Miguel Pajares ha publicado “Bla-bla-bla. El mito del capitalismo ecológico” (Raig Verd Editorial). Es un análisis muy bien documentado del reto que representa hoy la emergencia climática a la vez que una denuncia de lo que califica como las “mentiras” de la neutralización de emisiones y el cero limpio. La alternativa que propone este licenciado en Ciencias Biológicas, doctor en Antropología Social y autor de libros como “Refugiados climáticos”, es construir una alternativa basada en el decrecimiento sostenible. Leer “Bla-bla-bla. El mito del capitalismo ecológico” lleva a la conclusión de que la otra alternativa es el colapso de la humanidad.
¿O decrecimiento sostenible o colapso de la humanidad? ¿Es la disyuntiva en que nos movemos? ¿No hay un camino intermedio?
Creo que sí, que esa es la disyuntiva. El camino que aparentemente está en medio, y por el que apuestan gobiernos, empresas, etc. del crecimiento sostenible, del crecimiento verde, lo que se está demostrando hasta el momento es que nada de lo que se hace en esa dirección está suponiendo un descenso del consumo de combustibles fósiles. Lo que están planteando gobiernos y empresas, que se basa en desarrollo de energías renovables, hidrógeno, captura de carbono de la atmósfera, todo un conjunto de alternativas que no ponen en cuestión el crecimiento económico, y que incluso se espera que sean las propias grandes corporaciones las que encabecen todo ese proceso -de hecho las que más fondos públicos están recibiendo para este tipo de actuaciones son las empresas, petroleras, energéticas-, queda claro que no reduce el consumo de combustibles fósiles y, por lo tanto, no reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. O sea, que sólo el decrecimiento nos puede llevar a una reducción real y rápida de las emisiones, y por tanto es o eso o ir a una situación de desastre climático que, efectivamente, amenaza con un colapso de las sociedades humanas.
¿Por qué hemos llegado ahí?
Hemos llegado ahí porque durante mucho tiempo ha habido mucho negacionismo climático. Ahora ya no, los gobiernos asumen que el cambio climático, la crisis climática es una amenaza de gran magnitud para la humanidad. Eso está asumido. Las empresas, incluso las más negacionistas como las petroleras, ahora dicen que lo entienden y que ya están poniendo sus propias medidas. Por tanto, hemos llegado ahí hoy porque, hasta hace muy poco, no se han empezado a hacer cosas efectivas. Los gobiernos hablaban cada vez que se reunían en las COP (Conferencias de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) de afrontar el gran problema que es el cambio climático y tal, pero luego no hacían nada. Eso no se traducía en los presupuestos generales de los estados, ni en políticas gubernamentales concretas. Y ahora sí, ahora se traduce; es decir, hemos dado un salto hacia adelante, ahora hay ministerios de transición energética, ahora hay dinero para todas estas cosas, está en los presupuestos de los estados, en las políticas de los gobiernos.
Solo el decrecimiento puede evitar llegar a una situación de desastre climático que amenaza con el colapso de las sociedades humanas.
¿Pero lo asumen? ¿Los gobiernos y las empresas dicen que lo asumen, pero podemos fiarnos de ellos o es ‘bla-bla-bla’?
Esto es conveniente precisarlo un poco. Creo que los gobiernos están haciendo cosas reales. Lo que pasa es que al mismo tiempo digo que es ‘bla-bla-bla’ porque esas cosas son absolutamente insuficientes y, además, no van en la dirección de lo que sería efectivo para afrontar la emergencia climática. Cuando decía antes que el decrecimiento es la única forma de reducir realmente las emisiones, es algo que los gobiernos no tienen asumido en absoluto, estamos lejísimos de eso. En el momento en que el PIB no crece todo lo que esperábamos que creciera, todo el mundo se pone nervioso. Por tanto, estamos muy lejos de que los gobiernos empiecen a entender que hay que olvidarse del crecimiento del PIB, que hay que replantear todo el sistema productivo para que sea un sistema de menos emisiones. Hay muchas cosas que se pueden hacer, desde el desarrollo del ferrocarril, en lugar de seguir planteando la construcción de autopistas, etc., llevar el transporte de mercancías al ferrocarril, desarrollar toda una industria de reciclaje, de reutilización; o sea, economía circular. Debería estar habiendo ya, por ejemplo, una carrera de ingeniería del reciclaje con distintas especializaciones, y toda una industria. Tiene que haber una relocalización industrial de todo lo que se ha llevado a producir a Asia, etc., producirlo más cerca para reducir el transporte mundial,… Hay muchas cosas que se podrían estar haciendo, y no se está haciendo nada de eso. Lo único que los gobiernos están planteando es que hagamos crecer las energías renovables o fabriquemos hidrógeno para sustituir la gasolina por hidrógeno en determinados transportes, cosa que es una falacia. Sí que están haciendo cosas, pero ni de lejos se aproximan a lo que realmente se tiene que hacer para afrontar la emergencia. Y en ese sentido es ‘bla-bla-bla’. No es el mismo ‘bla-bla-bla’ que podríamos haber dicho hace 10 años. Sí que se hablaba, pero no se hacía nada, era ‘bla-bla-bla’ al 100%. Ahora es ‘bla-bla-bla’ en el sentido de que se hacen cosas, pero que estamos muy lejos de hacer lo que se tiene que hacer.
