Rafael López Espí (Barcelona, 1937) es un dibujante e ilustrador de gran proyección internacional, conocido especialmente por las cubiertas para cómics, revistas y novelas, reinando en los estantes de los kioscos durante años, puesto que podía publicar, a la vez, una portada con motivos del oeste, de guerra, de superhéroes… y de terror. Diábolo Ediciones recupera en el libro López Espí. El arte de la terror (2022) una parte fundamental de la obra del autor, hasta ahora muy dispersa, difícil de encontrar e inédita en algún caso. Con motivo de la llegada a las librerías de su última obra, se realizó esta entrevista el 13 de julio de 2022.
¿Qué te ha parecido esta edición de Diábolo con la recopilación de tu obra en el ámbito del terror, dentro de su colección de cultura popular, que se está convirtiendo en un verdadero motor de investigación y recuperación del trabajo de autores fundamentales de nuestra historia?
Me ha parecido una edición excelente porque refleja perfectamente los años que dediqué a trabajar en el género del terror. Es de agradecer también que haya personas interesadas en mi trabajo y que haya habido esta iniciativa por parte de la editorial.
Este libro recupera específicamente el trabajo que realizaste en el género de terror. Muchos expertos reconocen que esta obra es el summum de tu arte, que se inicia a principios de los setenta y se prolonga durante varios lustros. Es un momento en que acumulas una gran experiencia, estás en el esplendor de tu madurez profesional y con el reconocimiento del sector por tu trabajo anterior en cubiertas que se publicaban en varios países en Europa. Y coincide con el boom de las publicaciones de terror, con un gran impacto de revistas estadounidenses, pero también con producción autóctona en cada país.
Efectivamente, yo tenía dos procesos diferentes con los que enfrentarme en mi día a día: los encargos de las editoriales españolas, en gran medida de Ediciones Vértice, y los trabajos para las agencias, en especial Bardon Art (dirigida por Jordi Macabich, 1925-2015), que vendían y revendían mis dibujos por diferentes países. Y fueron varias editoriales y varias agencias, por lo que no me faltó trabajo y podían coincidir a la vez diversas cubiertas mías en un mismo escaparate de una librería. Esto originó también que algunas de las ilustraciones que aparecen en el libro no se llegaron a publicar nunca aquí, aunque tuvieran éxito en Alemania, por ejemplo.

¿Cómo llegas a destacar como autor de cubiertas? Tienes una capacidad de síntesis y de hacer destacar el motivo concreto de forma atractiva para el posible cliente… no sé si llamarte el rey de los kioscos de los setenta porque se te reconocía perfectamente tu estilo a pesar de que eran muy diferentes entre sí.
Siempre tuve una vocación de mejorar profesionalmente, de aumentar en lo posible la calidad de mi obra, con dos objetivos claros: el de agradar y el de vender. La cubierta tenía que ser un reclamo para vender aquella publicación o, en caso de duda, que el lector eligiera la revista con mi cubierta. Tuve la suerte de coincidir con Enric Torres (Barcelona, 1940), un gran referente como ilustrador de cubiertas de género fantástico para cómics de terror y de ciencia ficción, con el que conecté muy bien a nivel personal y profesional, y aprendí muchos de sus trucos. Aplicaba su experiencia en publicidad en la realización de las portadas.
Y aquí es donde aparecen los aspectos más psicológicos de la acción de la compra por parte del lector.
Exacto, me enseñó que debía preguntarme qué debía hacer para ganarme al público. Me enseñó la importancia de utilizar un color y una composición que destacase pensando en su ubicación en el punto de venta. El arte consistía en saber combinar esos colores y esos efectos en una sola imagen, con el mínimo de añadidos posible para que los colores no se confundieran los unos con los otros, para que impactara en la mirada del cliente hasta el punto de llamarle la atención y pararlo en seco si es que iba caminando por la calle.
Aun así, fuiste más allá del color plano característico de muchas portadas que llegaban, especialmente de superhéroes, e intentaste dar profundidad con las acuarelas y una imagen más realista a la composición.
Es verdad, en parte, como te decía, debido al deseo de mejorar y la vocación de explorar mi capacidad artística, a superar mis límites. Ya había hecho un cambio drástico al dejar completamente de ser dibujante de cómic (con viñetas en blanco y negro al servicio de una historia), y centrarme en las cubiertas, pasando a una fase donde el color era fundamental y muy diferente a lo que había hecho hasta entonces. La línea de tinta desapareció, cambiando hacía un estilo más fotográfico, donde los efectos, las sombras y los matices para conseguir relieves pasan a ser claves en el nuevo estilo buscado.
En esta continua evolución y la búsqueda de la excelencia, tu trabajo en el género de terror destaca justamente por poder llevar a su máxima expresión todas esas posibilidades que indicas.
En el ámbito del terror yo tenía libertad absoluta para hacer la cubierta en todos los aspectos. Era tan prolífico en aquel momento que intentaba inspirarme en todo lo que percibía a mi alrededor. Por ejemplo, recuerdo que me entusiasmaba el trabajo de Frank Frazzeta (1928-2010), porque tenía unos matices y unas maculaturas impresionantes, pasando del negro al blanco de una manera que evidenciaba su soltura pintando. Yo quería mejorar en mi vocación y captaba como una esponja la inspiración sin llegar a copiar. Piensa que, en alguna ocasión, ante la falta de ideas, podía manchar con tinta la página en blanco y el efecto que me producía esa imagen me sugería ideas para la ilustración que tuviera que hacer en ese momento.

