El debate está tan viciado y tan vinculada a las luchas partidistas, que lo mejor que puede hacerse (si se pretende llegar a alguna conclusión mínimamente informada) es ignorar la opinión que proviene de los políticos. Lo primero que hay que saber es que la división o tipología de regímenes políticos no se limita a “dictadura” o “democracia”. Hay que pensar en los tipos de regímenes en clave gradual y no dicotómica: un estado es más o menos democrático, más o menos autoritario, etc.

¿Cómo se mide la calidad democrática de un país?

La democracia no es sólo la capacidad de elegir en unas elecciones libres a los representantes políticos. Se podría decir que la elección libre de los cargos políticos es la base sobre la que se constituye la democracia representativa, o al menos el método de característico de los sistemas democráticos. Pero no es, ni mucho menos, lo único que importa.

Los organismos que se dedican a medir la calidad democrática de los estados lo hacen de acuerdo a una serie de parámetros. Por ejemplo, el V-DEM es el proyecto del Instituto de Gotemburgo —uno de los más prestigiosos en el ámbito de estudio de los sistemas políticos—, que se dedica a analizar anualmente el estado de la democracia en el mundo. En el índice anual sobre el estado de la democracia, cuentan con cientos de indicadores que, agregados en categorías, ayudan a perfilar la nota que cada estado obtiene.

Por citar alguna, la categoría “Libertades Civiles” se compone de más de veinte subcategorías donde se analiza, entre otros, el grado de igualdad en el acceso a la justicia, la diferencia de acceso a la justicia en función del género, la libertad religiosa o el rigor e imparcialidad en las actuaciones de la administración pública. La categoría “Judicial” estudia, entre otros, la independencia de los tribunales, el cumplimiento de las resoluciones, o las purgas dentro del sistema.

Así, el estudio de la calidad democrática de un país se basa en el estudio de cientos de variables que operan cada día en el marco de los estados. El resultado de toda esta información se ensambla en un eje que va de 0 a 1, siendo el número 1 el ideal de una democracia “perfecta”, y el cero el de un estado dictatorial absoluto. Cabe decir que no existe ningún estado que tenga ni una puntuación de 0 ni de 1. Por lo tanto, considerar que un estado o es democrático o no es democrático, o bien es un acto de ignorancia o bien lo es de propaganda. Otros índices de democracia, como el que elabora cada año The Economist, utilizan una metodología similar.

España, de los estados más democráticos…pero en descenso

Queda por ver, pues, dónde se sitúa España en la escala mundial en calidad democrática, siempre según el ranking elaborado por el Instituto de Gotemburgo. En este sentido, si bien España puede considerarse que se sitúa en el 5% de los estados más democráticos del mundo, en los dos últimos años ha ido decayendo en la clasificación global. Según el informe publicado en 2020, donde se presentaban los resultados que correspondían al año 2019, España se situó, con una posición de 0.815 sobre 10, como la novena democracia del mundo. En las tres primeras posiciones se situaron Dinamarca (0.858), Estonia (0.84) y Suecia (0.829). Por detrás de España se podía encontrar Nueva Zelanda (0.815), Finlandia (0.813) e Irlanda (0.799). Pero al año siguiente España descendió hasta la 14ª posición, y la puntuación obtenida decreció hasta el 0.8/1. Y la cosa no mejoró en el último informe presentado, donde España perdió otras dos décimas (0.78/1), quedando relegada a la 18ª mejor democracia del mundo.

Cabe decir que, a pesar del retroceso vivido en los últimos dos años, España tocó fondo en 2017, donde bajó hasta la 24ª posición con una puntuación de 0.742/1 como consecuencia directa de la acción política-judicial frente a del independentismo. Es precisamente en el aspecto judicial donde España obtiene una puntuación más pobre, y la razón principal que explica ese deterioro democrático. En el informe elaborado por el ranking de The Economist de este año, el medio justificaba de la siguiente manera el declive sufrido por España en los últimos años:

“España estuvo a punto de ser recalificada como “democracia defectuosa” después de que su puntuación cayó en 2017 a raíz de la crisis catalana, que provocó que el gobierno central de Madrid tomara medidas legales contra los políticos catalanes independentistas para actuar de modo inconstitucional. El descenso de España en 2021 es fruto principalmente de una rebaja en su puntuación de independencia judicial, relacionada con las divisiones políticas por el nombramiento de nuevos magistrados en el Consejo General del Poder Judicial, el órgano que supervisa el sistema judicial y que pretende garantizar su independencia.”

La verdad yace entre mentiras

¿Quién tiene razón cuando se afirma que o bien España es una “democracia plena” o que es casi un “estado autoritario”? Pues nadie. España sigue siendo uno de los estados más democráticos del mundo, pero es cierto que en los últimos años ha habido un progresivo deterioro. Éste es el único dato que debería preocupar a los políticos.

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