Resumir en pocas palabras la trayectoria del periodista y escritor John Carlin es imposible. Nacido en 1956, de padre escocés y madre española, estudió Lengua y Literatura inglesa en la Universidad de Oxford. Sin embargo, tenía claro que quería ser periodista. Y lo ha sido y lo es, aunque ahora se prodiga más en artículos de opinión que en los reportajes y las informaciones y crónicas que hacía cuando era corresponsal de la BBC, The Times o The Independent en México, El Salvador, África del Sur o Estados Unidos. Después de una buena temporada en El País, ahora colabora en La Vanguardia, The Times, Clarín o Catalunya Ràdio. De sus numerosos libros el que mayor repercusión ha tenido ha sido “El factor humano”, una biografía de Nelson Mandela traducida a numerosos idiomas y llevada al cine por Clint Eastwood con el título de Invictus. El pasado noviembre publicó el último: “El futuro es lo que era” (Folch&Folch Editors), recopilación de artículos suyos de los últimos once años.
“El futuro es lo que era”. Hay un artículo dentro del libro que lleva ese título. ¿Por qué ponérselo también al libro?
Yo no lo elegí. Lo eligió la editorial, y me pareció bien. El artículo, la columna la escribí en tiempos de COVID, de confinamientos, y había muchos artículos en la prensa y en redes sociales diciendo que la vida humana iba a cambiar fundamentalmente como consecuencia de esto, nuestros hábitos, nuestro todo, que íbamos a ser más solidarios o menos solidarios. Y yo dije, ‘una mierda’, que el ser humano sigue siempre siendo básicamente lo mismo desde que bajamos de los árboles, desde tiempos de Homero y que lo fundamental no cambia. La gente tiene sus virtudes y sus vicios y sus noblezas y sus cosas, y eso no va a cambiar, no nos vamos a volver más solidarios. Lo que cambia es la tecnología, la medicina, todo esto, pero en lo esencial, nada nuevo bajo el sol.
¿Hay que interpretar que se ha vuelto un poco escéptico?
No, ¿por qué? ¿Por qué eso es ser escéptico? El mundo no va a cambiar, todo sigue igual. El ser humano esencialmente sigue siendo igual. O sea, hay avances en que vivimos más tiempo, gracias a progresos en la medicina, y nos comunicamos con más facilidad, gracias a estos aparatos móviles. Todo eso está muy bien. Quizá nos volvemos menos imbéciles, en algunos terrenos. En mi vida ha habido avances en cosas importantes, como el racismo. El mundo occidental en que yo habito es mucho menos racista ahora que cuando nací. Evidentemente ha habido también en mi vida avances muy importantes en los derechos de las mujeres, en la igualdad de las mujeres. Hay cosas así que avanzan. Pero básicamente las envidias, los resentimientos, los celos y la maldad y todo eso sigue siempre estando ahí. Y solo hay que ver, por ejemplo, la guerra de Ucrania.

Hay unos 100 artículos. ¿Con qué criterio los ha elegido?
Los eligió la editorial. Y a mí me pareció muy bien. Me quedé muy contento con mi editorial. Es gente que hizo su trabajo con mucho empeño, con muchas ganas por hacerlo lo mejor posible. Y casi hubiera sido un atrevimiento cuestionar su criterio. En general, los libros son un trabajo tremendamente arduo. Cada libro que he escrito ha sido ascender un Everest. Y este libro es un chollo, claro. Como los grandes éxitos de los Beatles, no tienen que volver a producirlos. Alguien los junta, los pone en un disco y los vende. A mí lo que más me llama la atención es que la gente de esta editorial o de cualquiera piense que mis artículos merecen ser reunidos en un libro. Sinceramente, no es falsa modestia, me sorprende. Pero si la gente lo quiere hacer, pues obviamente no voy a decir que no.
Dice que se considera un periodista maduro, pero que espera mantenerse siempre como un periodista fresco. ¿Cómo se consigue la frescura?
