«Y tú, ¿qué quieres ser de mayor?», probablemente, esta sea una de las preguntas más frecuentes con la que deben de lidiar los infantes y que, en ocasiones, puede ser generadora de estrés y ansiedad, por si no lo tenemos claro o, lo que es peor, sí lo tengamos decidido, pero no coincide con lo que se espera que hagamos. Además, la acción de escoger tiene cuenta atrás (siempre hay una fecha límite que añade presión), y, una vez seleccionado el camino, puede que sea difícil de cambiar o, en caso de hacerlo, que tenga un coste importante (en tiempo, en dinero… o en disgustos). Y se empieza bien pronto, ya en la escuela y, sobre todo, en el instituto. Y no acaba aquí.

El entorno cultural y social tiene un impacto fundamental en la elección de la carrera profesional. También, la situación económica del país en ese instante, en especial, el mercado de trabajo (¿os suena la expresión: «es que esos estudios no tienen salida»?). Y será fundamental el contexto familiar o tribal de cada individuo, agravado en caso de que haya una tradición o una moda que condicione la profesión a estudiar. En contraste, se debe de sopesar las aptitudes y capacidades de la persona y, sobre todo, su vocación, que es lo que debería inclinar la balanza en esa dirección deseada.

En una encrucijada similar se encontraba José Antonio Pérez, cuando en 2007, con veinticinco años, estaba cansado de su trabajo como diseñador gráfico. Quería dedicarse al cine y dirigir sus propias historias. Y escribió un guion en el que su protagonista vivía una situación similar a la suya, con los miedos propios de cambiar o no de profesión, en medio de una situación de gran tensión laboral. Acabó de escribir las 120 páginas y quedaron guardadas en un cajón, literalmente, durante casi tres lustros… hasta ahora.

El sello Evolution Comics de la Editorial Panini publica Matar a la bestia (2022), donde el autor sorprende con un cambio de registro notable, en un cómic trepidante autoconclusivo, en el que un despiadado asesino siembra el pánico en los pastos de los alrededores de la ciudad de Sevilla, la ciudad natal del dibujante y guionista de la historia. También es responsable del color, un color que se convierte en un distintivo fundamental en la trama, además de crear una atmósfera inquietante en algunas escenas, especialmente las que suceden en la noche o en interiores oscuros (muy bien resueltas, siendo un reto representarlas en papel), donde se perpetran los homicidios, que contrasta con las imágenes diurnas con una intensidad lumínica propia de los rayos solares de esa latitud.

El protagonista de la historia es Juan, de 35 años, casado y con dos niños pequeños, que trabaja en la policía científica, unos estudios y una profesión que, aparentemente, escogió su padre, preocupado por asegurarle un futuro profesional estable y con un buen sueldo. El cáncer terminal de su progenitor favorece que se reúna la familia en el hospital y emergen recuerdos que subyacen en la memoria colectiva. El abuelo abandonó a su mujer e hijos, y el padre de Juan asumió el papel de padre de familia desde muy joven, trabajando duramente toda su vida. Solo quería que su hijo y sus sobrinos no pasaran por todos los sacrificios y trabajos por los que tuvo que batallar toda su vida.

En una de las viñetas, uno de los sobrinos le reconoce a su primo Juan que él mismo es el resultado de las injerencias de su moribundo padre, producto de las circunstancias del momento: «Tu padre también me organizó la vida, sin pedir permiso. Pero de buena fe. Porque la criatura también hubiera querido vivir de otra forma. Pero se sacrificó por todos nosotros». En su caso, la profesión escogida fue la de carnicero, una profesión digna y noble, con una formación de una duración más corta que otras opciones, que le permitía una incorporación casi inmediata al mercado laboral, una vez conseguidas las competencias pertinentes.

Matar a la bestia está firmado por Jape, el nombre artístico de José Antonio Pérez, que triunfa desde hace años con sus populares guías de cómo dibujar manga, kawaii y chibi, editadas por Panini. Jape destaca en las redes sociales, como Twitter, Instagram o Facebook, y, sobre todo, con sus 2,3 millones de seguidores en Youtube, que, con un estilo coloquial y muy pedagógico, nos enseña a dibujar desde su proyecto 365 Bocetos, que le sirve de plataforma de difusión de los diferentes productos creados. Entre ellos, sobresalen los cortos animados del personaje Niña repelente, con más de un cuarto de millón de seguidores en youtube, aunque las visualizaciones de los vídeos se cuentan por millones, cada uno de ellos, y son unos cuantos desde que comenzaron sus aventuras en 2009.

El cambio de registro de Jape en este cómic es evidente, en el estilo y en el resultado final, con una historia de ficción, con acción, costumbrismo, reflexión e intriga, muy visual y contundente. En el relato, el autor realiza una alegoría sobre esa bestia invisible que nos atenaza a todos y que no siempre la sabemos identificar. El padre del protagonista supo que su bestia era el cáncer que acabaría con él. Para Juan, aparentemente, parece que su bestia es el conflicto permanente en el que vive desde hace años, por no poder dedicarse a lo que realmente le motiva: ser dibujante de cómics. En cierta manera, Jape efectúa un paralelismo con su historia personal, cuando en 2008 sufrió una crisis de ansiedad relacionado con el trabajo que estaba realizando en ese momento. El policía del cómic no puede dormir, le tiemblan las manos, la presión le impide moverse en ocasiones y tiene un malestar general, producto de la fatiga y la tensión… la medicación apacigua solo momentáneamente su ansiedad. Solo le alivia una cosa: dibujar.

En Matar a la bestia también se percibe, fugazmente, la importancia del agente del artista (con un efecto motivador, controlador y generador de oportunidades), y del editor (persona conocedora del sector, del producto y del mercado). Y se subraya un factor latente omnipresente: la estabilidad económica del dibujante y, consecuentemente, la necesidad de financiar las etapas creativas (que pueden no tener ingresos, a la espera de las ventas posteriores), que duran meses en el caso de un dibujante de cómics. Esta obra le ocupó a Jape unos cuantos.

A Juan, el protagonista del cómic, le recomendaría que se leyera el informe anual de la Asociación Cultural Tebeosfera (disponible el informe completo en pdf). En concreto, los resultados del año 2022, el primer ejercicio con una cierta estabilidad después de la pandemia, muestran que se ha batido un récord histórico en cuanto al número de publicaciones que llegaron al mercado: 4.563 cómics diferentes (sí, cerca de 90 novedades a la semana). Un poco menos de un 10% eran cómics autóctonos editados por primera vez (entre ellos, Matar a la bestia), y el número de autores españoles que publican aquí su obra gracias a la traducción de su trabajo en el extranjero supera a los que trabajan directamente para una editorial española (entre ellos, Jape).

En realidad, le recomiendo la lectura del informe de Tebeosfera, la Asociación para el estudio de la Historieta, a todas las personas implicadas en el sector del cómic. Por mi parte, me reafirmo en mi propuesta de solución que publiqué hace apenas un año, en el artículo Una solución sistémica para el sector del cómic (2022), y más teniendo en cuenta que la situación actual es peor que la de entonces según los datos presentados. Al resto de personas, espero que lectores o futuros lectores, os animo a que compréis, regaléis y leáis cómics de cualquier tipo, no tenéis la excusa que no tenéis donde elegir… además, seguramente, seáis la bestia del sector, y os aseguro que no quieren mataros, precisamente.

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  1. Todos los artículos escritos por este autor (Jordi Ojeda) son una lección de objetividad sobre la crítica constructiva. Siempre marcan una diferencia sustancial respecto a lo que se escriben en otros medios.

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