La responsabilidad de esta situación no es exclusiva del sistema educativo. En la medida en que existen sectores económicos que contratan a jóvenes sin estudios, la tentación de abandonar la propia formación se incrementa. Antes de la crisis de 2008, esto fue muy evidente en la construcción y la restauración; ahora, en una sociedad muy desarrollada y de base tecnológica, la economía se dualiza: por un lado, profesionales altamente cualificados y, por otro, mano de obra con un trabajo poco remunerado, al que no es necesario acreditar demasiadas competencias profesionales. Dicho esto, es necesario reconocer que la comunidad educativa de Cataluña, en un sentido amplio, no está logrando revertir la situación y dar una respuesta eficiente a un problema tan relevante. El análisis de los datos y su evolución evidencian algunas cosas. En primer lugar: en relación con 2021, el porcentaje de AEP en los varones se mantiene prácticamente estable y en las mujeres, empeora 4,3 puntos (de 9,9% a 14,2%). En la secuencia diacrónica desde el 2008, nunca había ocurrido algo así. En segundo lugar, un 40% de los alumnos de CFGM y un 24% de los de Bachillerato no se gradúan. Es verosímil que un porcentaje de quienes abandonan el Bachillerato se matricule, después, en CFGM. En tercer lugar: las pruebas de competencias básicas, de carácter censal, que realiza el Departamento de Educación a 6º de EP y 4º de ESO muestran una evolución negativa en el último año. Es verosímil que un porcentaje de quienes abandonan el Bachillerato se matricule, después, en CFGM. En tercer lugar: las pruebas de competencias básicas, de carácter censal, que realiza el Departamento de Educación a 6º de EP y 4º de ESO muestran una evolución negativa en el último año. Es verosímil que un porcentaje de quienes abandonan el Bachillerato se matricule, después, en CFGM. En tercer lugar: las pruebas de competencias básicas, de carácter censal, que realiza el Departamento de Educación a 6º de EP y 4º de ESO muestran una evolución negativa en el último año.
En la medida en que hay sectores económicos que contratan a jóvenes sin estudios, la tentación de abandonar la propia formación se incrementa
El diagnóstico es claro: tenemos un problema estructural en el sistema educativo de Cataluña. La pedagogía comparada, a partir de la experiencia de otros países, debidamente adaptada, puede servir de guía, así como los informes internacionales al respecto. Sin embargo no estaría de más preguntar a los educadores, a los maestros y profesores que cada día y, a menudo, en condiciones difíciles, están a pie de trinchera, qué piensan, cómo creen que se podría encauzar la situación. En la lucha por no condenar a miles de jóvenes cada año a vivir en la precariedad, no sobra nadie. Todo el mundo debe sentirse comprometido: alumnos, educadores, escuelas públicas y privadas, familias, instituciones y asociaciones, administraciones, sindicatos… Y el Departamento de Educación debe ser capaz de crear un marco de colaboración entre todos los sectores para remediarlo, sin apriorismos y con voluntad integradora. Porque este no es un asunto más de los que hay sobre la mesa, es el gran reto, aquí y ahora. Hay que tener sentido de lo esencial, saber priorizar las políticas públicas para ir a la raíz, al principio y fundamento. El objetivo de país debe ser multiplicar las oportunidades educativas que ofrecemos a los niños y jóvenes, para desarrollar a fondo sus talentos, su musculatura intelectual, artística, social, física, emocional y espiritual.
Un problema tan complejo como el que estamos analizando no se resuelve de la noche a la mañana, obviamente. Lo importante es consolidar una tendencia positiva. Si comparamos la evolución de los datos de AEP del último quinquenio, entre 2017 y 2022 España ha pasado del 18,3% al 13,9% y la Unión Europea del 10,6% al 9,7%. En cambio, en Cataluña no existe prácticamente mejora: de un 17% a un 16,9%. Se deben buscar las causas de este estancamiento.
La Asociación Bastiments se siente llamada a aportar tres breves reflexiones, para enriquecer el debate sobre cómo reducir la AEP. En primer lugar, constatamos que los alumnos presentan un creciente déficit de atención a clase y de concentración en las tareas a realizar. Esta situación no contribuye en absoluto al éxito académico. Deberíamos reflexionar sobre el papel que juega la tecnología, e internet concretamente, en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Un argumento a favor del uso de ordenadores en el aula ha sido la voluntad de conectar la escuela con la realidad que le rodea. Pero, como dice el filósofo Finkielkraut, una cosa es preparar a los alumnos para vivir en el mundo y, la otra, la pretensión de que la lógica del mundo entre en la escuela. En Francia, por ejemplo, se ha prohibido el móvil en los centros educativos para los menores de quince años, con el entendimiento de que este dispositivo distorsiona la dinámica académica. En definitiva, la innovación con apoyo tecnológico podría convertirse en un sorprendente caballo de Troya del fracaso escolar, en la medida en que favoreciese la dispersión mental de los alumnos y no les ayudara a profundizar en el conocimiento curricular.
Los alumnos presentan un creciente déficit de atención a clase y de concentración en las tareas a realizar
En segundo lugar, pensamos que es necesario desplegar a fondo, y sobre todo con la dotación económica necesaria, el Decreto 150/2017, de 17 de octubre, relativo a la educación inclusiva, el cual establece la estrategia pedagógica a seguir para favorecer éxito educativo de todos los alumnos, atendiendo al proceso madurativo y la situación personal, familiar y socioeconómica de cada uno. La detección y el tratamiento temprano de las dificultades en el aprendizaje resulta primordial para lograr la escuela, evitando la desconexión de muchos alumnos y su posterior abandono durante la secundaria. La personalización se convierte en la clave de vuelta del sistema educativo. Una buena orientación a lo largo del itinerario formativo, acompañada de una tutoría personal y familiar que haga crecer a los alumnos y les ayude a gestionar la propia realidad,
En tercer lugar, nos mueve el convencimiento de que en Cataluña todas las escuelas son necesarias, independientemente de su titularidad. Es necesario crear las condiciones para que el conjunto del ecosistema educativo se implique a fondo, y comparta las buenas prácticas, en la lucha a favor del éxito y en contra de la segregación escolar. Atendiendo a este objetivo la Administración pública debe facilitar los recursos y velar por que todas las escuelas garanticen un proyecto educativo de calidad, y con los objetivos pedagógicos orientados a alcanzar el éxito educativo de todo el alumnado, para que las familias puedan elegir con libertad de acuerdo a sus convicciones y en condiciones de gratuidad.