Hasta ahora no nos hemos movido mucho por el Camp de l’Arpa en sentido literal por culpa de mi obsesión por el passatge de Bassols, gloriosa excepción en la trama del barrio. Situado entre València i Mallorca, constituye una muestra de resistencia de los orígenes, engullidos en muchos de sus tramos, con rastros bien detectables, por el imperialismo del Eixample, obcecación de los Ayuntamientos, bien motivados en alargar lo planificado por Cerdà desde una perversión de las morfologías para favorecer el tráfico rodado, niña de los ojos de los consistorios franquistas.
En el recorrido de hoy trataré de explicar cómo se produjeron algunas transformaciones de la cuadrícula inicial para homologar el entorno con los tiralíneas hegemónicos. Si vuelvo a la oca, y tiro porque me toca, circularé por el carrer de València en su sección hasta la Meridiana. Lo que antes era Bofarull, y en un pasado aún más remoto la via Molinaria, empezó a mutar en los años treinta, cuando la Gaceta Municipal va hasta los topes de notas sobre esta transformación.
La única supervivencia se cifra en un pasajito innominado en su número 601, hacia un bloque interno de viviendas, y en la legendaria calle de l’Arc de Sant Sever, con su edificio urgido de restauración desde hace decenios. En uno de sus muros luce una placa de nomenclátor del Ochocientos, prueba de solera y ninguneo en este pasaje de pavimento homologado, propio de las travesías contemporáneas, esta con un fondo medio secreto entre un taller mecánico y fincas aún bajo el influjo del Rec Comtal en su ecosistema.

Si le dieran galones, el carrer de l’Arc de Sant Sever podria ser un excepcional vehículo de conocimiento histórico mediante la pedagogía urbana, tanto por sus vínculos fluviales como por sus muestras arquitectónicas, conectadas con la ruptura de Bofarull a València por tener algún inmueble de Ramon Puig i Gairalt, asimismo autor de la casa Ramón Serra, perla racionalista de la zona i primera piedra para hilar el carrer de Sibelius, planificado durante la etapa autárquica de la dictadura y bautizado en primera instancia con el españolísimo Juan Sibelius, modificándose tan absurda denominación sólo en 1980.
Sibelius, como comprobaremos, tiene algo de rémora de las viejas estructuras del Camp de l’Arpa, donde aún existen muchas arterias de conexión con las grandes vías hacia el centro o la Meridiana. Ahora mismo es peatonal hacia el carrer de Mallorca y brinda la posibilidad de contemplar la única sección a salvo del primigenio Bofarull en estos aledaños, remanso de paz de particular arboleda, distante del verde esplendor primaveral de este 2022.

Sibelius es un rincón agradable, vivo entre el metro, el local de la asociación de vecinos, casi siempre cerrado a cal y canto, una escuela y muchos pequeños comercios, esencia de cualquier barriada.
Cuando su nombre se evapora y la mirada se traslada a Mallorca surgen muchas preguntas a través del laberinto de callecitas y cómo está moldeada su alineación. Cuando no investigo suelo ascender por Fontova, donde se halla la decana de las cooperativas obreras de Barcelona, la Antigua del Camp de l’Arpa, a la espera de una rehabilitación de sus posesiones para dignificar su trascendencia no sólo para comprender su papel en el barrio, pues su denominación apunta a cuestiones de clase e idiosincrasia de una vasta extensión de terreno del pueblo de Sant Martí de Provençals.
En cambio, en Mallorca subsiste la Formiga Martinenca, de 1903 y engranaje de cohesión social desde su nacimiento. Creada por vecinos de las calles de Ripollés y Trinxant, tuvo compañía de teatro, escuela de danza y un colectivo esperantista, muy acorde con la sucesión de anhelos anarquistas de la capital catalana durante el primer tercio de la pasada centuria.

Según algunas fuentes, evitó su desaparición al alinear su fachada con las intenciones municipales. Estas se basaban en el adiós a un embudo para dar todas las cartas a Mallorca. Este tapón, ahora poco o nada intuido, era un pequeño mundo en sí mismo e iba de Rogent hasta Sibelius. En los últimos compases decimonónicos fue el carrer de l’Aurora, metamorfoseándose en su nomenclátor por Núria, cuyo único guiño en la actualidad seria la homónima escuela dedicada a esta virgen catalana.
El carrer de Nuria era un estorbo con mayúsculas. El tranvía debía pararse en esquina con Rogent porque el ancho de calle era imposible, válido para un carril automovilístico y poco más. Los raíles de retorno, por imperativo casi categórico, salían de València para enmendar algo el desaguisado.
Uno de mis mayores interrogantes era dilucidar cuando Núria devino Mallorca. Una carta al director de 1973 lo resume a la perfección. Ricardo Viñas vivía en el carrer de Degà Bahí, entonces abandonado por el Ayuntamiento, sin asfaltar e insoportablemente estrecho en comparación con su predecesora, Provença, extinta en la esquina de Rogent.

Viñas se quejaba porque en Núria, integrada en Mallorca casi desde ese instante, se alineaban los frontispicios, se arreglaba el pavimento y las aceras se acondicionaban, no com en Degà Bahí, sólo intervenida, y por suerte no según lo concebido, con el PGM de 1976, donde se preveía una brutal confluencia de coches en una especie de súper cruce con Trinxant y Meridiana.
Dega Bahí continua, a priori, bajo la amenaza de la piqueta. Es un goce ver cómo Provença no se la comió, no como en el caso de Núria, fagocitada por Mallorca. Los metres de esta via de Rogent a la Meridiana son un festival de pérdidas en el mapa del Camp de l’Arpa, en este sentido no está de más repetirlo, perjudicado en exceso por su bendito anonimato, pues sin ir más lejos en la calle València la librería Nollegiu prefirió titular su segundo establecimiento como del Clot para así atraer a más clientes porque nuestro topónimo protagonista causa confusión entre los ciudadnos barceloneses, acostumbrados a desplazarse poco a otros barrios por una pereza cósmica y congenial a todos los integrantes del área metropolitana, algo quebrado por los negocios del librero Xavier Vidal, quien aquí y en el Poblenou ha conseguido congregar a muchas personas ajenas a estos enclaves, dinamizándolos.


