Artur Fernández –Turu cuando sube al escenario– era maestro y psicopedagogo del centro de educación especial Mare de Déu de Montserrat, en el barrio barcelonés del Guinardó, cuando en 2012 se le ocurrió que podría meter dentro de un mismo bolo a su banda de pop-rock y a los alumnos que formaban parte de la coral del centro. Era un momento en que algunos CEE empezaban a tomar conciencia de la necesidad de romper sus muros, tras los cuales durante tantas décadas había quedado escondido el alumnado diverso. Nació así Música per la Inclusió, un proyecto de colaboración entre músicos profesionales y alumnos con discapacidad intelectual que se tradujo en la preparación, durante todo un curso, de un concierto que tendría lugar en las Festes de la Mercè de 2013. La experiencia fue un éxito, y diez años después aquel grupo no solo sigue junto, sino que forma parte del panorama musical catalán. El pasado sábado Clams presentó su cuarto disco, Melodies del somriure inconscient, en la sala La Textil, ante más de un centenar de personas.
“Vamos sumando años y nos vamos haciendo mayores juntos, y eso no estaba previsto”, explica Turu, que sobre todo valora que con el tiempo hayan dejado de ser un proyecto para sentirse y ser una banda. Con un evidente mensaje social, pero sobre todo con una propuesta artística. “Tenemos la etiqueta de grupo de concienciación de la discapacidad, y estamos encantados de tenerla, pero también hemos tenido siempre claro que la parte primordial es la artística, porque, por mucho mensaje que tengas, si lo que haces no llega no sirve para nada”, añade. Clams no busca el aplauso fácil ni la mirada condescendiente, busca gustar por lo que hace y no por lo que es. Pero también es la prueba de que “cuando nos deshacemos de las etiquetas vemos que si se quiere se puede”.
“Ilusión, actitud, formación y recursos”
¿Y cuál es la fórmula? Según explica Turu, cantante, letrista y alma del grupo, “contamos con los mismos elementos que intervienen en la escuela inclusiva. El ingrediente fundamental es la ilusión: si esto no te ilusiona, olvídalo. Y después hace falta actitud, formación y recursos, que en este caso quiere decir poder contar con buenos músicos y buenas condiciones para ensayar y actuar”. A esto hay que añadir un elemento más: la implicación de las familias. Cuando los alumnos llegaron a la edad de dejar la escuela (en los CEE es a los 21-22 años) se planteó la duda de si continuar y cómo, puesto que se habían quedado sin paraguas jurídico. Así es como nace la Associació Música per la Inclusió, constituida y formada por las familias de los coristas y que gestiona toda la actividad del grupo.
Este trabajo y constancia han aportado a Clams recursos adicionales: a lo largo de estos años el grupo ha colaborado con artistas consagrados como Joan Dausà, Marc Parrot o Joan Colomo, y en este último disco por primera vez ha contado con un productor profesional, Ildefonso Alonso (El Petit de Cal Eril). Para Turu, este hecho, y la incorporación de una directora de coros, Núria Valls, son los dos puntos diferenciales respecto a los anteriores trabajos: “Idelfons nos ha ayudado a romper vicios que arrastrábamos y nos ha aportado un sonido diferente, y Núria ha hecho llegar los coristas a lugares que nunca me habría imaginado, todos hemos aprendido mucho con ella”. Núria Valls también canta uno de los temas del último disco.

Poner a cantar a personas con discapacidad intelectual con la idea de que el resultado final suene armónico es una misión para valientes. Artur Fernández lo ha hecho en más ocasiones, puesto que también ha emprendido proyectos similares desde la Fundació Catalana Síndrome de Down, en la que trabaja desde 2016 como coordinador del servicio de inclusión escolar. “Mi teoría es que todo el mundo tiene una nota, por lo que yo puedo tener una idea sobre cómo tiene que ser una canción, pero en este proyecto lo que intentamos es acercarnos a las notas de los coristas, sin que esto quiera decir no exigirles o no probar hasta dónde pueden llegar; al final tal vez esto acaba impidiendo algún lucimiento, pero aquí los egos no tienen sentido, aquí manda la canción”.
