Escribo estas líneas recién salido de la sala tras ver En los márgenes, con el efecto esperado tras semanas leyendo críticas y reacciones en las redes sociales: golpeado desde las entrañas, con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta que reafirma mi convicción. En esas lecturas, si algo me ha sorprendido es ver que tras tantos años, aún queda quien no es consciente de una realidad tan dura. Me cuesta creerlo, quizás por mi cercanía a todas y cada una de las situaciones que muestra la película. Bien por haberlas vivido en primera persona, bien por haberlas compartido más veces de las que puedo recordar.

Tal vez, ese desconocimiento viene propiciado porque estamos ante una sociedad dormida ante las injusticias o tal vez porque estamos tan aturdidas en nuestras problemáticas diarias y en sobrevivir, que cerrar los ojos ante los problemas de los demás sea una medida de protección y autoengaño. O simplemente una mera cuestión de falta de información.

Vivimos unos tiempos en que los grandes medios de comunicación están más preocupados por criminalizar la vulnerabilidad y la pobreza, que por plasmar las causas y sus consecuencias. Ya se sabe, si no sale en la tele no existe. La realidad no está en la caja tonta, está a nuestro alrededor diga lo que diga la prensa al servicio de un sistema que promueve y alimenta las desigualdades.

En los márgenes, nos muestra clara y abiertamente un drama social que arrastramos hace más de una década, ante la mirada pasiva de los diferentes gobiernos que van pasando legislatura tras legislatura. Rescate bancario, alfombra roja a los fondos buitre, especulación, violencia institucional y unos tribunales a su servicio, todo vale para alimentar sus intereses económicos, a costa de una ciudadanía cada vez más castigada y precaria.

Los culpables están claros, las consecuencias inhumanas también y los realizadores de la película lo conocen bien. El guión te atrapa, la cámara te absorbe y las interpretaciones magistrales te noquean, de tal manera, que sólo puedes salir del cine con una nueva sensibilización y una nueva mirada al mundo que nos rodea. Nada más hay que ver las reacciones del público y la gran aceptación que está teniendo En los márgenes. Eso nos muestra la necesidad de más cultura comprometida y valiente que promueva la denuncia social para contribuir a erradicar desigualdades.

La película es un retrato fiel de las olvidadas, por unas políticas de austeridad despiadadas hechas al servicio de los mercados. Personas que viven en una agonía constante y un sin vivir que puede ser evitable con voluntad política. Mientras eso no ocurra, solo hay que ver la deriva de la ley vivienda del Gobierno, debemos ser nosotras, la gente corriente, la que palie el sufrimiento de nuestro entorno. Esa es la gran lección que nos ofrece En los márgenes: sólo la solidaridad, el cariño y el apoyo mutuo salva y hace más sostenible la vida de quien lo pasa realmente mal. En palabras del personaje de Tosar: “Tú harías absolutamente, lo mismo. No lo harías si no lo ves, pero si lo ves no te quedan más huevos, estás involucrado. El problema es cuando te haces el loco para no mirar, qué es lo que hace la mayoría.” Directo a la yugular, como todo el metraje.

“En los márgenes” de Juan Diego Botto

Situaciones en los márgenes

Lamentablemente los desahucios hace años dejaron de ser mediáticos. No por ello han desaparecido, todo lo contrario. A pesar del actual escudo social, que termina en diciembre y esperemos se vuelva a prorrogar, las cifras actuales se acercan peligrosamente a los peores años de la anterior

crisis. Una media de 100 desahucios diarios y un total de 92.653 desahucios, son de momento el legado del actual gobierno liderado por PSOE. Dos años y medio para la historia, durante los cuales se han triplicado las ejecuciones hipotecarias, aumentando los desahucios derivados de ellas y el futuro más cercano se prevé muy complicado para las personas hipotecadas.

Recientemente, la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, ha presentado su informe anual El Estado de la Pobreza que materializa un seguimiento en profundidad y una evaluación minuciosa de los indicadores de pobreza y exclusión social en España y sus comunidades autónomas. En el informe se nos muestra como en el año 2021, un total de 13,1 millones de personas, es decir, el 27,8 % de la población española, están en riesgo de pobreza y/o exclusión social.

