En 2014, la exitosa maniobra política de David Cameron para otorgar y luego ganar el Referéndum de Independencia de Escocia le hizo pensar que podía repetir el truco dos veces. El Partido Conservador enfrentaba una amenaza existencial en su flanco derecho por parte del UKIP y Nigel Farage, aunque es discutible cuán grande era realmente esa amenaza. Algunos de los diputados euroescépticos más acérrimos del Partido habían desertado o amenazaban con hacerlo. Cameron rechazó inicialmente las llamadas a un referéndum, sin embargo, luego prometió que el gobierno conservador celebraría un referéndum de entrada o salida sobre la UE, y en las elecciones generales de 2015 se incluyó en el programa electoral. Brexit esencialmente encontró su camino en la agenda política principal para frustrar la posible división del Partido Conservador.
Este fue el logro cumbre de una larga campaña del Grupo Europeo de Investigación (ERG), un ‘grupo de apoyo a la investigación’ del Partido Conservador que se formó en 1993. Trabajaron en coordinación con UKIP y otros agentes con el único objetivo de la retirada del Reino Unido de la UE. Dicha organización ha estado en el punto de mira por la falta de transparencia de su financiación y actuar com un “partido dentro de un partido”. Al igual que el movimiento Tea Party y Freedom Caucus del Partido Republicano en los EE. UU, han podido alterar lentamente el statu quo del Partido Conservador e impulsar una agenda de derecha libertaria y de línea dura con la corriente principal.
En 2015, los conservadores obtuvieron su primera mayoría desde 1992 y el referéndum se fijó para el año siguiente con Cameron confiado en que Gran Bretaña votaría por quedarse, como lo había hecho Escocia dos años antes. Esta fue una subestimación catastrófica de las habilidades de campaña de Farage. Ciertamente, Cameron tampoco esperaba que su antiguo compañero de escuela y universidad, Boris Johnson, quien hasta febrero de 2016 siempre había sido visto como un liberal pro-UE, no esperaba que sufriera una transformación tan repentina al brexitismo. Para horror de Cameron el referéndum se perdió y él renunció al cargo un año después de su segundo mandato triunfal mientras Gran Bretaña digería el impacto sísmico que supuso abandonar la UE. Pero… ¡al menos el UKIP había sido destruido!
El post-Brexit no fue lo que nos prometieron
El tiempo de Theresa May como primera ministra entre 2016 y 2019 estuvo dominado por decidir y debatir cómo era realmente el Brexit; unión aduanera o no, salida dura o salida blanda. El centro liberal del Parlamento despilfarró su posición en la conversación al abogar por la repetición de la votación. Fue tal locura política que los autodenominados ‘hombres duros del Brexit’ del ERG pudieron establecer gran parte de la agenda y arrastrar la definición del Brexit a una posición cada vez más extrema con la ayuda de la prensa de derecha, que diligentemente gritó ‘ traidores’ desde sus titulares cada vez que se señalaba una dura verdad o se hacía una concesión a su propia verdad. La dirección laborista de Corbyn también fue declarada ‘traidora’, pero esta vez desde el lado opuesto, mientras intentaba cruzar la línea y evitar condenar el Brexit por respeto al apoyo que tenía en las comunidades obreras posindustriales, que eran el corazón laborista tradicional. May se vio obligada a renunciar, incapaz de aprobar el Acuerdo de Retiro en el Parlamento, y Boris Johnson subió al ring para entregar la fantasía sobre la que solo él estaba dispuesto a contar al público.
Su victoria aplastante de 2019 y la mayoría parlamentaria de 80 escaños fue anunciada como un punto de ruptura con el pasado, intentando aparentar que la política se había realineado fundamentalmente hacia una nueva normalidad. La decisión tardía de los laboristas de incluir una promesa de repetir el referéndum en su programa resultó catastrófica para su posición en las comunidades donde sus votantes apoyaban abandonar la UE. A la izquierda se le dijo que ya no representaba a la clase trabajadora y que las “élites metropolitanas urbanas” estaban fuera de contacto con el trabajador común a medida que aumentaban las guerras culturales.
Avance rápido hasta 2022: Gran Bretaña se ha retirado de la UE y el Brexit ha desaparecido casi por completo del discurso público. Si el mundo británico post-brexit se pensó en algún momento como la posible base de una nueva alineación para la política moderna, tal pensamiento ha quedado enterrado. La pandemia tuvo mucho que ver con eso, y también que Boris Johnson se dedicara a destrozar o su reputación e imagen pública, por lo que fue depuesto solo dos años después de su histórico mandato. “Teflón” Boris ya no existía.
