Tanto el mundo político como el periodístico hablan de las próximas elecciones francesas en la Asamblea Nacional como de una tercera vuelta de las pasadas elecciones. No sé cómo definirán la segunda vuelta de las que vendrán. ¿La cuarta vuelta? He pensado que quizás sería interesante explicar el procedimiento electoral francés, porque estoy convencido de que puedo contribuir a aclarar mejor los procesos electorales de ese país.

Debo empezar explicitando que el marco jurídico está definido en la actual Constitución, conocida como la V República. Como este nombre indica ha habido, en Francia, otras cuatro constituciones republicanas desde la Revolución Francesa. Han existido otras, pero propiamente republicanas han sido cinco, siendo la más importante, por su duración, la tercera. La quinta nace impulsada por el retorno al poder del General De Gaulle ante la gran crisis política por la Guerra de Argelia y por el intento de golpe de estado de una parte del ejército. De Gaulle acepta regresar a la política y abandonar su retiro en Colombey-Les-Deux-Églisses con la condición de cambiar la constitución de la IV República ratificada después de la II Guerra Mundial, una constitución que establecía un régimen político parlamentario, es decir, el centro, el núcleo del poder, se hallaba en la Asamblea Nacional y la gobernación era en función de las mayorías y minorías parlamentarias.

De Gaulle era muy contrario a este sistema de gobernanza, porque implicaba, a su juicio, un poder político débil y en constante negociación. Lo culpaba de la derrota vergonzante, en los inicios de la II Guerra Mundial, en la que el ejército nazi literalmente barrió al francés a causa de este tipo de gobierno. En Francia, desde los mismos inicios de la Revolución han existido dos polos, dos visiones sobre la gobernanza que han estado siempre en tensión: un poder central fuerte en manos de una persona, ya sea Napoleón o el General de Gaulle -con un modelo político donde el centro del poder está en manos de un presidente dentro de un sistema presidencialista— y el modelo asambleario, donde el centro de los procesos de decisión políticos se encuentra en manos de la Asamblea Nacional.

De Gaulle, como identificó muy bien Maurice Duverger, promovió una constitución política que inventaría un nuevo modelo de régimen político, el sistema semipresidencial, a medio camino entre el modelo presidencialista (EE.UU.) y el modelo parlamentario (Gran Bretaña). Ésta es la constitución vigente.

¿Qué prevé esta constitución a diferencia de las anteriores? En primer lugar, que el presidente de la República es elegido directamente por el pueblo y es responsable ante él y con competencias que le son propias más allá de la Asamblea. Ahora bien, y ésta es la gran diferencia con el modelo presidencial, el presidente del Consejo (en nuestro lenguaje, primer ministro o presidente del ejecutivo) es propuesto por una mayoría de diputados y nombrado por el presidente de la República que es quien preside en el Consejo de ministros. Cabe recordar que en el modelo presidencialista el presidente es a la vez el jefe del Estado y el jefe del ejecutivo.

Como puede verse, si el presidente de la República y el presidente del Consejo son del mismo color político, la primacía del primero es evidente. Ahora bien, si el parlamento propone un presidente del Consejo de una formación política distinta se produce la “cohabitación” entre ambos. Desde la V República ya ha pasado en dos ocasiones (y, en mi opinión muy personal, han sido años muy positivos en la gobernanza de Francia). Recuerdo la foto de Chirac y Jospin en las reuniones del Consejo de la Unión Europea, siendo Francia el único país de la Unión representada por dos políticos.

Por tanto, las próximas elecciones, la tercera vuelta, son para elegir a los diputados de la Asamblea Nacional por un sistema electoral mayoritario, en circunscripciones uninominales, a dos vueltas. En la segunda vuelta de estas elecciones pasan aquellos candidatos que han obtenido más de un 12,5% de los votos en la primera. Esto significa que la cuarta vuelta será decisiva en la composición final de la Asamblea.

Ya han salido las primeras proyecciones de los posibles resultados en la Asamblea Nacional, formada por 577 diputados. Todas ellas dan, por ahora, mayoría absoluta en el partido de Macron (320), una subida hasta 80 de Le Penn, 60 para los Republicanos, 30 para el PS, 19 para Melenchon. Éstas son proyecciones sin las posibles alianzas que se puedan hacer de cara al futuro. Todo dependerá mucho del número de candidatos que pasen, en cada circunscripción, en la segunda vuelta: si se presentan tres o cuatro candidatos que hayan pasado el 12,5%. Si no existe un desistimiento de un candidato de ideología similar a favor del que tenga más votos en la primera vuelta, un tercero puede ganar el escaño por la división del voto.

En este sentido, es muy importante saber qué harán el partido de los Republicanos y el Partido Socialista, ya que si bien han tenido un fracaso espectacular en las presidenciales mantienen una estructura sólida en el territorio y pueden ser decisivos de cara al futuro. El PS tendrá que elegir hacer un pacto con Macron por un desistimiento mutuo o con Melenchon. Los Republicanos, lo mismo, pero con Le Penn.

Éstas serán nuevamente unas elecciones fascinantes. Continuaremos.

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