Era un secreto a voces desde hacía meses que Xavier Trias (76) estaba considerando presentarse como candidato de Junts per Catalunya a las elecciones municipales de mayo del próximo año. Todo parecía que éste sería resultado final, pero la tensa relación con el sector Laura Borràs de Junts per Catalunya, y la decisión final del exconsejero Argimon de no formar parte del equipo electoral de Trias, parecían dificultar el camino del ex alcalde. Pero no. Ya es oficial: Xavier Trias presenta su candidatura a la alcaldía de Barcelona, oficializando así la opción electoral “anti-Colau”. ¿En qué modifica la entrada de Trias en la carrera electoral?
Cuando Colau ganó la alcaldía de la ciudad condal en 2015, Xavier Trias era el alcalde. La irrupción de Colau, favorecida entonces por una energía de cambio y renovación proveniente de los movimientos sociales, situó la campaña electoral en un combate a dos entre el exalcalde y la actual alcaldesa. Ahora, con la irrupción de Trias, sucede algo similar, pero no idéntico. Ni ERC -que ha sido casi un socio de gobierno durante los últimos cuatro años, aprobando sistemáticamente los presupuestos-, ni tampoco el PSC, podían presentarse estrictamente como anti-Colau. Con Trias en campaña, sin embargo, la cosa cambia. Su propuesta pasa por intentar antagonizar con la alcaldesa para que la lucha por la ciudad se limite en algo de dos, y eso forzará tanto al PSC como a ERC a explicitar sus razones de oposición al modelo de Ada Colau. Todo el mundo contra Colau.
Es ciertamente pronto hablar de perjudicados y beneficiados, pero en la sala de máquinas de los partidos hace tiempo que especulen. En abstracto, y sin encuestas sólidas en mano, el diagnóstico parece ser claro: ERC sería el máximo perjudicado de la candidatura de Trias; aunque los modelos que representan para la ciudad Maragall y Trias tienen pocas en común, ambas formaciones comparten una parte del electorado independentista. Es cierto que el eje independencia o no independencia no es el más relevante en las elecciones municipales de una ciudad como Barcelona, pero a nadie se le escapa que es suficiente para rasgar un buen puñado de votos. Pero, además, tanto Maragall como Trias comparten también otro “activo” electoral: representar la idea de un “retorno” a un tiempo pasado que fue mejor. Dos varones de edad avanzada, con experiencia institucional. También competirán en eso.
Al PSC de Jaume Collboni le ocurre otra cosa, y es que la entrada de Trias sitúa a un competidor en el espectro del “establishment”. Hasta ahora, el PSC era la opción electoral con más opciones reales de vencer más para los representantes de aquellos agentes económicos con influencia en la ciudad como Agbar, Airbnb, o el sector inmobiliario. El problema para el PSC en este sentido es que Trias es el destino “natural” de estos intereses, más aún que el PSC. Y toda competencia, cuando se trata de espacios o grupos de votantes, es más dañina que beneficiosa. Con todo esto, parece claro que Barcelona en Comú es, sobre el papel, la formación política beneficiada por la entrada de Trias. Así que Ada Colau puede salir beneficiada indirectamente, ya que la entrada de Trias amenaza con “robar” unos votos que, seguramente, no habrían ido a parar igualmente al partido de la actual alcaldesa.
Quedan aún cinco meses por las elecciones, pero la campaña ya ha comenzado. Por ahora sólo hay una cosa segura: ningún candidato conseguirá la mayoría absoluta. Así que, más importante aunque sacar un buen resultado, los diferentes candidatos tendrán que ser capaces de tender puentes con otras formaciones políticas. Si no lo hacen, puede ocurrirles como lo que le ocurrió a Maragall hace casi cuatro años. Ganó, pero no gobernó.