En la calle Sant Pere Més Baix número 7 se encuentra la llamada Casa Cordelles, construida en el siglo XVI para uso residencial. Este edificio medieval, hoy propiedad de la Diputación de Barcelona y sede del Espai Bonnemaison, fue adquirido y reformado en 1922 por Francesca Bonnemaison Farriols para trasladar el Instituto de Cultura y Biblioteca Popular de la Mujer, que ella misma había fundado en 1909 en la parroquia de Santa Anna (un año después se mudaría a un local de la calle Elisabets), con la alfabetización de las mujeres de clase trabajadora como principal objetivo. Las actividades que llevaron a cabo estas instituciones contribuyeron a la educación de decenas de miles de mujeres. Consta que en el curso 1935-36 en el Instituto de Cultura había matriculadas 6.200 alumnos y que en 1936 la biblioteca, que se había fundado con un fondo de un centenar de libros, ya contaba con más de 23.000 gracias a múltiples donaciones. También editaba dos revistas, Vida Social Femenina y Claror, en la que habían escrito desde Rosa Sensat hasta Lola Anglada, pasando por Aurora Bertrana y Josep Maria de Segarra.
La figura de Bonnemaison no puede decirse que haya quedado olvidada, pero con motivo del 150 aniversario de su nacimiento la Generalitat y la Diputación han decidido reimpulsarla y reivindicarla. La conmemoración del Año Bonnemaison se alargará hasta la primavera de 2023 e incluirá conferencias, rutas urbanas, una recopilación de leyendas y cuentos, y una exposición itinerante. La presentación de estos actos la hicieron la semana pasada la presidenta del Instituto Catalán de las Mujeres (ICD), Meritxell Benedí Altés, la historiadora y comisaria del evento, Dolors Marin Silvestre, y la diputada de Igualdad y Sostenibilidad Social de la Diputación, Lluïsa Moret Sabidó. Marin es autora de la biografía Francesca Bonnemaison: Educadora de ciudadanas (Diputación de Barcelona, 2004), que también se prevé reeditar a lo largo del año.
Una mujer con empuje
Bonnemaison nació en abril de 1872, en el seno de una familia que regentaba una próspera tienda de ropa en la Rambla de Barcelona, y recibió una buena educación, inusual en la época incluso entre las familias burguesas y devotas como la suya, algo diferencial que suele atribuirse a las raíces francesas de su padre, Gil Bonnemaison. A sus 21 años Francesca se casó con el abogado y periodista Narcís Verdaguer i Callís, primo de mosén Cinto, y que más adelante sería dirigente de la Liga y mentor de Francesc Cambó. Durante años, con el seudónimo Franar (acrónimo de Francesca y Narcís), la pareja publicó relatos en La Veu de Catalunya, órgano de la Liga Regionalista fundado en 1899, entre otros, por el propio Verdaguer y Callís. Cuando éste murió en 1918, su viuda decidió dedicarse en cuerpo y alma al proyecto que había puesto en marcha nueve años atrás, y que vivió el período de máximo esplendor a partir del traslado a Sant Pere Més Baix. La inauguración de la nueva sede la presidió el entonces presidente de la Mancomunicat, Josep Puig i Cadafalch.

