Muchas son las incógnitas en torno a dónde están los límites de las nuevas tecnologías, ante una naturalización de lo digital que ha propiciado una vida híbrida con lo analógico. ¿Bienvenido metaverso?, de José Ramón Ubieto (JU) y Liliana Arroyo (LA), reflexiona sobre los retos que plantea el metaverso, y cuáles son los interrogantes sobre lo presencial y lo virtual. Dónde están los límites reales del metaverso y cómo deben de convivir ambas realidades. “El engaño del metaverso es que todo lo que puedes hacer en la realidad puedes hacerlo en lo digital, y eso es falso.”, afirma Ubieto.

¿El metaverso es el presente o el futuro?
JU: Es una promesa de futuro. Tenemos aldeas interactivas donde uno puede pasar un rato a través de la realidad virtual. Zuckerberg plantea un mundo virtual gemelo de la realidad. Está a diez años vista.
¿Por lo tanto, ahora mismo es un proyecto?
JU: Sí, es una promesa de futuro.
Se referencia a Platón o Christine de Pizan como personas que tuvieron la capacidad de crear nuevas realidades ante la frustración que vivían en el mundo real. ¿Es el metaverso una nueva realidad que huye de la frustración? ¿Cómo evitamos que lo sea?
JU: El metaverso tiene cuatro razones psicológicas: el escapismo, la necesidad de huir de la vida que tenemos; aumentar nuestra capacidad, igual que las gafas nos permiten ver más allá de nuestros ojos o el tren ir más allá de lo que pueden nuestras piernas, el metaverso como una parte de la web 3.0 nos permite hacer más cosas; ilusión de controlar nuestro cuerpo, el querer tener una exploración escáner de nosotros mismos; poder hacer las cosas sin que el cuerpo peligre, la simulación permite exponerte a situaciones con juegos que no te dañan.
¿Y hasta qué punto no acaba el metaverso con lo humano y real? ¿Cómo deberían de convivir lo digital y lo presencial?
JU: Vivimos en una realidad híbrida. Ahora se trata de en qué puede favorecer la tecnología a dicha realidad. En el libro explicamos el principio de no equivalencia, es decir, no es lo mismo lo físico y lo digital. El engaño del metaverso es que todo lo que puedes hacer en la realidad puedes hacerlo en lo digital, y eso es falso. La inmersión sensorial del metaverso no es la social. Un vínculo como existe en la realidad, sea del tipo que sea, tienes que poner el cuerpo. A las mujeres, por ejemplo, no les interesa el metaverso. Contrasta con el 83% de ejecutivos de las grandes tecnológicas son hombres. El metaverso nunca será equivalente al mundo real.
Lo digital no es la solución a todos los problemas que tenemos
¿Por lo tanto, no hay una pretensión de sustituir la realidad?
JU: No hay una posibilidad de sustituirla. Hay una operación de marketing donde se dice que será así. Con la pandemia parecía que todo el mundo teletrabajaría y no ha sido así. Lo digital no es la solución a todos los problemas que tenemos.
También has mencionado que existe un mayor interés masculino, ¿a qué se debe?
JU: El metaverso está pensado en términos de conexión más que de vínculo. El tipo de satisfacción es muy directa con un objeto, como con el sexo. Funciona más en la psicología masculina. Las mujeres hacen un tipo distinto de lo digital donde se prioriza más la conversación, otros vínculos afectivos. El porno, por ejemplo, se consume de manera masiva por parte de los hombres. Hoy por hoy, el metaverso es sexo y juegos.
LA: Como en el diseño solo hay hombres, sintoniza más con ellos. Las mujeres también tienen más molestias como mareos en el uso de los dispositivos.
Hoy por hoy, el metaverso es sexo y juegos
El metaverso está siendo impulsado por grandes compañías como Meta. ¿No nace con una jerarquización y un fin lucrativo desde el inicio? ¿Plantea el metaverso alguna forma de democratizarse y ser accesible?
LA: Se busca un retorno en una gran inversión como la que hay en el metaverso. Ahora mismo no hay ninguna experiencia de mucho éxito que no busque el lucro, aunque ocurrirá. Hay una experiencia en Minecraft, que aunque no es el metaverso, demuestran las oportunidades de lo digital, donde se prioriza el bien común al capital. Se trata de la biblioteca no censurada que recoge libros que en algunos países están prohibidos. Yo espero, que se creen metaversos desde y para la comunidad.
JU: Hay dos tendencias: los metaversos centralizados, donde todo el poder lo tiene una empresa como puede ser Meta o Microsoft. También están los descentralizados, aunque lo tienen más complicado en la competencia de inversión con los centralizados.

