El 29 y 30 de noviembre y el 1 de diciembre la Confederación de Asociaciones Vecinales de Cataluña (CONFAVC) organiza su Escuela Vecinal de Otoño. Tres días para debatir, reflexionar y buscar respuestas a algunas problemáticas inaplazables que se viven en barrios, pueblos y ciudades.
Tres días con tres temas:
1. La necesaria transición energética, tan anunciada como negada, todavía estos días podemos sentir todavía dirigentes políticos diciendo que la crisis climática es un invento de gente de izquierdas para desestabilizar el sistema.
2. Los discursos de odio que, a menudo, no se quedan sólo en palabras, sino que suponen actuaciones violentas contra personas por sus creencias, aspecto físico, orientación sexual, etc.
3. La imprescindible mirada feminista sobre los barrios, la política, la actividad económica, la vida, en definitiva.
Hemos puesto en marcha el Aula Virtual la cual se puede tener a su alcance el material que se publique y seguir las sesiones en streaming y en cápsulas grabadas posteriormente, cuando no haya sido posible la asistencia presencial.
Podremos compartir los argumentos de personas de reconocida experiencia en cada uno de estos ámbitos, comenzando con la conferencia inaugural de Antonio Turiel, investigador del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC) y conocido divulgador científico.
Presente y futuro, con el movimiento vecinal en el horizonte
Hablaremos de presente y de futuro, sin olvidar la historia. Las asociaciones vecinales nacieron como respuesta organizada a evidentes carencias de los territorios que iban configurando ciudades y pueblos. Había que canalizar la energía y, en no pocas ocasiones, la rabia de la gente para conseguir unos mínimos de vida digna en unos barrios fabricados a toda prisa, pensando en los intereses de los poderosos -de la construcción y de la industria- y no en las personas que tenían que vivir.
La contribución del movimiento vecinal para dar la vuelta a estas situaciones es ampliamente reconocida y no sólo en lo relativo al urbanismo más humano ya la puesta en marcha de servicios públicos de salud, educación, atención a las personas desfavorecidas, cultura, etc. Sino también a la defensa de la democracia, practicándola directamente en el funcionamiento interno de las asociaciones, reclamándola cuando no había, y defendiéndola y pedido su mejora, cuando está formalmente establecida.
Podía parecer que la labor de las asociaciones vecinales está terminada porque las instituciones en general y los ayuntamientos en particular, han hecho suyas una parte de las demandas ciudadanas. Pero la experiencia demuestra que, a pesar de haber cambiado a los actores políticos, la vigilancia regular de su actividad y la canalización de la energía ciudadana para dar respuestas a las nuevas (y, a menudo, no tan nuevas necesidades que siguen siendo actuales e ineludibles).
El rasgo principal del asociacionismo vecinal era conseguir de la forma más inmediata posible respuestas a las carencias, muchas de ellas con una notable urgencia. Quizás esta inmediatez dificultó construir proyectos más estratégicos e innovadores, a más largo plazo.
Muchos de los retos actuales necesitan intervenciones que no tendrán resultados inminentes; la inversión en educación, en nuevas fuentes de energía, en nuevas prácticas personales y sociales que no perjudiquen al Planeta, necesitan tiempo para dar frutos. Y necesitan una ciudadanía organizada, vigilante, activa y perseverante en organizaciones sociales como las asociaciones vecinales.
Impactos en los barrios: soluciones planetarias
Hoy, nuestros barrios, ciudades y pueblos, viven otra ola depredadora del neoliberalismo: la vivienda sigue sin ser un derecho, sigue siendo una mercancía. Los servicios públicos se deterioran por dejar paso a la privatización de derechos básicos como la salud y la educación. Nuestros vecinos y vecinas ya no vienen de otros pueblos del Estado, sino de otros continentes con culturas y lenguajes diferentes. El Planeta no soporta el exceso de rapiña y en los barrios se sufren las circunstancias derivadas de la crisis económica, la crisis climática, la crisis energética, en suma, las CRISIS en mayúsculas promovida por este sistema capitalista fundamentado en la obtención del máximo beneficio para unas minorías, despreciando y arrinconando a la gran mayoría de la población.
Aunque estas situaciones se viven en los barrios, las posibles soluciones no están sólo en el barrio y no son inmediatas: son necesarias propuestas de más largo alcance. El asociacionismo vecinal debe nutrirse con nuevas ideas, nuevas estrategias y nuevas alianzas para hacer frente a los peligros que amenazan la libertad, los derechos y la dignidad humana. Recuperando el papel catalizador, aglutinador y de cohesión territorial del ADN del movimiento vecinal. Desde los barrios a la ciudad, al país y al Planeta.
Con este espíritu y esta ilusión le invitamos a participar de la Escuela Vecinal de Otoño ya continuar activos para seguir la siempre necesaria lucha por la dignidad del ser humano.
Más información: https://www.trama.confavc.cat/escoladetardor
Inscripciones: https://bit.ly/3S71LcQ


