidad. Existe la percepción social de que el teletrabajo será un derecho, pero no lo será. Insisto: el teletrabajo es una modalidad de organización del trabajo, pero no es posible convertir todos los puestos de trabajo en teletrabajables. Para mí el peligro es que el teletrabajo puede polarizar a la población ocupada en un sentido negativo, siempre que no se diseñen estrategias y criterios desde la perspectiva de género. Si no, el teletrabajo puede convertirse en una falsa solución para la conciliación, al igual que ha pasado con las jornadas a tiempo parcial. Si no se legisla correctamente, el teletrabajo puede acabar atrapando a las mujeres en su rol de cuidadoras del espacio doméstico.