Para tener un sistema de menos emisiones hay que olvidarse del crecimiento del PIB y replantearse todo el sistema productivo
Eso en lo que concierne a los gobiernos. Las empresas son de fiar o todo lo que hacen es greenwashing?
En lo que concierne a las empresas, el ‘bla-bla-bla’ es mucho más acentuado, porque efectivamente hay mucho greenwashing. Hay de todo, hay empresas medianas, pequeñas, con empresarios muy concienciados en este tema que están haciendo cosas muy bien hechas, pero, en general y sobre todo cuando hablamos de la gran empresa y, más aún, cuando nos vamos a las energéticas, automovilísticas, las grandes emisoras, lo único que están haciendo son lavados de imagen. Entramos ahora a la página web de cualquier energética y todo es verde, todo son fotos de aerogeneradores y tal. Sin embargo, la realidad es que siguen siendo las grandes emisoras. En España, el ranking tiene a Repsol en primer lugar y a Endesa en el segundo. Todas las energéticas están en los lugares más altos de empresas emisoras. Y eso no está cambiando, porque obviamente estas empresas no ponen en cuestión su modelo de negocio. O sea, lo que quieren es sacar beneficios, y se sacan más si se sigue tirando de combustibles fósiles y se complementa con energías renovables, pero siempre buscando lo que dé más beneficio. Por tanto, ahí no hay unas políticas climáticas reales. Si muchas empresas han apostado por las renovables es porque hay fondos para ello, porque eso les da dinero, porque hay ayudas y porque ahora son baratas. La energía renovable ahora es barata, es incluso más barata que el gas. Las energéticas tienen mucha energía renovable ahora porque les va bien para el negocio, pero eso no ha hecho reducir el consumo de combustibles fósiles, porque lo que no quieren es sustituir el gas de las casas por electricidad; eso, no. Cuando producen electricidad sí que la están produciendo, en parte, con renovable, pero les interesa mantener el gas para la calefacción de las casas, que es una de las fuentes emisoras importantes. Mantienen su negocio y todo lo que explican de su compromiso es greenwashing, campañas de imagen.

Cuándo hay que dejar de extraer combustibles fósiles?
Hay que dejar de extraer ya. Los gobiernos tendrían que decir que van a empezar a reducir la extracción de petróleo, de carbón… Primero de carbón. De carbón ya se ha hecho en muchos países. A nivel mundial, el carbón sigue suponiendo el 27% de la energía que se hace. Y eso no ha variado gran cosa, porque en Asia se sigue utilizando muchísimo el carbón. En Estados Unidos se sigue utilizando bastante, en Europa no tanto, pero en la Europa del Este mucho. Incluso países de la Unión Europea, y la propia Alemania, también. Pero lo que más energía aporta sigue siendo el petróleo. Entre petróleo, carbón y gas aportan el 80% de la energía, el 82 y pico. Hay que empezar ya a reducir, y es urgente hacer una planificación de la economía que lo permita. La clave está en que la economía, si sigue como funciona ahora y si los que mandan son los negocios empresariales, eso no permite reducir el consumo de combustible fósil. El contenido de un móvil, sus distintas piezas, están fabricadas en cien países distintos como media. Eso implica un transporte mundial de un lado para otro hasta llegar al sitio en el que se ensambla todo, y luego se le añade el transporte para las ventas. Se ensambla en Asia y se vende en Europa, en Estados Unidos, etc. Si tenemos que empezar a reducir los combustibles fósiles, hay que cambiar el sistema productivo. Esa es la clave. ¿Cuándo tenemos que empezar? Ya. Los datos los ha aportado la Naciones Unidas, que dijeron que para no superar los dos grados de calentamiento global, desde el 2020 teníamos que estar cada año reduciendo un 6% el consumo de combustibles fósiles. Y, en cambio, sigue aumentando. El hecho es que está aumentando el consumo de combustibles fósiles, a pesar de todo el desarrollo de las renovables.
