Ahora ya no hay vuelta de hoja. Junts por Catalunya debe salir del govern. Se acaba así, de forma abrupta, una coalición de gobierno que ha ocupado durante diez años la Generalitat de Catalunya. Con una participación del 79,18%, las bases de Junts per Catalunya se han pronunciado a favor de salir de la Generalitat. Del total de los votos computados, la opción de salir obtuvo un 55,73% del total, mientras que un 42,39% lo hizo a favor de la permanencia. Sólo un 1,88% votaron en blanco.

El futuro del govern a partir de ahora

Si los consellers de Junts salen del gobierno en las próximas horas —como es previsible que suceda—, Aragonés debe ponerse en marcha deprisa nombrando a nuevos consejeros y consejeras. ERC desearía poder seducir a alguno de los ex consellers de Junts que se han mostrado partidarios a seguir (como Giró o Alsina), pero parece muy poco probable que desde Junts se les permita.

El govern de Aragonès pasa ahora a contar con sólo sus 33 diputados, y necesitará hacer filigranas para mantenerse en el poder y sacar su agenda legislativa adelante. Pero ésta es su intención. En el PSC hace meses que les alargan la mano, y los comuns ya les ayudaron a aprobar los últimos presupuestos. Así, ERC intentará jugar en ambos ejes a la vez: por un lado, tratará de consolidar una agenda progresista con PSC, comuns, y la CUP. Por otro, intentará apelar a Junts y la CUP en la cuestión nacional. No les será sencillo, puesto que de decantarse hacia un lado serán atacados por el otro, y viceversa.

Junts per Catalunya, un partido en doble crisis

El resultado obtenido no soluciona la crisis de Junts per Catalunya. Quizá, incluso, le acentúa. Si en las elecciones internas era el sector afín a Jordi Turull quién pasaba por delante del de Laura Borràs, la salida del govern es una victoria de la ex-presidenta del parlament.

A favor de la permanencia se pronunciaron la mayoría de los cargos electos de los partidos, incluyendo a la mayoría de alcaldes. Hoy, para algunas de las figuras más destacadas de Junts per Catalunya en el govern, como Victoria Alsina o Jaume Giró, es un día complicado ya que se han frustrado sus posibles expectativas presidenciales. A favor de marcharse se postulaban la mayoría de cuadros del partido sin cargo. Sin embargo, la militancia no tiene unos sueldos que dependen de estar o no estar en el govern, por lo que no tenían el incentivo que podían tener muchos de los cargos públicos.

El problema —por Junts— de la votación de hoy es que el ajustado resultado de la consulta no hace más que explicitar la existencia de dos posicionamientos, dos almas, difícilmente reconciliables. Jordi Turull tiene mucho trabajo por delante.

Un flotador para Puigdemont

Cuando parecía que la implicación de Puigdemont en la política catalana se acercaba a la irrelevancia, le llegó un flotador inesperado. El Consejo de la República nunca ha terminado de arrancar, y a nivel interno muchos de los actores vinculados a la antigua CiU ponían en cuestión su liderazgo. En el hipotético caso de que los resultados de la votación hubieran ido en la otra dirección, la vida política de Puigdemont hubiera quedado sepultada por la derrota, y sobre todo, la distancia entre Bruselas y Barcelona.

Aunque la distancia sigue presente, siendo ésta la principal amenaza a su carrera política, el simbolismo de Puigdemont como figura de Junts per Catalunya recupera un valor que había perdido.

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