Sin embargo, parece que las bases del partido están todavía obsesionadas con el Brexit la “soberanía”, y el regreso de una “gloriosa Britannia”, pues votaron para instalar a Liz Truss este septiembre. Lástima que Truss fuera una política sin talento. Era bastante predecible ver venir el accidente automovilístico. Entonces, ¿cómo se llegó hasta allí?
Liz Truss, la “Elegida” de la “Nueva Derecha”
Truss fue la candidata preferente del oscuro Instituto de Asuntos Económicos (IEA), un grupo de expertos asociado con la ‘Nueva Derecha’ que aboga por el papel de los mercados en la solución de problemas económicos y sociales. Fue catapultada al poder con los elogios de una máquina mediática de derecha cómplice y unas bases amargadas por la supuesta deslealtad de su rival Rishi Sunak a Boris Johnson. Ella representa uno de los elementos más libertarios del Partido Conservador y en ella se habían hecho realidad todos los sueños de libre mercado de la AIE. Entre la primera ministra Truss y el ministro de economía Kwarteng, era sus gentes (AIE) quienes tenían las riendas del poder. La marca de conservadurismo de una sola nación (“one nation”) defendida por Cameron y May, había sido derrotada.
El problema de ganar durante tanto tiempo es que se instala la arrogancia. Se anunció el desastroso mini-presupuesto que incluía recortes de impuestos sin costo para los ricos durante una crisis del costo de vida. El presupuesto, que procedía directamente del libro de políticas del grupo de “expertos” provocó una reacción negativa del mercado que acabó hundiendo la libra. Se ofrecieron cambios de sentido y Kwarteng tuvo que renunciar. Pero no fue suficiente ya que Truss, al carecer de un mandato público, perdió autoridad sobre su partido y los hombres de traje la obligaron a dimitir. La ideología se estrelló contra la realidad y después de casi 20 años de preparación para este momento, desde la IEA hasta el ERG, desde el Brexit hasta Truss, el proyecto implosionó.
Esta vez, el Partido Conservador no se ha molestado en consultar a las bases para no arriesgarse a caer en otra línea dura, y se ha unido un poco en torno a la elección “sensata” de Rishi Sunak. Es el primer ministro de ascendencia india del Reino Unido, un hombre más rico que el rey y no elegido por el pueblo. Probablemente intentará volver a poner de moda el 2010 e introducir la austeridad 2.0. Sin mandato público y con un Partido Conservador prácticamente ingobernable está por ver cuánto durará.
¿Un futuro laborista?
El Reino Unido todavía tiene 2 años en el reloj antes de las elecciones generales, a menos que el Partido Tory decida tirar la toalla y celebrar unas elecciones anticipadas, lo que es poco probable ya que probablemente resultaría en su extinción política. Entonces, el Reino Unido sigue siendo rehén de un partido mientras el país continúa desgarrándose.
Las encuestas han mostrado constantemente desde septiembre que si se celebraran elecciones hoy, los laboristas ganarían de forma aplastante y que el Partido Nacionalista Escocés (SNP) podría incluso ser el segundo partido más grande en el Parlamento. Se prevé que los conservadores pierdan alrededor de 320 de sus 365 escaños. Esto es trascendental ya que hace menos de tres años la nación aparentemente era conservadora y se predijo que ese sería el caso en el mundo posterior al Brexit. Sin embargo, el 2019 no fue ni un cambio ni un realineamiento fundamental, sino una coalición momentánea que se había fusionado en torno a un solo tema, aunque uno con diferentes costados y aristas. La nación ahora apoya la nacionalización de la energía y el transporte (60%+) pero los consultores de gestión en la cima del Partido Laborista no están escuchando; la gente quiere un cambio, la gente necesita un cambio.
Esta es una advertencia para toda Europa. Brexit ha obligado al Reino Unido a sentir el pellizco de manera más aguda y, sin embargo, el problema común persiste. Estamos viviendo un período donde la crisis es la norma, no el crecimiento, y mientras los políticos carezcan de imaginación, liderazgo e iniciativa para ofrecer alternativas, todos los gobiernos acabarán cayendo.
Letter from a Brit_ the story of how we got here_how the hell did we get here_ (1)