La Cultura , como se llamaba popularmente en el Instituto de Cultura y Biblioteca Popular de la Mujer, estaba gestionada por mujeres y se daban clases de feminismo, corte y confección, cocina, cálculo mercantil, dactilografía, aritmética, gramática en diversas lenguas, taquigrafía y educación física. También se hacían conferencias y seminarios (pasaron intelectuales consagradas como Maria Montessori y Concha Espina), y contaba con una bolsa de trabajo muy activa, ya que las jóvenes formadas por la institución eran muy demandadas por industrias y comercios.
Desde sus inicios, ejerció también de punto de encuentro de mujeres de diferentes clases sociales a la salida de la misa del domingo. La mayor parte de actividades eran gratuitas, ya que se financiaban gracias al patrocinio y mecenazgo, especialmente de la vecina Caja de Pensiones, que entonces tenía su sede central en Via Laietana. Durante los años veinte, la institución a abrir sedes en la playa de Badalona, donde se incluirían cursos de natación para mujeres en la oferta formativa, y otras localidades como Igualada, Reus, Vilafranca del Penedès y Vic.
Con la llegada de la Segunda República, Bonnemaison se implicó en la vida política, participando en las campañas a favor del voto femenino (1931) y haciéndose cargo de la organización femenina de la Liga Regionalista (1932) a petición de Francesc Cambó, con quien siempre mantuvo una gran amistad. Fue una de las primeras mujeres que se presentó como candidata en unas elecciones, las municipales de 1934, pero no salió elegida. Entonces tenía 62 años.

El estallido de la Guerra Civil obligó a Bonnemaison a cerrar La Culturay buscar refugio en Suiza, siguiendo los pasos de Cambó. Terminada la guerra, regresó a la ciudad para firmar la cesión del inmueble a la Diputación, puesto que la sección femenina del Movimiento se había apoderado de la biblioteca que ella había creado. No volvió a poner los pies y murió en Barcelona en 1949. Tras la Dictadura este edificio acogió el Institut del Teatre, y en el cambio de siglo, a raíz del traslado del instituto a Montjuïc, el movimiento feminista luchó por la recuperación del espacio para las mujeres, puesto que ésta había sido la voluntad expresa de Bonnemaison cuando cedió el inmueble. Hoy, además de la Biblioteca Bonnemaison, abierta al público, el edificio acoge la Escuela de la Mujer, la Oficina de Igualdad y Derechos Civiles de la Diputación de Barcelona, y la Bonne,
Visibilizar a las mujeres
Durante el acto de presentación del Año Bonnemaison, la presidenta del ICD, Meritxell Benedí, resaltó que “el Gobierno de la Generalitat y el Instituto Catalán de las Mujeres han decidido conmemorar la figura de Francesca Bonnemaison porque estamos comprometidas con la visibilización de las mujeres y sus metas”, ya que “las mujeres recibimos una doble invisibilización: por ser mujeres, y porque a menudo hemos incidido en ámbitos obviados por el patriarcado, como es la educación o los cuidados”. Por eso, añadió, es “tan importante el reconocimiento que empezamos hoy, porque transforma las referentes que tenemos y también los ámbitos a dar valor. Se inicia la conmemoración de una mujer que fue revolucionaria para la vida de muchas mujeres porque les facilitó el acceso a la educación, un elemento clave para su autonomía.

A su vez, la diputada Lluïsa Moret recordó la figura de Bonnemaison como “mujer que innovó, transformó y que nos dejó un legado en favor del apoderamiento de las mujeres y la sororidad en una época convulsa y difícil” . Para Moret, que también es alcaldesa de Sant Boi de Llobregat, “tener vivo el Espacio Francesca Bonnemaison es ya una de las mejores conmemoraciones que le podemos hacer”. La diputada también apuntó que “la igualdad de género es uno de los puntales de la Diputación de Barcelona”, destacando “la creación de una oficina de igualdad a finales de los 90, la puesta en marcha de este Espacio en 2011 o más recientemente el LABBonnemaison”. “Esperamos contribuir a cambiar el futuro de generaciones de mujeres como lo hizo Francesca Bonnemaison hace más de 100 años”, añadió.
Por su parte, la comisaria del año Bonnemaison, Dolors Marin, detalló las principales actuaciones de la conmemoración e hizo un breve repaso por su vida. “Bonnemaison tenía un lema: toda mujer vale más cuando letra aprende”. Daba mucho valor a la enseñanza de las chicas, explicó, ya que “pasó de querer alfabetizar a chicas de clase trabajadora a crear una verdadera escuela para mujeres, que les permitió el acceso a las carreras universitarias oa los oficios relacionados con el funcionariado que se estaban creando en aquellos años”.


