Da la casualidad que, en estas dos películas, la actriz protagonista es la alemana Sandra Huller. En el film de Glazer, actúa con toda la frialdad y sobriedad posible, de acuerdo con el tono del largometraje. Pero también de un rol que no hace trampas en el guion. En cambio, en la película de Triet, a Huller se la ve sobreactuada entre un francés, que no domina, y un inglés con el que acaba hablando en los momentos clave sin que esté realmente justificado la elección de su papel por parte de la realizadora (eso sí, ya había trabajado con ella en su anterior film, igual de sobrevalorado, Sibyl). El jurado, seguramente, habrá entendido que, antes que tener que escoger Huller como mejor actriz de la competición entre uno de estos dos títulos, era preferible premiarlos en oro y plata, pero equivocándose de orden. El trabajo de Glazer no es solo una quirúrgica puesta en escena sobre que el Holocausto todavía nos atormenta, con una mala conciencia sobre las decisiones tecnócratas que se siguen tomando desde el poder, sino que también es una experiencia contemporánea donde el sonido es una parte integrante del malestar de este contracampo, con una apertura y un cierre siderales compuestos por Mica Levi.

“La Chimera”, de Alice Rohrwacher, ignorada
En este desdoblamiento de Huller como eje de los dos primeros premios del festival, se ha perdido por el camino y no figura en ningún lugar del palmarés la sublime La chimera, de Alice Rohrwacher, que es la película más conmovedora de la competición. Es curioso que los dos anteriores largometrajes de la italiana sí que fueran premiados en competición y, este, que culmina una trilogía sobre un mundo mágico entre campesinos, familias atípicas y una brillante tercera entrega sobre arqueología emotiva, se ignore lo que explica Rohrwache tanto de la intimidad del país como de su historia reciente y antigua.
Esto no quiere decir que el resto del palmarés sea mediocre. A diferencia, por ejemplo, del año pasado, sí que están presentes otros films que han ofrecido en esta edición un nivel, en general, bastante alto. Es verdad que con algún otro resbalón. Sí que es merecido que el mejor guion se lo lleve el japonés Hirokazu Kore-Eda por Monster. El ya Palma de Oro en una ocasión y tras su escapada no tan afortunada el año pasado en Corea del Sur con Broker, tiñe con su última película una red de personajes e historias en una ciudad mediana del Japón que juega muy hábilmente con los diferentes puntos de vista y, sobre todo, construye una entrañable historia de amor homosexual platónico entre dos escolares que consigue hacer huir del sentimiento de culpabilidad.
El galardón como mejor actriz lo obtuvo la actriz turca Merve Didzar por Las hierbas secas, de Nuri Bilge Ceylan, siempre a un gran nivel. En este film de más de tres horas, Ceylan sigue explorando las zonas más alejadas de su país, con una trama y diálogos que avanzan sin prisas y de forma cautivadora. De hecho, el realizador otorga a sus protagonistas femeninas la visión más optimista y de futuro, en contraste con la melancolía misántropa de los personajes masculinos. Y ofreciendo una vía de salida al reinado de Erdogan, que parece que no se acaba.
La recompensa al mejor actor ha sido para el veterano japonés Koji Yakusho, que en Perfect Day, de Wim Wenders, encarna otro personaje solitario que limpia los lujosos lavabos públicos de Tokyo, pero acompañándose de buena literatura y de una banda sonora ideal de los años sesenta y setenta del siglo pasado. De aquí el título Perfect Day, por la canción de Lou Reed. Es para Wenders, otro Palma de Oro, una manera de encontrar en esta obra minimalista una inspiración que había francamente perdido en las últimas décadas.
Y, hablando de misantropía, el finlandés Aki Kaurismaki aporta con Fallen Leaves una terapia en este mundo inhóspito y sin piedad, con información en la radio continua sobre una tan próxima guerra de Ucrania para los personajes, con dosis de humor y ternura. Posiblemente, esta historia de dos perdedores que se acaban consolando mutuamente es más de película que una realidad en el día a día, pero es la antítesis por brevedad y esta sana ironía de la vana trascendencia de Anatomie d’une chute.