Los gobiernos hacen cosas pero ni de lejos se aproximan a lo que realmente se tiene que hacer para afrontar la emergencia climàtica.
O sea que tenemos que dejar de extraer petróleo pero consumimos más que nunca.
Sí, y se sigue buscando. Se sigue buscando al mismo ritmo que se venía buscando. Hubo algunos países que empezaron a plantear recortes en las prospecciones para buscar nuevos pozos. Reino Unido lo hizo en el mar del Norte, Noruega en los mares árticos que controla, pero con la guerra de Ucrania todo esto se ha echado para atrás, y todo el mundo está buscando más petróleo como locos. Y más gas.
Dice que la declaración de emisiones y el cero neto son una mentira.
La definición que Naciones Unidas dio del cero neto es cuando se recogen de la atmósfera tantas emisiones como se producen. Lo que hay que saber es que, para que eso sea posible, las emisiones tienen que ser muy pequeñas, porque lo que se puede recoger de la atmósfera es poco. Si aceptáramos que el cero neto es un objetivo, pero que solo se puede conseguir con unas emisiones muy bajas no tendría ninguna objeción a la idea del cero neto. Lo que pasa es que la idea del cero neto se está utilizando para decir “ya recogeremos de la atmósfera todo lo que estamos emitiendo y ahora seguimos con nuestros negocios, porque no hay que preocuparse por las emisiones que estamos haciendo”.
¿No se fía?
Es que no se podrá. Podemos llegar a recoger el 1% de las emisiones que hacemos. Esos son cálculos para el 2030. Más adelante puede subir ese porcentaje, aunque es dudoso. Un instituto de finanzas del gobierno de los Estados Unidos recientemente le recomendó al gobierno dejar de aportar dinero a los proyectos de instalaciones para captar CO2 de la atmósfera porque van a fracasar. Han fracasado todos los que se han intentado y van a seguir fracasando. El gobierno de los Estados Unidos está poniendo mucho dinero para eso. Se lo está dando, además, a las petroleras, que son las que presentan proyectos más potentes de captura de carbono de la atmósfera. Y la Unión Europea, algo parecido.
¿Estamos tirando el dinero?
Sí, en este tema se está tirando mucho el dinero. ¿Por qué se hace? Se hace porque los gobiernos no se atreven a hacer un planteamiento global como el que comentábamos antes. Tienen que decir que se está poniendo dinero para la transición energética, que se está poniendo dinero para todo esto. ¿Por qué se tira el dinero? Según nos dicen los científicos, es lo que se está haciendo. Cierta captura se tiene que hacer. Por ejemplo, instalaciones de captura de carbono en las centrales eléctricas. Todas deberían estar dotadas ya de eso. Las centrales eléctricas que siguen quemando gas deberían tenerlas, porque la captura de carbono de la chimenea es más fácil que de la atmósfera. La captura de carbono, según está saliendo el CO2 por una chimenea, es mucho más fácil. Cuesta menos dinero, es más fácil, porque el CO2 está en mayor concentración. Capturarlo de la atmósfera es mucho más difícil. Reducir las emisiones capturando de sus chimeneas ese CO2 que emiten muchas empresas debería ser una obligación. Pero una cosa que cito en el libro es que, en el 2020, el gobierno del estado de Wyoming, en Estados Unidos, obligó a todas las empresas a poner instalaciones de captura en sus chimeneas, a las energéticas y a otras. Las empresas dijeron que sí. Recibieron además fondos para hacerlo. Y en el 2022, dos años después, comunicaron al gobierno que no lo iban a hacer porque no era posible, porque costaba mucho dinero. Estamos hablando de las chimeneas. Imaginemos la captura de la atmósfera. Por eso digo que, al final, estos compromisos de reducción de emisiones, estos compromisos de cero neto que están asumiendo los gobiernos se basan en falacias, se basan en cosas que no van a funcionar.

¿La transición energética de funcionar con combustibles fósiles a hacerlo todo con energías renovables es una utopía?