Es una cuestión de predisposición personal. Siempre he sido una persona muy optimista. Siempre he pensado y lo sigo pensando que lo mejor de mi vida está por delante, que lo mejor que voy a escribir está por delante, que voy a mejorar como escritor, como periodista, como todo. O sea, tengo esa idea. Esa actitud creo que contribuye. Otros dirán si lo que escribo es fresco o no pero es algo que pretendo. Y después, ser atrevido, no dejarse llevar por ortodoxias, por la manada y cuestionar esa manada. Mantener un cierto espíritu de rebeldía.
¿Qué les diría a los jóvenes periodistas que quieran ser como usted? ¿Qué les aconsejaría?
Lo que pasa es que John Carlin es el producto de muchas cosas, circunstancias de la vida y del azar que me ha llevado donde estoy. Me tocó empezar como joven periodista en una época bastante dorada para el periodismo, donde había mucho más dinero que ahora en los periódicos. También en televisión y en radio. Había muchas más corresponsalías. Forjé mi carrera como corresponsal. Periódicos como The Times de Londres apostaron por mí y me enviaron a cubrir guerras en Centroamérica, por ejemplo. Esto es bastante menos factible hoy en día. Hay menos oportunidades ahora que cuando empecé yo. Entonces, lo primero que le diría a un joven periodista que aspire a tener una carrera como la mía es: “lo tienes complicado porque yo tuve circunstancias mucho más propicias, mucho más viento a favor del que tienes tú”. Y lo segundo, le animaría un poco. Ha habido periodistas jóvenes con los que he hablado y les he dicho que hay que hacer el trabajo siempre con energía y ante todo con entusiasmo, que es el secreto de la vida, el entusiasmo. Ellos me dicen “sí, sí, pero eso es muy fácil para ti que has tenido una carrera muy entretenida y interesante en Sudáfrica, Centroamérica…”. Y yo les respondo que ese mismo entusiasmo se debe poner en cualquier historia que estén haciendo. Si trabajas en un pequeño periódico de Asturias y tu trabajo consiste en cubrir lo que ocurre en la alcaldía de un pequeño pueblo, y el momento de máxima emoción de la semana es la rueda de prensa del alcalde, pues lo haces con todas las ganas del mundo, intentas extraer el máximo jugo que haya en esa historia. No tienes que transcribir solo lo que dijo el alcalde en la rueda de prensa, sino fijarte, no sé, en la corbata que llevaba puesta, el cuadro que había detrás suyo, la mueca que hizo un miembro de su equipo en un determinado momento. Se puede hacer periodismo entretenido, informativo y de máximo nivel en cualquier contexto.
Se puede hacer periodismo entretenido, informativo y de máximo nivel en cualquier contexto
Dice que se inspira en el periodista británico Bill Dieedes, que murió pasados los 90 años, escribiendo un artículo en su cama. ¿Se ve así a los 90 años?
Este tipo, Bill Dieedes, es mi ejemplo a seguir. No necesariamente en cuanto a su visión del mundo, su ideología, que era mucho más conservadora que la mía, pero como periodista, absolutamente. Su historia es fantástica. Siendo muy joven se fue a cubrir la guerra en Abisinia, a principios de los años 30. Tendría 20 o 21 años. Después combatió en la Segunda Guerra Mundial, fue ministro en el gabinete de Churchill, creo. Dejó eso y volvió al periodismo. Fue director del Daily Telegrah durante muchos años, y después lo dejó para volver a ser reportero. Lo conocí, cuando tendría 88 o 90 años, cubriendo una convención demócrata en Chicago si recuerdo bien. Y no solo cubría cosas como convenciones demócratas en Chicago sino que iba a hacer reportajes a Somalia con 90 años. Y sí, murió con 92 o 93 años escribiendo un artículo en su cama, en el ordenador. Ese es mi modelo a seguir. No quiero parar nunca, nunca, nunca. O sea, me jubilaré solo cuando el cuerpo y la mente ya no aguanten. Antes de eso seguiré hasta las últimas consecuencias.
Se podría haber jubilado, si quisiese ¿no?