En el caso de las cubiertas de terror, te inspiras en el terror clásico, con vampiros, hombres lobos, personajes siniestros… y, a la vez, parecen instantes cinematográficos. Tus cubiertas no parecen poses estáticas, sino fotografías de una escena en la que se vislumbra que haya ocurrido algo antes y/o esté a punto de pasar.
Es verdad que en aquella época me influyeron mucho las películas de terror, una influencia que la acabas trasladando a tu papel. Y justamente esa era la idea, lo importante era crear un argumento en la imagen, donde el lector tenía un papel fundamental puesto que era él el que debía de imaginarse lo que podía estar sucediendo a continuación. De hecho, tengo una anécdota muy curiosa cuando, para un cliente alemán, decidí probar cambiando el estilo y realizar un collage. El editor me felicitó, le gustó mucho, pero me dijo que no lo hiciera más, puesto que mis portadas le sugerían ideas hasta el punto que algún escritor había empezado una novela a partir de la ilustración entregada.
En el libro El arte del terror podemos ver más de doscientas cincuenta páginas con tus ilustraciones y todas son completamente diferentes. Hasta en eso eras original, no explotabas un concepto o un tema, sino que empezabas de cero en cada página.
Es verdad lo que dices y formaba parte del interés que te comentaba por mejorar continuamente, con todos los riesgos que ello suponía. Por ejemplo, en el tema del oeste, era realmente difícil ser original con la gran cantidad de dibujos que se realizaba, era todo un desafío que debía resolver pensando siempre en captar la atención del posible cliente. Así que intenté siempre cambiar la vistosidad de las portadas, cambiando los colores, la perspectiva, etc. Además, el libro también incluye portadas de terror en el oeste, por lo que se abría un filón también muy interesante combinando los dos géneros.
Es verdad, de hecho, en los años setenta publicabas a la vez en diferentes cabeceras nacionales, algunas muy emblemáticas en el género de terror. Entre ellas destacan tus cubiertas en tres títulos icónicos con unos subtítulos muy sugerentes: Espectros. Historias gráficas de ultratumba (1972-1974), Fantom. Relatos escalofriantes (1972-1975) y Escalofrío. Historias gráficas de medianoche para adultos (1973-1979), las tres publicadas por Ediciones Vértice.
Fueron años muy intensos, además los trabajos se publicaban en España y en varios países europeos, en especial en Alemania e Italia. En aquella época trabajaba en mi casa y recibía los encargos nacionales e internacionales. Dejé atrás ir al estudio o a la agencia a dibujar con el resto de compañeros, y en aquella época me dedicaba a gestionar la gran cantidad de peticiones que recibía, independizado del resto de compañeros de profesión.

¿Dónde están los dibujos originales de aquella época?
En mi casa no. Muchos se perdieron, la mayoría simplemente se los quedó el editor o el agente, no tengo ningún original de aquella época. El editor consideraba que el original era de él y costó mucha energía y esfuerzo que se reconociera la propiedad del original por parte del autor.
Ese patrimonio cultural se ha perdido. En muchos casos es una pérdida incalculable. También contribuiste a dignificar la profesión con las peticiones de recuperación de los originales, las retribuciones de los trabajos realizados o las comisiones por las ventas internacionales, cuando en muchas ocasiones ese éxito resultaba invisible para el autor.
Efectivamente, había momentos y situaciones que podías hacer determinada presión (y otros instantes en que no), y mi modesta contribución y la de muchos autores de la época ayudó a mejorar las condiciones de trabajo en la profesión.
En cualquier caso, la dificultad que supone no tener los originales, la dispersión de las publicaciones y la antigüedad de las mismas pone en valor el trabajo realizado por la editorial y da idea de la magnitud del trabajo que habéis realizado.
Ha sido un trabajo arduo, de hecho, no tenía todas las imágenes que se han publicado, algunas las han facilitado coleccionistas y aficionados que conocíamos y que nos aportaron publicaciones muy difíciles de encontrar hoy en día. Y, sobre todo, con la calidad suficiente para poder publicarlo con un resultado tan espectacular como es este libro.
¿Hay alguna última cosa que quieras añadir y que no haya surgido en la charla?
Simplemente agradecer que me hayáis contactado con la finalidad de ayudar a la divulgación de este último libro publicado, y que me ayudéis a hacer llegar más fácilmente mi agradecimiento a los lectores y simpatizantes de mi obra. Quiero que sepan que su aceptación y reconocimiento es muy gratificante para mí…estoy muy agradecido a ellos y a vosotros que habéis tenido esta gentileza.


