Con La rialla roja (1904) de Leonid Nikoláyevich Andréyev, novelista y dramaturgo ruso, (Oriol, Rusia, 1871 – Kuokkala, Finlandia, 1919) volvemos a tener la misma sensación de siempre, que los rusos inventaron la narrativa moderna en cualquiera de sus expresiones. La novela de Andréyev se nos hace modernísima, y ​​si no te lo dijeran o, simplemente cambiaras algunos referentes argumentales, podría pasar por una novela contemporánea, incluso muy reccentada por su mensaje pacifista. El argumento de La rialla roja se explica rápido y se puede hacer porque con las grandes novelas ocurre esto. Cuentas en un par de pinceladas el argumento y el lector puede ponerse igualmente, que no pasa nada. No se ha hecho spoiler.

Enseguida te sitúa en medio del horror de la guerra, de una forma prácticamente expresionista y seguidamente, en medio de la paz, pero sin que sea imposible borrar los estragos pasados ​​en el campo de batalla. De hecho, ni siquiera llega a concretarse qué guerra es (otro detalle de extrema modernidad) Podría ser el argumento de una novela norteamericana protagonizada por un veterano de Vietnam, por ejemplo. Andréyevich pulsa fuerte el acelerador expresionista, busca darte miedo, busca comunicarte el horror y la locura: Nadie, ganes o pierdas, se sale de una manera limpia. Acabas loco, te diagnostiquen o no. Y la locura se contagia, se esparce como una mancha de aceite a todo lo que te rodea, que incluye a la gente cercana, etc. etc.

La rialla roja no deja de ser otra variante de las temáticas preferidas de Andréyev: la conciencia de la vanidad de la vida y de las convenciones humanas, que como en el caso de esta novelita se traduce en un mensaje de negación tan violento que anticipa, como decíamos, formas de hacer y temáticas del expresionismo. Simpatizante de la Revolución de 1905, rechazó la de 1917, no terminó de ligar bien con las nuevas autoridades, se exilió en Finlandia. Gran escritor de cuentos, muy popular, tiene influencias de Tolstoi (obsesión por la muerte, insignificancia de la vida) y de Dostoievski (paradojas psicológicas y religiosas). El interés morboso por las patologías humanas le llevó a escribir textos demasiado pretenciosos, demasiado alegóricos, y fue duramente críticado por los intelectuales de la época. Pero no es el caso de La Rialla Roja, donde probablemente, el hecho de que sea una novela corta, la salva. Y por el contrario, consigue lo que quiere: Burxar en la conciencia del lector, aunque sea a base de presentar casi un cuento de miedo, para hacerle casi masticar, oler, tocar, embadurnarse, con el horror de la guerra. Repetimos: Absoluta modernidad.

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