La verdad es que si me jubilo me muero de hambre. La principal necesidad, la más inmediata, para seguir trabajando es poder pagar el alquiler y la comida. Sino, estoy jodido.
¿Paga mal el Times?
No, es que lo he gastado todo, es que soy un despilfarrador. Literalmente, no puedo dejar de trabajar. Si dejo de trabajar me hundo en la pobreza, así de simple. Con lo cual, si en algún momento tuviese la tentación de dejar de trabajar, no podría sucumbir a ella porque la alternativa es la podredumbre. ¿Tú crees que yo soy muy rico? Uno vive y gasta dinero. Hay gente que cree que mi biografía de Mandela me ha convertido en una especie de millonario. Ni mucho menos. Sufro para pagar el alquiler cada mes como cualquiera.
Hablemos de algunos de los temas que trata en “El futuro es lo que era”. La independencia de Cataluña. ¿Cataluña será un país independiente algún día?
No sé, no tengo ni idea. ¿Algún día? Algún día es mucho tiempo.

¿Antes que Escocia? ¿Después que Escocia? ¿Ninguno de los dos?
Creo que Escocia, si tuviera que apostar, que preferiría que no, apostaría que Escocia llegaría a la independencia antes que Cataluña. Eso sí. Simplemente porque hay bastante más predisposición a la idea, por ejemplo, de un referéndum. Ya se hizo uno y no es descartable que de aquí a, no sé, cuatro o cinco años, haya otro. Es posible. Aquí es más difícil verlo. Y además el tema de Escocia con el Brexit, que no les gusta nada, que la gran mayoría de los escoceses votó en contra, es un factor fuerte a favor de que en un referéndum voten por la separación. Pero si algún día aquí, algún día, no sé yo, algún día puede pasar cualquier cosa. Puede ser que mañana haya una guerra nuclear y ya no nos preocupemos tanto por la independencia de Cataluña.
¿Y para los catalanes sería bueno que Cataluña fuese un país independiente?
No lo sé. Mira, estos temas de que estés a favor de la independencia o en contra, siendo un catalán, igual que el tema del Brexit y que el escocés, que tú tengas una opinión, parte de circunstancias de tu vida, de tus padres, de tus amigos en la adolescencia, en la universidad,… El equipo te elige a ti, no al revés. Y una vez que tienes tu equipo, entonces empiezas a armar las razones. Buscas las razones supuestamente empíricas, lógicas, para apoyar tu postura. Descartas, no miras las otras y vas reforzando tu posición y llegas a ese punto de convencimiento. En mi caso, como yo no soy catalán, no lo siento así. Lo que quiero decir con eso es que básicamente es un sentimiento más que un razonamiento que te lleva a ser de un bando o del otro. Después superimpones las razones. Yo no tengo ese sentimiento catalán; ni siquiera, aunque soy español ahora por nacionalidad, no tengo ningún sentimiento español, no tengo ningún sentimiento nacional patriótico en absoluto. Entonces me queda bastante lejos todo.
No es catalán porque no quiere. Lleva aquí viviendo mucho tiempo
Vamos al principio de mi vida. Yo desde los tres años dejé de ser una persona que se identifica con una bandera. Nunca. Primero mi madre española, mi padre escocés. Nací en Londres, con lo cual ahí ya tenemos un lío. Después me llevan a Argentina y me identifico con Argentina. Vuelvo a Inglaterra y después me voy de viaje otra vez a Argentina, a Sudáfrica, para aquí y para allá. Así de maravilloso. O sea que cuando llega un Mundial, yo no sé con quién ir. Más o menos voy con Argentina. Esto no lo digo así en plan oportunista. En general voy con Argentina porque ahí es donde me crié de pequeñito y ahí es donde aprendí el fútbol. En todos los lugares en los que estoy y he estado siempre soy extranjero. Yo aquí estoy encantado de vivir en Barcelona. No quiero vivir en ningún otro lugar del mundo, pero me siento extranjero aquí. Ahora estuve en Londres seis años, y también allí me siento extranjero. Da igual donde esté.