Es una utopía si seguimos gastando la energía que gastamos. Es una utopía absoluta. No es posible que las energías renovables nos den la energía que nos están dando los combustibles fósiles. Repito que los combustibles fósiles, hoy por hoy, están aportando el 82% de la energía. El resto lo aportan la nuclear, las renovables y la hidroeléctrica. Dedico bastante espacio en el libro a hacer el cálculo de cuánta electricidad necesitaríamos para sustituir por completo a los combustibles fósiles y hacerlo todo con electricidad. Con electricidad que además proviene de fuentes renovables. Y la conclusión clara es que eso no es posible. Las energías renovables no tienen una tasa de retorno energético como la de los combustibles fósiles. La tienen muchísimo más baja. Necesitas gastar mucho más para producir un megavatio en renovable. Necesitas gastar una cantidad de energía que es mucho mayor de la que se necesita para un megavatio de petróleo. O el equivalente en energía. Esa es una primera dificultad, la tasa de retorno energético. La segunda y gran dificultad es que las energías renovables dependen de unos metales que son escasos y se han hecho cálculos según los cuales si tuviéramos que tener en renovables toda la energía actual necesitaríamos convertir la tercera parte del suelo terrestre en minas. Si vamos de Barcelona a Granollers, tendríamos que estar viendo minas constantemente, y así en todo el Planeta, en toda la superficie terrestre, aparte del desarrollo de la minería marina, que esto es algo que las Naciones Unidas y muchas organizaciones ecologistas están tratando de evitar por los daños que puede causar. Eso es hipotético porque no podemos remover todas las tierras para buscar minerales. Porque si no están concentrados gastamos mucha más energía en sacar esos minerales que la energía que nos van a dar después. Los minerales tienen que estar concentrados para que sean rentables; es decir, en minas. La minería es buscar donde están concentrados los minerales, zonas donde haya mucha cantidad de un determinado mineral y sacarlo de allí. Más allá, puede seguir habiendo ese mineral, pero si ya no está tan concentrado no es rentable sacarlo. No podría removerse la tercera parte del suelo terrestre porque no tendría ningún sentido.
No es posible que las energías renovables nos den la energía que nos están dando los combustibles fósiles.
Lo pinta muy negro…
Es que al final todo lleva la misma conclusión. Hay que reducir el gasto energético. Y eso quiere decir reducir el consumo.
Habría que convencer a los gobiernos de que la subida del PIB no es una noticia para triunfar en los informativos, que no es bueno. Y esto no lo hace ningún gobierno
Por eso, precisamente, las políticas de los gobiernos no son las que se tienen que hacer. Mientras los gobiernos estén empeñados en el crecimiento del PIB, no estarán haciendo la transición energética y ecológica que necesitamos. Es así de dramática la conclusión. Todo el libro está desarrollado para explicar esto.
Acaba diciendo que “si conseguimos salir más o menos indemnes de esta crisis, también estaremos viviendo en una sociedad más justa”. Esto de, si salimos más o menos indemnes, suena alarmante…
Lo que digo en el libro es que esta gran transformación ecosocial que necesitamos pasa por desarrollar una economía diferente, una economía más solidaria, más social, basada en cooperativas, basada en redes de consumo de proximidad, basada en movilidad compartida, basada en construcciones de viviendas diferentes donde haya servicios comunes, basada en una agricultura campesina, agroecológica, que necesite menos combustibles fósiles, menos fertilizantes y todas estas cosas. Esto es lo único que nos llevaría a reducir el consumo energético, a reducir el consumo en general y, por supuesto, a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Este tipo de sociedad es una sociedad más igualitaria, más justa. Por eso ahora se habla de justicia climática. No se habla sólo de lucha contra el cambio climático, sino de justicia climática, de vincular la lucha climática con la lucha social, con las políticas de igualdad, con combatir las desigualdades, con combatir esa concentración tan brutal de la riqueza que se está haciendo a manos de las élites corporativas y financieras. Todo ese conjunto de acciones que nos puede llevar a una sociedad de menos consumo energético es lo que nos lleva a una sociedad más igualitaria. Y ahí está la idea final esa de que si salimos más o menos indemnes de la crisis climática, estaremos viviendo en una sociedad más justa, porque sólo así podremos salir.

¿Indemnes del todo no saldremos?
