Àlex Romaguera, Barcelona 1970. Es periodista especializado en movimientos políticos y sociales. Actualmente es director de Nexe, la revista de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Catalunya. Es coautor, con David Fernàndez, de Llums i Taquígrafs: Atles de la corrupció als Països Catalans. Ha publicado recientemente Víctimes en so de pau, en el que recoge el testimonio de familiares de víctimas de la violencia política y su proceso para avanzar hacia la paz, la justicia y la reparación. Testimonios como los de Pilar Manjón, Merçona Puig-Antich, Rosa Lluch, Guillermo Agulló, Sara Buesa o Pili Zabala forman parte de este libro documental.
¿Qué te llevó a escribir el libro?
Conocí a Robert Manrique, uno de los heridos en el atentado de Hipercor, y me mostró la carta en la que el autor del atentado le pedía un encuentro para mostrarle el arrepentimiento por el daño causado. Tuve conocimiento de que en Euskadi se estaban llevando a cabo encuentros restaurativos entre víctimas de ETA y victimarios, en el mismo sentido, impulsados por la que era Directora de la Oficina de Víctimas del terrorismo del Eusko Jaurlaritza Maixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jauregui. Ella y Mari Carmen Hernández, viuda del concejal de Durango Juan Mari Pedrosa, creían que la muerte de sus maridos era irreparable pero que a partir de su voz y esos encuentros, una vez ETA ya había dejado las armas, se podía empezar el camino para superar el ciclo de la violencia que caracterizaba el conflicto vasco y abrir un escenario de paz. Pensé que estas experiencias que se iban desplegando -pese a quedar paradas en el 2012 por orden del gobierno del PP-,que era importante recuperar estas voces, a pesar del dolor de la pérdida no habían caído en el odio y el rencor sino que habían experimentado un proceso de resiliencia y se habían implicado en la defensa de la verdad y la justicia, los derechos humanos y aportaban su grano de arena en el camino de la reconciliación y el acercamiento de una sociedad muy polarizada por el conflicto.
Recoges unas reflexiones sobre qué es y cómo se desarrolla la violencia
Para mí era interesante explicar que la violencia no se reduce a una agresión física sobre una persona o grupo de personas, sino que tiene tres ángulos que se retroalimentan entre sí: la violencia física, la violencia estructural, que son las condiciones económicas y sociales que generan opresión y discriminación contra un colectivo, y la violencia cultural o simbólica que señala o estigmatiza a todo un colectivo, impone una cosmovisión de la sociedad. Era importante explicarlo porque la violencia directa no se explica si no hay unas causas que dan pie, para que no haya violencia es necesario desactivarlas. Una sociedad más justa está libre de violencia estructural, sin violencia simbólica que afecta al género, al origen, a la tradición… tendríamos una sociedad más inclusiva. Para llegar a un escenario de no violencia se necesitan condiciones para vivir en armonía y satisfacer los derechos individuales y colectivos.
¿Qué es ser víctima?
Víctima es toda esa persona que ha sufrido un daño o agresión a su integridad física y psíquica. En el libro destaco que no todas las víctimas causadas han sido reconocidas por el Estado; una cosa son las víctimas oficiales reconocidas como tales, España tiene tipificadas unas 6.000 personas, pero hay muchas más de las que constan, por ejemplo todas las causadas por las fuerzas de seguridad y funcionarios públicos. Es importante precisar que hay víctimas reconocidas -que analizando bien hay algunas incluidas de forma irregular porque no cumplen las condiciones- muchas víctimas que lo son no son reconocidas. El libro es una apelación a la igualdad de condiciones, que no haya víctimas de primera y segunda sino que el estado atienda a todas las casuísticas que han sufrido el daño: directas e indirectas.
¿Cómo escogiste los testigos?