Resaltar del informe que algo menos de la mitad de la población española vive muy cerca del límite de sus  posibilidades, y que una de cada cinco personas (21,6 % del total de población) está ya en el límite, es decir, viven en hogares en los que se llega a fin de mes con  dificultad o con mucha dificultad. Unos 4,8 millones de personas viven en pobreza severa. Es decir, viven en hogares cuyo total de ingresos por unidad de consumo es inferior a 6.417,3 € al año (535 € al mes).

400 mil desahucios desde 2013, 13 millones de personas viven en los márgenes, y eso es lo que debemos priorizar, las personas. No olvidemos que detrás de las cifras hay personas sufriendo, sin más recurso para avanzar que las ganas de vivir aunque demasiadas veces el sufrimiento lleva al peor de los resultados.

“En los márgenes” de Juan Diego Botto

Argumento y las claves de En los márgenes

En los márgenes, muestra principalmente tres historias entrelazadas en el transcurso de 24 hs que te dejan sin aliento. La de un abogado activista (Luís Tosar) que hace lo imposible por ayudar a los demás, la de una familia (Penélope Cruz y Juan Diego Botto) con un desahucio inminente debido a una ejecución hipotecaria y la historia de una madre (Adelfa Calvo) con serios problemas por haber avalado la hipoteca de su hijo. Tres argumentos con un nexo en común: la realidad en la que se inspiran y que es la verdadera clave de la película.

Una realidad que va más allá de los desahucios. Sin profundizar demasiado en algunos aspectos que romperían el ritmo de thriller del metraje, En los márgenes vale tanto por lo que muestra crudamente como por lo que deja entrever: las colas del hambre, la precariedad laboral, el racismo, los prejuicios y las fisuras de un sistema quebrado.

Una muestra es la madre buscada por el personaje de Tosar durante la película y nos muestra la tremenda indefensión de las mujeres migrantes. Madres juzgadas por trabajar de sol a sol en precario por cuatro chavos y acusadas de desatender a sus criaturas, siempre con la amenaza de quitarles a los hijos por el bien de estos.

El eje de la trama la tenemos en Rafael (Luís Tosar) un abogado activista centrado en ayudar a los demás y dominado por una sensación de no llegar. Ahogado por un frenetismo que te contagia esa angustia de sentir que todo esfuerzo nunca será suficiente ante tanta marginación. Su implicación es tal que es incapaz de cuidar sus relaciones personales. Es un ejemplo nada exagerado de cómo vivimos y sentimos muchos activistas no importa la causa por la que nos movemos, la implicación en llegar donde el sistema falla puede ser absorbente.

Azucena (Penélope) es el vivo retrato de una mujer empoderada ante la dificultad. A pesar de todo el miedo y desesperación que la consume, está dispuesta a pelear con uñas y dientes hasta el final, convirtiendo la impotencia en rabia y coraje. Todo lo contrario que su esposo Manuel (Juan Diego Botto) dominado por la vergüenza y la resignación. Su conversación al final de la película, unas horas antes del desahucio, es oro puro. Manuel: “Vayamos antes de que vengan, ya perdimos”, Azucena: “Que me echen esta es mi casa, yo no he perdido todavía, es nuestra casa”.

Puede parecer contradictorio que dos personas con el mismo problema puedan tener actitudes tan opuestas, pero es real como la vida y quienes llevamos años en el movimiento antidesahucios lo sabemos bien. Tan real, como que son las mujeres las que luchan. Cuando se lucha por la vivienda, no se están defendiendo solo cuatro paredes, se defiende el hogar con todas sus connotaciones y valores para poner la vida en el centro. Todos los personajes centrales de la película son madres que se encargan de cuidar lo importante.

“En los márgenes” de Juan Diego Botto

Conversando con Olga Rodríguez

‘’No hemos hecho una película, hemos hecho un viaje’’

En una conversación mantenida con Olga Rodríguez, guionista de En los márgenes, hablamos del proceso para llevar adelante la película, cine social con mayúsculas pocas veces visto en producciones españolas. Cabe destacar que estamos ante un proyecto cinematográfico que inició en 2013, con un guión sin fisuras, con dos actores de la talla de Penélope Cruz y Luís Tosar implicados desde el primer momento, pero que no ha podido ver la luz hasta ahora por falta de financiación. “Cuando leían el guión nadie quería comprarlo por el tema de los desahucios”, sentencia Rodríguez.