Le encanta el fútbol. Lo identifica un poco también con el sentimiento patriótico. Compara la pasión por el fútbol y la pasión por la independencia de un país
Cuando llega un Mundial o cuando hay un partido internacional es cuando, en tiempos de paz, que quede claro, es cuando la gente se siente más visceralmente identificada con una bandera. Es el momento de “uy, sí, estos son los míos”. Porque en la vida normal, a no ser que seas una persona bastante inusual, no vas todo el día pensando, “yo soy catalán, yo soy español, yo soy argentino”. Llevas tu vida y haces lo que puedes para salir adelante. Entonces en el fútbol se exacerba ese sentimiento patriótico más que en cualquier otra circunstancia, salvo en tiempos de guerra.
¿Cómo se explica lo de Argentina? Esa pasión, esa locura. 50.000 aficionados argentinos en Qatar viendo un partido de fútbol de su selección cuando el país está fatal
Como te imaginarás, he escrito y hablado bastante sobre el tema. Llevo mucho tiempo pensando que el país más fanático por el fútbol del mundo es Argentina, donde hay más profundidad de pasión y más gente que se desvive por él. Más que en cualquier otro lugar, muchísimo más que en España. Los únicos rivales quizás serían Inglaterra y Brasil. Es en parte, porque desde el comienzo se jugó muy bien ahí. Argentina ha destacado en el fútbol hace 100 años. El hecho de que en Qatar hubo más aficionados argentinos que de cualquier otro país, salvo quizás Marruecos, se explica porque pese a que el país es un desmadre total en cuanto a la economía y la gestión política, siempre hay un núcleo de gente que tiene mucho dinero, que no sé cómo lo hacen, porque yo de ganar dinero no entiendo, al menos de ahorrar dinero no entiendo nada, pero que tienen dinero disponible y de repente pueden decir de un día para otro: “me voy con la familia a Qatar”. Me encanta Argentina, me encantan los argentinos, pero es un fracaso, es un país fracasado, es un país en el que la distancia entre todo el potencial que tiene y la realidad es tremenda, es abismal. Y en este preciso momento está particularmente mal, inflación 100%, más o menos, desnutrición infantil galopante, cosas tremendas, bochornosas para un país que tiene tanto como Argentina y entonces el fútbol da a los argentinos algo a lo que aferrarse para compensar sus fracasos y deficiencias y se agarran al fútbol desesperadamente como gente que teme que está a punto de ahogarse.
Boris Johnson en Inglaterra, Donald Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil… ¿Hay algún nexo entre ellos? ¿O cada uno es una historia diferente?
¿Te refieres a qué? ¿A gente populista de derecha? A los que llegan al poder, a este tipo de personajes, ¿no?

A los que vapulea en el libro
Identificar a Boris Johnson con Donald Trump es una injusticia a Boris Johnson. He pegado todas las hostias del mundo a Boris Johnson, pero es un tipo muchísimo más inteligente, muchísimo más simpático, muchísimo más capaz de reírse de sí mismo, cosa que Trump no sabe hacer. Y por suerte existe en un contexto político que se ha demostrado que es más sólido. Él cae en desgracia y lo echan. Trump ahí sigue, siendo el favorito, aún hoy, para ser el candidato republicano. Los populistas no son sólo de derechas. Tienes a Trump y a Bolsonaro, de derechas, pero también tienes a Andrés Manuel López Obrador en México, que es de izquierda, Maduro de izquierda… También son populistas. En Nicaragua ni hablar, Dios mío. Las circunstancias de cada país son diferentes. Quizá es que vivimos en tiempos de bastante incertidumbre, de muchos, muchos cambios sociales muy rápidos, en cuanto a temas como la igualdad de las mujeres, el tema de los gays, el tema trans, el tema racial. Ha habido muchos cambios en el contexto de la humanidad en un tiempo muy corto. Hay incertidumbre, y en tiempos de incertidumbre la gente se agarra a alguien que te da un mensaje de gran certidumbre, de gran certeza y convicción. Lo que une a los populistas, sean de izquierda o de derecha, es decir “mira, ahí está el enemigo, uy, qué miedo, votad por mí y yo os voy a defender de ese enemigo”. Esto siempre ha funcionado y parece que funciona ahora más por la época bastante caótica en la que vivimos. Putin, por ejemplo, en Rusia, pero en Rusia siempre ha habido zares; da igual lo que pase.