¿Es necesario establecer algún tipo de regulación? ¿Quién debe hacerla?
JU: Estamos en un momento de expansión de la tecnología y la regulación va detrás. La nueva constitución chilena, aunque finalmente no se ha aprobado, incorporaba los neuroderechos, lo que puedes hacer con tu cuerpo y tu cerebro.
LA: Se debe replantear la base de la regulación. Si la hacen los estados tenemos un problema, debe de existir una cooperación internacional porque sino siempre habrá agujeros. Si hay un conflicto en el metaverso entre miembros de distintos países, ¿qué regulación impera?
¿Debe de tener la misma lógica que una regulación del mundo real?
JU: El metaverso es una empresa privada, con sus propias normas. También hay un debate de si se le debe de reconocer la dignidad a un avatar (miembro del metaverso).
LA: Puede ser problemático concebir el metaverso como una realidad paralela. La experiencia es que va a ser un continuo de lo analógico y lo digital. Sería una mala noticia que los marcos regulatorios vigentes no se extendieran al metaverso y creara otros nuevos.
Los avatares pueden seguir viviendo una vez nosotros estamos muertos. ¿No desafiamos a la lógica humana, hasta qué punto es sostenible?
JU: El metaverso promete que nada muere. El programa Forever Live, permite que tu avatar siempre viva y te diseña una vida, una vez tú mueras. Prolonga tu vida a partir de los datos que haya recogido de tu vida. Puede facilitar una pérdida pero eternizarla. Existen nuevas formas de la presencia con el metaverso.
LA: La herencia digital habrá que desarrollarla. En Facebook puedes designar un heredero para que la gestione. En una cultura como la nuestra, se nos plantean dudas importantes relacionadas con la vida y la muerte.

Ahora por ahora, se habla del metaverso como algo destinado al ámbito de ocio. ¿Hay algún proyecto para trasladarlo a otros ámbitos como el trabajo, la educación o la sanidad? ¿Cómo podría mejorarlos?
JU: El metaverso con la educación plantea la gamificación, el uso del juego ante la crisis de la atención. En sanidad se crean gemelos digitales para poder ver el comportamiento que puede tener ante ciertos estímulos e incluso el ejército de los EEUU también tiene una realidad virtual que les permite desarrollar su acción real. Todos estos usos tendrán un gran uso y desarrollo.
LA: En el mundo del trabajo, en la gestión de equipos hay un gran impulso. Las empresas serán un potencial cliente del metaverso.
¿Qué puestos de trabajo actuales podría sustituir el metaverso, o sencillamente crearía nuevos trabajos?
LA: El miedo a la sustitución es ancestral. En el metaverso no hay un cálculo de la sustitución de puestos de trabajo. El Financial Times media cuántas tareas podría sustituir un robot en unas ochocientas profesiones. Hablamos de tareas, no de trabajos. Los trabajos repetitivos son los más sustituibles, mientras que los creativos, los que menos. También hay que contemplar los nuevos perfiles profesionales, como programar o crear esos nuevos robots. Todo depende del grado de adopción masiva de las nuevas herramientas. En unos cinco años, seguiremos con un acceso mínimo aún, así que le queda un largo recorrido y no debemos sufrir.
JU: Sustituir tareas humanas, creativas, que se vehiculan por la palabra, será difícil.