Cierto es que si la idea de la película surgió en un momento en que los desahucios tenían una mayor difusión mediática y aceptación social, sigue siendo un tema de máxima actualidad, por mucho que incomode a los que manejan los hilos del poder. Según Olga en España estamos muy lejos de alcanzar el nivel de cine social en comparación con otros países, que no tienen tantos reparos en tocar los temas que incomodan al tiempo que cuidan sus producciones por encima de los blockbusters.

El germen que dio pie a la realización del guión fue un cúmulo de circunstancias. Una noche, Juan Diego Botto, tras acabar la función de Un trozo invisible de este mundo, obra sobre exilio y migración que estuvo realizando de 2012 a 2015, recibió la visita de Penélope Cruz. Esta, encantada con lo que había visto le animó a escribir el guión para una película. ‘’Le propuso empezar con una escena de pareja que tratara de los celos, aunque a Juan Diego no le motivó demasiado el tema y acabó escribiendo sobre cómo una situación económica nefasta acaba afectando a las relaciones personales’’. Esa relación tensa acabó derivando en una disputa producida por la ansiedad la noche antes de un desahucio y en una de las mejores escenas que podemos ver En los márgenes.

A partir de ese momento, Botto empezó la elaboración del guión junto a su pareja Olga Rodríguez, que ya había escrito artículos sobre desahucios y le acompañó en todo el proceso de investigación. Fue su enlace para que conociera de primera manos la problemática tratando con personas que estaban pasando por ella y activistas en defensa del derecho a la vivienda. La periodista recuerda un reportaje que publicó en elDiario.es en el que hablaba con dos educadoras sociales, frustradas y críticas, que contaban cosas alucinantes, “ese reportaje a Juan también le inspiró”.

Esto es una guerra sin balas

Esta es la frase impactante que recuerda Olga Rodríguez de su entrevista con las educadoras sociales y queda reflejada en la película. En nuestra conversación hablamos de las fisuras del sistema y de la falta de recursos para poder estar a la altura de la emergencia de la gente. La realidad es mucho más dura que en el guión, “pero hubo que rebajarla para poder hacerla creíble”. “Me entrevisté con muchos trabajadores sociales y su visión es muy distinta a la de los afectados, que les observan con cierto prejuicio porque de ellos depende que les den un papel que les permita parar o no parar el desahucio”.

Olga afirma con severidad que “el sistema está diseñado para la estigmatización de las personas más vulnerables. No podemos caminar siempre a contracorriente, a base de parches y tiritas, sin la construcción de soluciones concretas. Las estructuras establecidas nos dejan en los márgenes”. En la película podemos analizar esta situación a través del papel de Tosar., que nos muestra como vivimos en “un mundo de contradicciones donde todo tiene un precio” y se plantean algunas preguntas para la reflexión, ¿dónde está el límite, se pierde o se gana? ¿Con qué nivel de solución queremos vivir?

Uno de los grandes retos fue rodar todo esto de manera veraz y que no se viese forzado. Muchas veces en el cine vemos como algunos temas, a pesar de su importancia, se cuelan con calzador y pierden el efecto que se busca. En este caso “las interpretaciones son tan brillantes y está tan bien rodada, que todo encaja con fluidez”. Un ejemplo claro tenemos en la visita de Penélope Cruz a buscar el carro de comida de Cáritas. “No me des garbanzos crudos tardan mucho en cocer y gastan mucho gas”, una frase contundente detrás de la que se esconde el problema de la pobreza energética, otro de los efectos negativos que sufren las personas vulnerables que viven en los márgenes.

Hay épocas en las que toda indiferencia es criminal

Rodríguez rememora esta cita de Albert Camus al hablar sobre la historia de la madre migrada acusada de desatender a su hija por estar todo el día fuera de casa trabajando. En ella vemos otro perfil no solo ignorado, también castigado por el sistema o por la opinión pública corrompida por la mediática.

