No quiero convertir en una tradición esto de empezar con la dificultad de ordenar esta serie por el Camp de l’Arpa. Hace años presumía, con mucha mentira entre visillos, de conocer por completo el callejero de Gràcia, algo posible hasta cierto punto por lo enmarañado de su morfología.

La de nuestra protagonista de estas semanas es quizá más complicada por sus desapariciones y metamorfosis. Me hallo en una de esas encrucijadas simbólicas donde el Eixample pierde, por el momento, su senda expansiva. Provença muere en Rogent y se inicia el carrer de Degà Bahí, surcado por pequeñas y múltiples aperturas en su camino hasta el carrer de la Muntanya.

Hoy escribiré sobre su primer tramo, no sin antes confesaros mi absoluta fascinación, una forma de amor, por esta calle, tanto como para incluso pensar en construir un ensayo para agotarla, dadas las escasas menciones existentes en mis fuentes habituales.

Mapa de la zona el año 1931

Su Historia debe explicarse a partir de sus nombres. Primero fue Pallás, y según el nomenclátor este nombre tuvo larga vida. En un artículo de 1894 he localizado, más o menos, cuando esta denominación se extinguió, reemplazada por Fomento, algo maravilloso para confundirnos más si cabe en las pesquisas, porque tal bautizo se repetía en varios puntos de la ciudad. En Gràcia, subsistió hasta la adopción de Congost en una callecita, mientras en Sants su supervivencia debió ser menos breve, sustituida en La Bordeta por la mítica Hartzenbusch, una vía preciosa por sus casitas de la segunda mitad del Ochocientos.

De Fomento pasó, quizá hacia 1925, al actual Degà Bahí, un patriota perseguido durante la ocupación francesa, médico honorario del rey, supuesto decano del colegio de abogados de la Ciudad Condal y director del jardín botánico barcelonés, sólo por mencionar algunos de sus muchos méritos.

El debut de mi obsesión por Degà Bahí se determinó por si algún torrente transitaba en su tramo final, junto a las casitas de Trinxant con Meridiana. Me equivocaba de lleno en esta apreciación, mientras no creo hacerlo en su cruce con Rogent, donde en el lado mar aún puede admirarse una proliferación vegetal muy desafiante con un muro. No cabe descartar, si bien tengo miedo a ratificarlo sin paliativos, que sea una reminiscencia del torrent de Bogatell.

Inicio de Degà Bahi con una probable reminiscencia del torrente de Bogatell | Jordi Corominas

Ese sector superior de la calle tiene otras pistas para comprenderla. Un inmueble se desmarca de homologada alineación del resto. Se trata del comprendido entre los números 11 y 13, según el catastro datado en 1861, de función residencial y una fachada con baldosas cerámicas en honor a la virgen de Vallivana, celebrada en Morella desde finales del siglo XVII.

Este edificio abre la puerta hacia el antaño núcleo rural de Can Robacols desde el carrer de Llagostera, despersonalizado en su mayor parte salvo por algunas fincas de planta poco después de su cruce con Historiador Maians, quien en 1942 robó a Llagostera su doble dominio nominal en este entorno.

El carrer de Llagostera, al fondo Degà Bahí | Jordi Corominas

Estas pasarelas hacia Robacols, a examinar en profundidad en otra entrega, se completan con Josepa Massanés, antes Infante para estrechar Degà Bahí hasta el infarto, y Pistó, a investigar con detenimiento más allá de su pacificación de hoy en día. En Josepa Massanés un callejón sin salida puede ser, tras los recientes derribos del carrer de Crehuet en Horta, el pasaje más angosto fuera de las murallas, y puedo certificarlo al haber realizado en más de una ocasión la prueba de estirarme, hasta comprobar la imposibilidad de encajar mi digno metro y ochenta y tres centímetros en su ingreso.

El pasaje del carrer Josepa Massanés, probablemente lo más estrecho fuera muralla | Jordi Corominas

Para casi concluir con toda esta pléyade de enlaces desde Dega Bahí no está de más enumerar dos sólo intuidos, como son los de Palafrugell y Serraclara. En un documento de 1960 del Archivo Municipal, Los Rius, famosos en lo literario por la saga ideada por el controvertido Ignacio Agustí, solicitaban declarar como isla industrial la zona comprendida entre Rogent, Degà Bahí, Fontova y Núria, esta última ensanchada poco después en favor del carrer de Mallorca.

Ignoro si la petición tuvo el apoyo de los laboratorios farmacéuticos Uriach. Su ingenio se enmarcaba entre Degà Bahí, Muntanya, Ripollés y Nació, destinado tras el adiós de la empresa de su origen a viviendas junto a una plaza dura, dedicada a la poetisa Carme Montoriol, y un supermercado, todo ello casi de nuevo cuño, si por ello entendemos toda construcción con una antigüedad inferior a veinte años.

Vista del carrer de Degà Bahí | Jordi Corominas

La estrechez de Degà Bahí siempre fue motivo de conflicto. Durante la Segunda República, como consta en la Gaceta Municipal, se emprendió una ampliación, insuficiente a todas luces. En los setenta, entre la agonía del dictador y el retorno de la Democracia, se realizaron trascendentales reformas entre la lógica y las protestas vecinales. Se hizo añicos el mundo de ayer, hasta con un poni de por medio y la piqueta cargándose la inconsecuencia del carrer Infante, y el presente irrumpió entre bloques de pisos y pisos asfaltados para modernizar lo añejo. Víctima y beneficiado por la iniciativa fue el passatge de Puig Madrona, hasta 1922 de Muntanya, acceso desde Degà Bahí a Mallorca, con algunas casitas amenazadas como testigo de una época cada vez más distante, sobre todo por la ausencia de su estudio, aunque ahora el reto de catalogar el patrimonio del Camp de l’Arpa puede ser una ocasión para reforzar más y mejor su identidad.

Mi deleite con Degà Bahí podría resumirse en una cuestión centrada en cómo la miro, enamorándome de su sinuosidad y la perspectiva de un horizonte donde siempre vislumbro, además de algunas descastadas de los años treinta, una extraña estructura anaranjada desde hace unos años, más seductora si se quiere porque en mis visitas al archivo no he dado con ninguna información para desmenuzar su relato. Quizá sean los muros más fotografiados por mi cámara, alucinada por cómo su longitud dinamiza todo el conjunto hasta topar, en Degà Bahí con Muntanya, con la casa Josep Sellarés, con balcones corridos en la primera calle e individuales en la segunda, donde asimismo honora, en esa fachada de singular textura, a la Virgen de Montserrat. Está fechada en 1927 y su autor es Josep Masdéu Puigdemasa, un maestro de obra muy activo en el perímetro a finales de los años veinte, perfecta excusa para agitar un poco más nuestro árbol y volver a Rogent, santo y seña para abrazar tantos milagros de este barrio extraordinario.

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