Un caos participativo
Las canciones de Clams son “producto del caos”, continúa el cantante, pero también de un proceso de creación colectiva que puede empezar a partir de la propuesta de cualquier miembro del grupo, si bien “el punto de partida acostumbra a ser acústico”. Después llegan las letras, en las que intervienen sobre todo el mismo Turu y el guitarrista y también cantante Jordi Ribas, al que le une una amistad que se remonta a la escuela infantil. “Somos como hermanos”, dice. Al final se eligen colectivamente las canciones que irán al disco. “Tenemos la suerte de contar con unos termómetros emocionales afinadísimos; a veces llegamos a los ensayos con alguna propuesta, pero la ponemos en común y a partir de su reacción vemos que, por mucho que a nosotros nos flipe, no funcionará, y en cambio llevamos otra, vemos que pasa todo el contrario y nos decimos: esta es la que hay que trabajar; es un filtro infalible”, comenta el cantante.
Los trece coristas ensayan una vez cada dos semanas en el Casal Mas Guinardó, mientras que con los seis músicos (guitarra eléctrica y acústica, bajo, batería, teclados y voces) lo acostumbran a hacer una vez al mes, en la Nau del Poblenou, excepto en momentos como el actual, cuando hay varios bolos a la vista y los ensayos se tienen que intensificar. Cuando están juntos, dice el cantante, “la energía que se genera es brutal”. “Hemos creado un espacio de convivencia y nos tratamos con mucha naturalidad, y nos decimos las cosas que pensamos, sin las prevenciones de antes”, añade. Los músicos no se ganan la vida con Clams, sino que se la ganan como músicos de estudio o en otros proyectos, “pero con Clams están siempre, porque aunque en algún momento puntual alguien haya tenido que dar un paso al lado por cuestiones profesionales o familiares, después de un tiempo vuelve”, subraya con orgullo el cantante.

Todo se cocina a fuego mucho más lento que cualquier grupo convencional, y por eso sus trabajos son EP de cuatro canciones. El primer disco salió a mediados de 2014, junto con el videoclip A sobre d’un coet. En 2015 publicaron su segundo trabajo, Aïgua i Pedra, y en 2018 el tercer álbum, Ciclorama. “A veces decimos, bromeando, que con la suma de estos diez años ya hemos llegado a nuestro primer LP; nuestro ritmo es artesanal y lo disfrutamos”, comenta el vocalista y psicopedagogo, según el cual el grupo se encuentra en un momento dulce en cuanto a madurez artística y musical. Durante el primer confinamiento músicos y coristas se echaron mucho de menos, a pesar de que mantuvieron el contacto en línea, y enseguida que pudieron retomaron los ensayos presenciales. El disco que ahora se ha presentado tenía que salir ese 2020, pero el hecho de que todo el calendario se fuera a pique también ha permitido trabajarlo con más pausa y conciencia.
¿Y el futuro? “Yo siempre digo que de vez en cuando tienes que pararte y pensar si esto que estamos haciendo todavía tiene sentido. ¿Hemos llegado ya donde teníamos que llegar? Pero cuando ves que el sector te apoya y que lo que haces te da vida, llegas a la conclusión de que todavía tenemos cuerda para rato”. El objetivo es continuar creciendo, y una manera es que “se pueda contemplar a los coristas como un grupo independiente, que colabore con otras bandas, porque las voces de Clams te pueden enriquecer un bolo”.
Clams en cinco videos
La experiencia de aquel primer concierto, cuando Música per la Inclusió era todavía un proyecto escolar, quedó grabada en un documental denominado Línea Addicional.
Clams se autodefine como “una banda de pop ecléctica e inclusiva que cuenta con un grupo de coristas con personas en situación de discapacidad intelectual que aportan una energía única y hacen de la música de Clams un sonido genuino inconfundible”. Su primero hit fue A sobre d’un coet, con este video grabado en 2014. También es la canción con la que cerraron el concierto del pasado sábado.
Clams es un proyecto artístico, no es un grupo con una bandera, afirma Turu, pero sin embargo hace un par de años adaptaron un de sus primeros temas para poner música a un video de Dincat, la federación de entidades que apoyan a las personas con discapacidad intelectual.
En 2017, la televisión TEB Vist, otro proyecto hecho por personas con discapacidad bajo el impulso del periodista de TV3 Josep Maria Soro, entrevistó a los Clams. El reportaje es impresionante por ambos lados.
El primer single del último trabajo, Festival de foc, se pudo escuchar al Palau Blau-grana el pasado mes de mayo.