Al hablar con Olga sobre este personaje y todas sus connotaciones, subrayó que vivimos “momentos de deshumanización global contra los sectores más vulnerables, sumado al racismo creciente normalizado en horario prime time”. La derecha y su ideología avanza peligrosamente, teniendo en cuenta que “la gente es presa de sus circunstancias” y suele pagarlo con ”la estigmatización hacía los otros”. Un “genocidio de la pobreza” que afecta directamente a la problemática con la vivienda, usando principalmente el relato de las ocupaciones. “Hay mucho prejuicio con el movimiento por la vivienda debido a la mala prensa que está recibiendo”. Eso nos llevó a hablar de la PAH y su papel tanto dentro como fuera de la película.

“En los márgenes” de Juan Diego Botto

Este es un momento en el que todo suma y en el que la suma de uno, más uno, más una, más uno, más una… puede cambiar la cartografía de nuestras miradas y de nuestro futuro

Así terminaba Olga Rodríguez el prólogo Darle la vuelta a la vergüenza, para el libro del libro Gente precaria; la rebelión de los frigoríficos vacíos (Enric Llopis, 2015). Cuando vives en los márgenes, el primer estigma social con el que te encuentras es sentir vergüenza por tu situación, sentirte culpable y débil, con eso juegan los poderosos que esperan afrontemos la miseria en soledad sea cual sea el coste. Algo que también nos muestra la película, que también nos enseña el lado opuesto, la transformación personal cuando afrontamos la situación en comunidad. Sentir el apoyo de la solidaridad de aquellas personas que están en la misma situación, o lo han estado, o simplemente personas concienciadas para hacer lo correcto, es el primer paso para cambiar la vergüenza por coraje y pasar de la sumisión a la confrontación contra quienes nos oprimen.

Esa es la primera lección que nos enseñó la PAH y todo el articulado antidesahucios que vino después. Es esta la enseñanza y el corazón del mensaje que transmite En los márgenes, con la yuxtaposición de las dos historias paralelas que nos narra con un desahucio inminente y el contraste de los roles de género, también presentes, mostrando junto a la solidaridad femenina la vergüenza de muchos personajes masculinos .

En la mayoría de los casos, son las mujeres las que dan el paso adelante, “sosteniendo a la familia, luchando, creando tejido social, creando comunidad y no rindiéndose”, mientras los hombres siguen sumidos en la sensación de fracaso, en ese rol equivocado e impuesto de ser proveedores de estabilidad económica. “Incluso en el mejor de los casos, cómo es el personaje de Tosar, un abogado admirable con el que muchos podemos reconocernos. Se deja la piel por los demás, pero en su propia vida afectiva es un desastre. Ese juego de roles es una cosa que está muy presente en la película.”

Cocinada a fuego lento, en los márgenes, se nota todo el trabajo de investigación, de colaboración y las horas compartidas con familias reales, activistas y militantes de las asambleas madrileñas de la PAH. Los actores se pasaron horas interactuando con las afectadas, asistiendo a las asambleas, aprendiendo, concienciandose con la situación y eso se nota en sus interpretaciones. “Los personajes son un compendio de todas las personas que conocimos y amamos”. La escena, casi documental, de la asamblea de la PAH (llena de compañeras conocidas que reciben con sus apariciones en la película un merecido premio) está grabada sin guión, ya que todas las intervenciones son reales y son sus experiencias personales. “Fueron unas 9 horas de rodaje y fue duro montarla. Todo era importante. Nos sabía fatal tener que cortar la voz de cualquiera de ellas”.

Lo que más sorprendió a todo el equipo de En los márgenes, que describe como emocionante el haber rodado con la PAH, fue La fuerza y solidaridad de la gente. Ver como somos la gente corriente la que sostenemos el mundo cuando el mundo se derrumba.”

Grita, esta vida no es vida

si pa’ acabar el día tengo que pelear.

Lucha, porque tu voz se escucha

y sonará potente si es en comunidad.

Siente que el alma está valiente

y siempre va de frente con fuerza y dignidad”

El broche de oro a esta pieza fundamental de nuestro cine, que ilustra las consecuencias del episodio más trágico de nuestra historia actual, lo pone Rozalen con una composición que ya es un himno para todas aquellas personas que se enfrentan a la adversidad, empujadas a vivir en los márgenes.

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