Inicialmente partí de una lista de 50 personas, familiares de víctimas que consideraba que eran un referente ético y moral por su ejemplo y su actitud cívica. Personas que habían transitado el duelo y eran supervivientes que públicamente se habían posicionado en defensa de todas las víctimas, el respeto y partidarias de una sociedad más justa, equitativa y resiliente, pero tuve que hacer una selección y finalmente fueron 15 que representaban los tres períodos de la historia moderna del estado español: el tardo-franquismo -de 1968 a 1975- la transición -de 1975 a 1982- y la etapa democrática -después del golpe de estado de Tejero hasta la actualidad- ; también representan contextos muy diversos, familiares de víctimas de diferentes grupos armados, y de parentesco diferente respecto a las víctimas: hijos, nietos, padres, madres, compañeros sentimentales… en la diversidad les une este hilo conductor de ser personas que no se han quedado en el odio y el rencor han experimentado un proceso y hoy son referente ético por su trabajo para encontrar un marco de justicia, convivencia y reconciliación.
¿Es gente muy diversa, ya sabían dónde se metían?
Inicialmente había una reserva porque de algún modo miraban de reojo al resto, en algunos casos tuvieron cierta prevención. La voluntad era reunir a personas de perfiles, trayectorias y posiciones políticas muy diversas pero que su práctica y su discurso lo que ponían en valor era la vida humana y compartían el deseo de trabajar para exigir que todas las víctimas fueran reconocidas y establecer los mecanismos por los que no se reprodujeran los hechos. A medida que conté el proyecto logré su complicidad. Es cierto que antes de publicar los textos quise enviarlos para que los validaran y se sintieran reconocidas y representadas en lo que decían.
Verdad, justicia y reparación, reclamaciones de las víctimas en todos los procesos de paz.
Los tres principios de Joinet, los principios internacionales sobre impunidad y reparaciones establecidos por Naciones Unidas, los que todas las víctimas exigen y deben verse satisfechos. De las quince personas que entrevisto en el libro la mayoría ni siquiera han tenido garantizado el primer derecho, la verdad, y si ya falla éste, la justicia no ha sido correspondiente y no ha velado por que hubiera garantías y, evidentemente, la reparación no ha venido dada. Casi todas comparten la doble victimización: la pérdida por el asesinato de un familiar por violencia política, y el dolor consecuentemente, así como la carencia de una justicia reparativa. Esto no sólo les ha causado un daño psicológico sino también unos efectos que se han manifestado en forma de enfermedades, un agravio añadido que se ha extendido al entorno más íntimo. El hecho de que una persona pierda a un familiar, si además no se les facilita un proceso de justicia adecuado y diligente lo que hace es agravar las consecuencias, lo que hace es extender el odio y el rencor, tal y como destaca Axel Honneth creador de la teoría del reconocimiento.
Hace poco se ha estrenado «Maixabel», la empatía de y con las víctimas, ¿el libro ha sido para ti un proceso y punto de encuentro?
Viendo a estas 15 víctimas y aunque aparentemente la gente no las vincula entre ellas, muchas no se conocen, he querido enlazar las diferentes miradas a partir de los testimonios y ejemplo cívico de estas personas que nos ofrecen una mirada basada en la paz positiva. Personas que pese al daño sufrido han contribuido para acudir a una sociedad más dialogante donde las diferencias se aborden de forma colectiva y colaborativa. Ponen de manifiesto que las personas podemos compartir actos y afectos que nos sirvan para crecer, para reconocer al otro, superar las dificultades y transformar la realidad. Como un mecanismo de defensa frente a lo que habían sufrido hicieron este proceso, muchas de ellas con apoyo psicológico y obviamente con ayuda de su entorno, para mí son un activo, un ejemplo a seguir y un espejo para una sociedad en la que la condición humana y los cuidados estén en el centro de las políticas y la actividad humana. Como Maixabel hay muchas , este libro recoge quince, sus casos son muy diferentes pero las une la empatía, la asertividad, la aproximación al otro, el reconocimiento del otro como persona con quien compartir proyectos. Son personas que dan una lección ética en un contexto en el que de nuevo se impone la fuerza, el individualismo y estas voces son un rayo de esperanza para una sociedad más justa y resiliente.