Los futbolistas, que tradicionalmente provienen de entornos de clase trabajadora e inmigrantes, suelen ser retratados en la esfera pública como personas que, aunque tienen talento en el juego que juegan, tienen poco más que ofrecer a la sociedad. Se les pinta como playboys de poca inteligencia, egoístas y obsesionados con el dinero, mientras que los medios fingen repetidas conmociones por sus salarios inflados como si fueran personalmente responsables de los excesos inflados del fútbol moderno.

En el Reino Unido, esta narrativa ha sido destrozada por el mítico ex futbolista británico — y actual comentarista —Gary Lineker, quien, al usar su plataforma para resaltar la difícil situación de los más vulnerables, expuso las problemáticas reglas de “imparcialidad” de la BBC, presionó al gobierno, y desencadenó una movilización entre otros futbolistas y trabajadores de la BBC que se solidarizaron con él.

La controvertida reforma del derecho de los solicitantes de asilo

La semana pasada, el primer ministro Rishi Sunak anunció una nueva legislación gubernamental dirigida a los solicitantes de asilo con el eslogan “Stop the Boats” estampado en una bandera británica de fondo. La óptica trumpista dominaba la escena cuando el primer ministro británico de origen indio anunció un cruel paquete de medidas de asilo: según la nueva legislación, todos los refugiados (niños y niñas incluidos) que lleguen en barco al Reino Unido podrán serán automáticamente detenidos y luego deportados a su país de origen, o bien a Ruanda, donde el Reino Unido ha firmado un acuerdo de inmigración. Además, a estas personas se les podrá negar el acceso al sistema de justicia para apelar las decisiones.

La prensa de la derecha celebró el anuncio y promocionó encuestas de opinión instantáneas que mostraban el supuesto apoyo público de la ciudadanía con el proyecto legislativo. El Partido Laborista no criticó las medidas, sino que informaron de que de llegar al gobierno serían aún más eficientes en la promulgación de leyes de asilo internacionalmente ilegales. Los índices de aprobación de Sunak augmentaron mientras continuaba avivando las guerras culturales para desviar la atención de la grave situación económica del Reino Unido, una táctica que ya empleó en enero contra la comunidad trans.

Esto dejó un vacío en la crítica dominante de la izquierda, y aquí es donde llegamos a Gary Lineker. El martes pasado, el exfutbolista tuiteó que se trataba de “una política inconmensurablemente cruel dirigida a las personas más vulnerables”, apuntando, además, el uso de un lenguaje “no muy diferente al utilizado por Alemania en los años 30”. Lineker, un hábil comunicador, puso el foco sobre las víctimas de este proyecto de ley y trazó paralelismos con los efectos peligrosos del uso de un lenguaje deshumanizante, al tiempo que evitó el uso de descripciones incendiarias como ‘fascista’ o ‘nazi’.

Esta crítica provocó una enorme reacción de los medios de comunicación de derecha y de los miembros conservadores del parlamento, quienes aullaron durante días que Lineker debería “limitarse al deporte”, que había violado las reglas de imparcialidad de la BBC, y había ofendido al público británico con una comparación con la Alemania nazi. La propia BBC publicó titulares sobre la “situación” de Lineker, y los laboristas también se unieron al coro de críticas diciendo que no “estamos de acuerdo ni con lo que dijo ni con lo que pensaba que era correcto decir”, continuando así con su tendencia de caminar al paso de los conservadores. El miércoles, Lineker no se amilanó y dijo que él siempre defendería a los “sin voz”, y destacó la hipocresía de los “campeones de la libertad de expresión” de la derecha que querían despedirlo.

Los deportistas también pueden tener una voz política relevante

Para el viernes, después de que la BBC intentara que Lineker aceptara una solución que él consideraba inaceptable (la cual se desconocen los detalles), anunciaron que no presentaría el “Partido del Día” (Match of the Day) que debía de narrar el sábado hasta que hasta que la situación pudiera ser resuelta. La declaración hizo que pareciera una decisión mutua de ambas partes; sin embargo, tal estrategia se desmoronó rápidamente.

Pocos minutos después, Ian Wright, ex estrella del Arsenal y actual comentarista de la BBC que suele compartir pantalla con Lineker, anunció que, en solidaridad con su compañero, él tampoco estaría disponible para la narración del sábado. Rápidamente Twitter estalló en anticipación de que la tercera estrella presentadora del Match of the Day, la leyenda de Newcastle Alan Shearer, anunciara sus intenciones. Y así fue: minutos después el ex futbolista dijo que él tampoco estaría disponible para presentar el programa. La BBC retrasaba entonces la decisión sobre qué hacer con Lineker para el viernes, lo que indicaba una cierta cesión ante la presión política. Claramente no predijeron lo que siguió.

Para cuando se suponía que la cobertura deportiva de la BBC se transmitiría el sábado, habían perdido a los presentadores de sus otros dos programas de fútbol, ​​​​lo que los obligó a ser eliminados del horario del sábado. Había seis partidos de la Premier League programados para mostrarse en el Match of the Day, pero en otro movimiento dramático, los seis comentaristas programados anunciaron que también se unirían al boicot. Y no solo los equipos de presentadores: también los reporteros del estadio de la BBC y el personal de producción en general se unieron al boicot. BBC Radio 5 Live (su canal de radio deportiva) también se vio afectada, y la estación reemplazó tres horas de transmisión en vivo programada con podcasts pregrabados. Es más, la Asociación de Futbolistas Profesionales afirmó que sus jugadores representantes habían expresado que no querían realizar las entrevistas posteriores al partido con la BBC.

Como las encuestas de opinión actualizadas indicaron que el público apoyó abrumadoramente a Lineker, el Partido Laborista cambió rápidamente su tono para criticar a la BBC. Incluso el primer ministro Rishi Sunak emitió una declaración que destacaba los talentos futbolísticos de Lineker, mientras ponía distancia entre el gobierno y la BBC. Las estaciones de radio se llenaron de elocuentes exjugadores de fútbol que se posicionaron en contra de la extralimitación de las reglas de imparcialidad de la BBC impuestas a los presentadores de deportes, pero también de la hipocresía subyacente de aquellos que alentaron las críticas a Qatar, pero obviaron las críticas al gobierno del Reino Unido. Continuaron argumentando en contra de la política de asilo y destacaron los elementos raciales del proyecto de ley.

En cuestión de horas, las acciones de un exfutbolista habían creado más solidaridad para los refugiados y el escrutinio de una relación acogedora entre los medios y el gobierno que cualquier medio o partido político de izquierdas. Es más, el mundo del fútbol se mantuvo unido detrás de él provocando consecuencias devastadoras para la BBC, que en una semana se ha hecho más daño a su credibilidad que en cualquier otro momento en la memoria reciente.

El lunes, la BBC anunció que Lineker volvería a presentar “Match of the Day”, y la BBC se disculpaba públicamente con el público y con Lineker. Lineker no estará sujeto a ninguna regla con respecto a su uso de las redes sociales, como él mismo subrayó cuando usó sus tuits nuevamente el lunes para señalar que su situación no es comparable con la de aquellos que huyen de la persecución o la guerra. Lineker: 1, medios de comunicación de derecha, el gobierno y la BBC: 0.

Artículo en versión original en el siguiente enlace: Football, politics, and solidarity_ the case of Gary Lineker

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