No, del todo no. Eso está muy claro ya. Llegamos tarde. Pero lo que también es cierto, y eso lo ha dicho Naciones Unidas en su último informe, es que todavía estamos a tiempo de evitar lo peor de la crisis climática. Todavía estamos a tiempo de mantener un calentamiento global por debajo de los dos grados, y evitar que la crisis climática se convierta en el colapso de las sociedades humanas.
¿Se lo cree?
Sí; que estamos a tiempo, sí. Otra cosa es que vea materializándose en el horizonte los cambios tan radicales que se tienen que hacer. Ahí tengo más dificultad, porque ¿seremos capaces de vencer al poder corporativo y financiero que, por ahora, es el que marca las líneas de desarrollo económico, unas líneas basadas en sus intereses, en su negocio, y que, por tanto, no nos pueden llevar a reducir las emisiones? ¿Seremos capaces de eso? No lo sé. Lo que sí sé es que eso es lo que tenemos que intentar.
Convencer a la gente de que tiene que bajar su ritmo de consumo para evitar el colapso climático no es fácil
Cada vez hay más gente concienciada en esta dirección y más comunidades organizándose, más municipios que están haciendo políticas de autoconsumo, comunidades energéticas, etc. Todo eso está creciendo muy deprisa. Y luego ha habido todo ese movimiento juvenil, Fridays for Future y otros, que ha desarrollado mucha conciencia. Eso en cualquier momento puede volver. El 2019 fue un año de inflexión en ese sentido, de un crecimiento del movimiento climático muy grande. Luego vino la pandemia de 2020 y lo frenó. Pero, en cualquier momento puede relanzarse con mucha fuerza. Eso hará que los gobiernos empiecen a entender que la sociedad está demandando otra cosa, porque hoy por hoy un gobierno que dijera que hay que reducir el consumo perdería las elecciones. Y por tanto ninguno lo hace. Pero a lo mejor dentro de pocos años es al revés. Y entonces empiezan a haber cambios de gobierno y cambios de políticas mucho más profundos, mucho más en la dirección de lo que estamos señalando. Ni soy optimista ni soy pesimista. Digo que esto es lo que hay que hacer y hay que impulsarlo. Y hay que estar ahí. O nos podemos quedar con lo que decía Gramsci del pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad. A lo mejor somos pesimistas porque vemos que la sociedad no tiene por delante una perspectiva de cambio como el que se necesita pero hay que mantener el optimismo de la voluntad, de ir a por ello.
Hoy por hoy un gobierno que dijera que hay que reducir el consumo perdería las elecciones. Y por tanto ninguno lo hace. Pero a lo mejor dentro de pocos años es al revés
En el 2100 no estaremos ni usted ni yo, pero ?como se lo imagina? ¿Estará todo inundado? ¿La temperatura habrá subido 4 grados?
Si hemos llegado a los 4 grados, probablemente el nivel del mar haya subido entre 1 y 2 metros. Todas las ciudades costeras estarán en una situación muy delicada, muchas de ellas ya semidestruídas, y otras cerca de eso. El 40% de la población mundial vive cerca de la costa. Si las costas se vuelven inhabitables, la situación de la humanidad será dramática. Eso, por lo que se refiere a la subida del nivel del mar. Luego está el hecho de que, con un calentamiento de 4 grados, la pérdida de las cosechas será masiva, con lo cual la posibilidad de alimentar a los 10.000, 11.000 millones de personas que se suponía que habría en el 2100 -que no las habrá, precisamente por este motivo- es muy pequeña. Entonces, en el año 2100 podemos tener un planeta y una humanidad en una situación radicalmente distinta a la que tenemos ahora. Es lo que nos están diciendo los científicos si hemos llegado a un calentamiento de 4 grados. Un informe de Chatham House decía que la posibilidad de una pérdida simultánea de cosechas a nivel mundial en el mismo año, que se pierda una parte importante de todas las cosechas, es ahora muy reducida. Se están perdiendo cosechas por el calentamiento global, pero se pierden en unas zonas y en otras, no, depende. Pero puede darse una situación, si sigue aumentando el calentamiento, en que podría llegar al 50% la posibilidad, la probabilidad de pérdida simultánea de las cosechas en todo el mundo. Si eso se da…
Apaga y vámonos
Exacto. Pensemos en lo que eso significa.
¿Y usted ve eso?
Tenemos que saber que eso puede pasar. Lo que tenemos que hacer es ser conscientes de que estos son peligros que existen, y acelerar la acción para evitarlos.