La pandemia ha dejado como lección la importancia de un tejido industrial para salir de la crisis. Con una economía nacional sustentada en el sector servicios, que no ha podido reactivarse hasta dos años después, la apuesta por la reindustrialización es cada vez menos una alternativa y más una solución.
“La industria es lo que da estabilidad a un país”, afirma Julio Balaguer, socio responsable de Industria de PwC. Durante 1996 el PIB nacional en industria era de un 19,8% frente al 14,69% de 2020. La tendencia europea ha sido la misma, pasando de un 21% al 17,1%. La crisis de 2008 iniciaba una desindustrialización y la COVID-19 ha evidenciado la vulnerabilidad de la economía española, al ser una de las que ha sufrido una mayor caída del PIB por la falta de un tejido industrial y un elevado peso en el sector servicios, que es mucho más volátil.
La Comisión Europea ha advertido a los estados miembros de que la industria debería representar un 20% del PIB nacional. España ha logrado ser más competitiva con una reducción de los costes laborales, tal y como demuestran las exportaciones, aunque la falta de inversión en innovación, una mayor dimensión empresarial y una reducción del coste de la energía son los retos pendientes.
La pirotecnia inicia un proceso de reindustrialización
La externalización industrial ha topado con la globalización. Ha sido el caso de la pirotecnia, que debido al bloqueo del puerto de Shanghái, que es el principal exportador, ha tenido que aumentar la producción nacional.
El sector tenía previsión de alcanzar los 19 millones de euros para la verbena de Sant Joan del 2022, un 6% más que el pasado año. “La producción china solía llegar a finales de mayo o principios de junio, pero este año no podían garantizar que llegara a tiempo”, advertía el presidente de la Asociación de Fabricantes y Mayoristas de Pirotecnia de Catalunya, Josep Maria Vilardell. Desde el sector afirman que la reindustrialización no ha supuesto un sobrecoste, puesto que se ha podido ahorrar el transporte desde China y ha revertido en las empresas del territorio.
Además de los problemas de transporte del país asiático, se sumaron limitaciones de producción del gramaje máximo de los petardos por múltiples incidentes en las fábricas de producción. Por tanto, empresas como Petardos CM han establecido planes de producción nacional sobre todo en Cataluña, País Vasco y la Comunidad Valenciana y ha supuesto que se pase del 5% al 65%, aunque el precio ha aumentado entre un 10 y un 20%. De hecho, incluso el empaque se ha fabricado en Cataluña y ha permitido renovar más de un 50% del catálogo. Vilardell afirma que la intención es que se siga en la misma dirección en las próximas campañas y espera que en diez años toda la producción pueda ser catalana, aunque advierte que “hay muchos productos chinos que no se pueden sustituir”.
Petardos CM, que aglutina a un 30% de todo el mercado, tiene una plantilla de 45 personas, que se multiplica por quince en junio y alcanza los 200 trabajadores en Navidad. Por otra parte, dispone de doscientos cincuenta establecimientos, unas noventa tiendas y unos ciento cincuenta módulos temporales por toda Cataluña.
Además, ante la elevada concienciación social en torno a los efectos de la pirotecnia en niños, personas autistas y animales, Vilardell afirma que cada vez existe una mayor tendencia a las fuentes de colores por delante de los truenos. Por tanto, asegura cada vez son menos en la oferta de la empresa.