El temor en Europa más bien está centrado en la extrema derecha
Depende de donde vengas, amigo. O sea, sí, yo estoy de acuerdo contigo, pero si eres de derecha, tu temor es Podemos en España. Yo no voy con Vox o con Marine Le Pen, pero ellos temen a la gente de lo que consideran la izquierda radical. Y claro, uno nutre al otro. Si no hubiese surgido Podemos y si no hubiese surgido el movimiento independentista catalán tan fuerte hasta hace unos años, Vox seguramente no existiría. Uno viene del otro, se nutre mutuamente.
Si no hubiesen surgido Podemos y el movimiento independista catalán tan fuerte hasta hace unos años, Vox seguramente no existiría
Hablaba de Putin y de la guerra de Ucrania. ¿Vamos hacia el desastre nuclear? ¿Se anima a prever cómo evolucionará esa crisis?
No soy un experto. Leo a muchísimos expertos, leo mucho, eso sí. Estaba estos días viendo una serie de documentales de la BBC sobre Putin. Procuro informarme lo más posible de las fuentes más expertas pero si ni ellos mismos saben cómo va a acabar esto, ¿qué te voy a decir yo? Obviamente tienes toda una gama de posibilidades. La más tremenda es que de repente Putin se sienta acorralado y apriete el botón nuclear, y quién sabe qué va a pasar. Eso por un lado. Otra posibilidad es que Ucrania gane la guerra, expulse a Rusia de todos los territorios, incluyendo Crimea, y vivamos felices y comamos perdices. Pero la realidad creo que va a ser algo por en medio. Seguramente llegará un momento en el que quede claro que ninguno de los dos va a ganar, que están absolutamente estancados, que entra una especie de cansancio de la guerra en ambos lados, y se llega a una negociación. Eso es lo más factible. Por ahora, ambos bandos todavía creen que pueden ganar. Mientras por lo menos uno de los dos crea que pueda acabar ganando, y ese es el mensaje de Zelensky de que va a reconquistar todo, incluyendo Crimea, mientras eso persista, no hay ninguna posibilidad. Y mientras Putin vea una negociación como una derrota, tampoco. Me imagino que al final habrá algún tipo de negociación en la que se llegará a una solución de compromiso en la que todos salgan perdiendo un poco, todos salgan ganando un poco. Seguramente ese es el mejor escenario, y quiero pensar que es el más posible, pero pueden pasar años hasta que lleguemos a eso.
Otro de los temas que sale bastante en el libro es el de la emigración. ¿Llegará un momento en el que desaparezcan las barreras que los países ricos ponen a los inmigrantes que huyen de la pobreza o las guerras?
Es muy difícil que se llegue a eso. Es bonito, es un mundo ideal, es lo solidario, lo caritativo, lo generoso. Se pueden ir logrando pequeñas victorias, ganar batallas, pero el racismo está muy metido en el ADN humano. Y cuando digo racismo, me refiero al tribalismo. El primer sistema de unidad humana fue la tribu, y esa idea de la tribu sigue ahí muy fuerte. Siempre va a haber, por lo menos en mi vida, y yo estoy seguro que en la vida de mis nietos y mis bisnietos, esa sospecha, en el mejor de los casos, o en el peor, miedo u odio a gente que es diferente, sea físicamente o culturalmente. La idea de que un día, en nuestras vidas, por ejemplo, lleguemos a un punto en el que vengan todos para adentro es muy complicada. Y cuando digo racismo y tribalismo no estoy hablando de, como solemos pensar en el mundo occidental, de que nosotros somos los únicos racistas, los blancos. Vete a cualquier lugar de África.
