Las personas que llevan dos años o más que viven en la calle en Barcelona han aumentado del 33% al 47% entre los años 2019 y 2021. Casi la mitad (un 48%), manifiestan sufrir algún problema de salud y tres de cada diez afirman tener enfermedades crónicas. Son algunos de los datos que se desprenden del informe ‘Vivir en la calle en Barcelona. Radiografía de una ciudad sin hogar’, elaborado por la Fundación Arrels a partir de unas encuestas realizadas el 10 de junio del pasado año.
Durante esa noche de junio, más de 530 voluntarios de la Fundación Arrels encuestaron a un total de 289 personas que viven en las calles de Barcelona. En total, se contabilizaron 1.064 personas durmiendo al raso, una cifra que, sumada al número de personas alojadas en recursos públicos y privados (2.808) ya las que viven en asentamientos (865), supone que un total de 4.737 personas se encuentran en situación de sin hogar en la capital catalana, frente a las 4.200 personas contabilizadas el año anterior.
Según Arrels, el número de personas que viven en la calle no ha bajado en los últimos tres años, y si se compara con las cifras del primer recuento que se hizo en Barcelona en 2008, donde se localizaron 658 personas durmiendo el raso, el número ha crecido un 62% en los últimos trece años.
“Durante los años de pandemia, se ha cronificado la situación de las personas que viven en la calle en Barcelona. Las plazas de alojamiento siguen siendo insuficientes y las personas sin hogar no pueden ir directamente a pedir plaza. No disponer de un seguimiento social continuado es un factor que incrementa la cronificación de estas personas”, ha explicado Bea Fernández, jefa del Servicio Jurídico de Arrels, durante la presentación del informe.
El impacto en la salud
Vivir en la calle deteriora el estado de salud y pone en riesgo la vida de las personas. Se estima que las personas sin hogar viven, en promedio, veinte años menos que el resto de la población, y los datos muestran que existe una relación directa entre vivir más tiempo en la calle y sufrir un deterioro más grave. Concretamente, a partir de los seis meses de vivir en la calle, aumenta el número de personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad media y alta.
Un 26% de las personas encuestadas por Arrels dicen tener alguna enfermedad crónica que afecta al hígado, los riñones, el corazón, el estómago o los pulmones; y un 18% de las personas dicen tener alguna enfermedad mental o trastorno que le impide hacer una vida independiente (el doble que en 2019). De entre las personas encuestadas que llevan más de dos años en la calle, el 78% se sienten vulnerables y un 73% manifiestan que no disponen de ningún tipo de ingreso. Además, un 15% afirman no tener cubiertas las necesidades básicas.
Casi un tercio de las personas entrevistadas dicen que han tenido problemas para mantener un recurso de alojamiento o bien lo han perdido o las han echado porque tenían problemas de salud física o mental. Además, el 45% de las personas encuestadas afirma haber sufrido algún tipo de agresión física y/o verbal o un trato discriminatorio por el hecho de vivir en la calle.
En cuanto al acceso a la asistencia médica, el 44% de las personas encuestadas que llevan más de dos años en la calle afirman haber hecho uso de los servicios de urgencias médicas, pero el 30% de estas personas no disponen de tarjeta sanitaria, por lo que no pueden acceder a un tratamiento y atención médica continuada.
Falta de atención social
De las 289 personas entrevistadas, un 44% explicó que no habían tenido contacto con ningún trabajador social durante los seis meses previos a la encuesta y un 49% respondió que sí habían sido atendidas. Según los resultados del informe, las personas más jóvenes son las que se encuentran más desatendidas. En concreto, un 79% de las personas entre 18 y 25 años dicen no haber recibido atención social. En el caso de personas de origen extracomunitario, la cifra de personas no atendidas es del 52%. Además, casi la mitad de las personas (47%) encuestadas dicen no estar empadronadas en Barcelona, lo que dificulta el acceso a los recursos sociales y sanitarios.
El 30% de las personas encuestadas por Arrels han nacido en Cataluña y el resto del Estado, el 27% proceden de países comunitarios y el 41% de países extracomunitarios. De entre las personas migradas entrevistadas, el 17% ha explicado que ha solicitado asilo en el Estado español, una cifra que casi triplica la del año 2016. Según Arrels, estas cifras ponen sobre la mesa las grietas del sistema de protección a las personas solicitantes de asilo.
Propuestas inmediatas y a largo plazo
Entre las medidas inmediatas que propone la Fundación Arrels para paliar la situación que viven las personas sin hogar, destacan abrir espacios pequeños diurnos y nocturnos en cada barrio donde las personas accedan a servicios básicos y puedan pasar la noche protegidas, fortalecer los equipos de calle y crear equipos de salud orgánica que visiten a las personas en la calle, ayudando así a recuperar su vinculación con el sistema sanitario.
A medio y largo plazo, la entidad pide habilitar mecanismos de prevención para que nadie pierda su casa, tener el derecho a la vivienda como punto de partida para acceder a otros derechos y agilizar los trámites y la burocracia para obtener la documentación básica como el padrón y la tarjeta sanitaria. Arrels también pide una ordenanza de convivencia y civismo en Barcelona que no criminalice a las personas que viven en la calle. Además, la entidad defiende la importancia de abrir el acceso de las personas sin hogar a la mesa de emergencias, para garantizar que las personas más vulnerables puedan ser debidamente atendidas y se les facilite un alojamiento adaptado a sus necesidades.


