La obsesión de los 40 millones

El PSC ha mostrado en la negociación de los presupuestos con el gobierno de la Generalitat una gran fuerza derechizadora del gasto público catalán: 1) Ampliación del aeropuerto de El Prat. 2) El llamado Hard Rock o el centro recreativo y turístico de Vila-Seca y Salou, un complejo con hoteles, salas de juego, casinos, campos de golf, parques temáticos restaurantes, piscinas… Una propuesta que Artur Mas e Isidro Fainé defendieron en su momento con fervor. 3) El llamado cuarto cinturón de Barcelona. Pero eso son aspectos que se han tratado en multitud de artículos y no precisamente con la misma perspectiva.

Aquí queremos centrarnos en un aspecto menos conocido y aún más reciente: la beligerancia del PSC contra el Plan Piloto de la Renta Básica Universal. ¿Cuáles son los argumentos del PSC contra el Plan Piloto? Básicamente dos: Que los 40 millones que costaría este Plan deberían dedicarse a los “más necesitados”, y que en una situación de inflación no deben dedicarse 40 millones a un Plan Piloto.

Primer argumento. “A los más necesitados”, es la expresión recurrente que se utiliza para defender los subsidios para pobres o extremadamente pobres, como el Ingreso Mínimo Vital o la Renta Garantizada de Ciudadanía. La evidencia del fracaso, después de muchos años de experiencia y de evidencia empírica se puede afirmar sin dogmatismos. Son muchos los materiales estadísticos, los estudios realizados de los que se dispone y la evidencia abrumadora que constatan la pobreza de los subsidios dedicados a la pobreza. Los principales problemas conocidos y ampliamente estudiados son: Trampa de la pobreza, costes administrativos inmensos, estigmatización, cobertura insuficiente, non-take-up… No se trata de un problema de gestión, se trata de un problema de concepción. No es que han fracasado los peores condicionantes, han fracasado incluso los mejores. La Comunidad Autónoma Vasca tiene uno de los mejores subsidios para pobres de Europa. Pues bien, en 2021 con datos referentes al año 2020, (en breve tendremos nuevos datos) hay un aumento del 26,87% en el número de personas en situación de pobreza extrema respecto al año 2014 —132.173 frente a 104.177 — y un incremento del 98,64% respecto a 2008 —132.173 frente a los 66.539.

Segundo argumento. La relación causal o, incluso empírica, entre los 40 millones del Plan Piloto y la inflación es puro oscurantismo. Estamos hablando de 40 millones de presupuesto de más de 40.000 millones. Jaume Collboni, el candidato a alcalde de Barcelona del PSC, propone un subsidio a Barcelona que “llegaría a unas 25.500 personas”. Según cifras oficiales, el riesgo de pobreza en esta ciudad es del 20% de la población, unas 340.000 personas.

Las razones del PSC en su obsesión por intentar evitar la puesta en funcionamiento del Plan Piloto hay que dirigirlas en un sentido bien preciso: 1) El miedo al éxito de un Plan Piloto que evidenciaría la miseria de sus propuestas de política social: los subsidios para pobres tipo IMV son un auténtico fracaso y ni el más fanático defensor se atreve a discutirlo. La pobreza de las políticas dedicadas a la pobreza tiene muchos años de historia. Da igual: hay que insistir cuando ni la imaginación ni el conocimiento dan para más. 2) El miedo a las repercusiones internacionales de un Plan Piloto que ha despertado la admiración de especialistas mundiales en la ya larga experiencia de estos planes en todo el mundo. 3) El miedo a que Cataluña vuelva a estar en la discusión internacional y debido a una política social innovadora. Se acabó el cachondeo para el PSC: monárquicos y constitucionalistas, de acuerdo, pero progresistas en políticas sociales, como última trinchera. Ni eso les quedaría por ir repitiendo.