Es poden anar aconseguint petites victòries, guanyar batalles, però el racisme està molt marcat en l’ADN humà
No hay que ir más lejos de Ruanda, al genocidio. Una tribu intentó exterminar de la tierra a otra. Vas a cualquier país africano, vas a cualquier lugar de Asia, a América Latina y existen esos tribalismos y racismos en todos lados. Pero insisto, se pueden ir ganando batallas. Hay que mantener ese idealismo, ese impulso de querer combatir el racismo. Se ha avanzado mucho en el transcurso de mi vida en este tema, mucho. Mira el caso de Inglaterra. Cuando yo tenía unos 12 o 14 años, en África, Idi Amin, el dictador de Uganda, expulsó a todos los asiáticos, la mayoría de los cuales eran gente de origen hindú. Los expulsó y se fueron. Los admitieron a todos en Inglaterra, en Gran Bretaña, lo que en su momento, claro, causó, como se puede imaginar, bastante polémica, bastante debate. La gente se dividía, como siempre, entre aquellos que estaban a favor y los que estaban en contra. Ahora mismo el primer ministro de Reino Unido es hijo de gente que fue expulsada por Idi Amin, de Uganda. O sea, ha habido avances.
El alcalde de Londres es de origen paquistaní
Sí. Es musulmán. Y el primer ministro es hindú. Y la probable siguiente líder del Partido Conservador es una mujer negra de padres nigerianos, Kemi Badenoch. La estrella, la joven estrella del Partido Conservador, es una mujer que es absolutamente africana de aspecto. Ha habido avances, pero que se extermine, que se elimine el racismo, pues no.
¿Qué generación verá un mundo sin talibanes, sin terroristas de todo tipo, sin países donde se diga a las mujeres que tienen que vestirse de determinada manera o que castiguen con diez años de cárcel a dos personas porque estaban bailando por la calle?
Tú, yo y el fotógrafo no veremos ese mundo. Vuelvo al título de este libro, que el futuro es lo que era. Esas cosas que son como intrínsecas al ser humano, esos tribalismos, esas ideas fijas, ideologías, religiones, esto no va a cambiar en muchísimo tiempo, si es que cambia.
Si le pidiese algunas buenas noticias que le gustaría poder comentar en un futuro antes de que nos muramos nosotros, ¿en cuales pensaría?
Que todo este fenómeno de la inteligencia artificial no se convierta en una revolución temible en la que todos acabemos siendo esclavos de los robots. Eso por un lado. Un final lo más pronto posible de la guerra de Ucrania, que causa terrible sufrimiento no solo en Ucrania, también a los pobres soldados rusos, por los que tengo mucha compasión. Son carne de cañón de Putin. Eso sería bueno. Que Estados Unidos deje de ser un país tan loco, tan absolutamente dividido por la mitad, y lo digo porque Estados Unidos tiene un impacto muy grande en todo el mundo. Curar el cáncer. Eso estaría muy bien. Y para mí, que fumo, más necesario todavía.
¿Se considera ciudadano del mundo? ¿Cómo se define?
¿Ciudadano del mundo? Es tan pretencioso decir eso. ¿Qué he aprendido en la universidad de la vida? Estas mierdas que la gente dice. ¿Ciudadano del mundo? Qué pretencioso. ¡Qué va! Yo soy un tipo aquí como cualquiera que, por una casualidad, nació un día y hace lo que puede para seguir adelante. Y dadas las circunstancias de mi vida, resulta que no me asocio con ninguna bandera en particular. Yo eso lo agradezco. Doy gracias al azar de que no tenga una bandera y eso a mí me da un punto de liberación y de distancia de todo esto. Pero ciudadano del mundo, por favor, no me describas así porque vomito.
1 comentari
Como el traicionar al Pueblo e inventarse virus inexistentes y pocimas experimentales para arruinar y matar ¿verdad?.
Y los que lo denunciamos encima llamarnos negacionistas ¿a que si?, efectivamente la maldad existe y todos vds son la prueba.