La tecnología y el conocimiento son herramientas que nos permiten adoptar nuevas soluciones y abordar problemas incluso a nivel planetario como la escasez de recursos, una vacuna para la humanidad o la prevención de catástrofes naturales. Para qué las utilizamos o cómo las repartimos depende de nosotros, los humanos. La tecnología en sí misma no tiene ni género ni intencionalidad.
Hoy en día la tecnología nos ayuda a disponer de datos predictivos para hacer mantenimiento y evitar catástrofes. También nos permite compartir el conocimiento global, que es de las pocas cosas que cuando se comparte, se multiplica. Nos permite establecer relaciones sin problemas a nivel planetario y, sobre todo, encontrar soluciones que nos posibilitan actuar mejor y más rápido.
Este 2022 es el año de la historia de la humanidad en el que más conocimiento se ha generado, también es un año de adaptación acelerada a las tecnologías digitales. De hecho, ya disponemos del conocimiento y la tecnología suficientes como para resolver muchos de los problemas de salud, energía y productos alimentarios para toda la humanidad. El problema no es la tecnología sino los sistemas económicos y de gobernanza que tenemos como humanos centrados en el yo y el corto plazo.
Tenemos las herramientas para construir una sociedad sabia con las personas en el centro y en la que la tecnología trabaje para nosotros y no al revés. Sin embargo, sucede que en la actualidad aún tenemos múltiples conflictos activos y nos estamos matando con “tecnologías inteligentes” por la tierra, los recursos o la afiliación a un líder, que son causas tan viejas como el mundo, nos matemos a pedradas, con drones o ejércitos de hackers. Ahora la novedad es que el ejército digital se puede encontrar en otro lugar y actuar a ya no en remoto sino teleatacar. Eso sí, las victimas siguen allí.
Sinceramente a estas alturas del siglo XXI lo que esperaba es tener una Humanidad sabia y no una guerra analógica de mentalidades arcaicas. La tecnología de la paz estos días ha servido para mantener las comunicaciones sin censura, para el mapeo en línea de enfermos, para la vigilancia, para evitar males mayores. La tecnología, como las fronteras, es una herramienta: lo que hacemos con ellas depende de nosotros y de si las utilizamos para autodestruirnos o mejorar nuestra vida como especie humana.
Decía Einstein “Estoy absolutamente convencido que ninguna riqueza del mundo puede ayudar a que progrese la humanidad. El mundo necesita paz permanente y buena voluntad perdurable”
Como digo en el libro ‘Antes muerta que analógica’, haz el amor y no la guerra digital, que para eso también sirve.