Más extraño es que la mejor dirección vaya a parar al franco-camboyano Trần Anh Hùng por La Passion de Dodin Bouffant (The pot-au-feu), una oda a los orígenes de la celebrada cocina francesa a finales del siglo XIX con la mitad del metraje dedicado a la preparación de los platos. A cuatro manos, Benoît Magimel y Juliette Binoche también viven una historia de amor, que no es lo que convence más, pero aparentemente el jurado se lo pasó muy bien con las escenas gastronómicas.
Los olvidos de la puesta en escena
Como puesta en escena, había candidatas bastante más acertadas. Empezando por lo opera prima de la franco-senegalesa Ramata-Toulaye Sy, Banel e Adama, que filma una hipnótica versión en el desierto subsahariano de una Medea que quiere liberarse de las costumbres locales sin perder sus ideales. Un cine africano liberado de las buenas intenciones. Hablando de ironía, algo que había perdido desde hace bastantes años el italiano Nani Moretti, este presentó Il sol dell’avvenire (Hacia un futuro radioso), que consigue tomar distancia respecto a la política de su país y del cine, en general, para proponer otras vías menos contaminadas. Y tampoco hubiera sido tan extraño otorgarle la mejor dirección a la austríaca Jessica Hausner, que con Club Zero ha sido quien más ha dividido a la crítica. Sus detractores, bastante irritados, la acusan de banalizar según qué causas ecologistas y humanitarias. Sinceramente, lo que hace Hausner es poner ante sus contradicciones cierta izquierda, de la cual también forman parte una buena parte de los críticos, a quienes le cuesta reconocer por qué a menudo fallan teorías tan bien pensantes. La mirada de Hausner es incómoda, pero de esto va el cine.
Por su parte, la dirección de Todd Haynes en su May December -un cara a cara Julianne Moore/Natalie Portman sobre el tabú del amor entre adultos y menores- es digna de este autor sin ser una de sus obras mayores. Una temática que también abraza Catherine Breillat en L’Été dernier, en una confrontación entre Léa Drucker y el novel Samuel Kircher que la francesa Breillat salva por un guión que no busca ningún mensaje y funciona por la química de los dos actores.
Finalmente, la ausencia entre los premiados del chino Wang Bing, por su documental Juventud, también marca una falta de riesgo por un género que raramente está en competición y, fundamentalmente, por su lúcido retrato de las nuevas generaciones sin pasar por el filtro del régimen. En un estrato inferior, sin desmerecer, quedan las obras de la tunecina Kaouther Ben Hania, con Les Filles d’Olfa, y la francesa Catherine Corsini, con Le Retour; el característico puzzle Asteroid City del estadounidense Wes Anderson; y los films históricos Firebrand, del brasileño Karim Aïnouz en la Inglaterra pre-anglicana, y Rapito, del italiano Marco Bellochio sobre la pérdida del poder papal. Son más prescindibles la excursión moralista del francés Jean-Stéphane Sauvaire en el Nueva York más lúgubre de Black Flies, que sólo se explica que estuviera en competición por la presencia de Sean Penn, y, desgraciadamente, un Ken Loach que se despide a los 86 años con una película, The Old Oak, con refugiados sirios en el norte desindustrializado de Inglaterra y las reacciones xenófobas, que tiene más de manifiesto político de adiós que de cine.
No parece que el jurado haya dudado en su selección porque, a diferencia otras veces, no ha habido ex aequo ni premios especiales al que tienen derecho al menos en un caso. Pero disponían de motivos para hacerlo si hubieran querido. Esta cosecha de Canes 2023 todavía tenía más jugo para exprimir que no se ha acabado de aprovechar.
PALMARÉS CANNES 2023
Palma de Oro: Anatomie d’une chute (Anatomia d’une chute), de Justine Triet (Francia)
Gran Premio: The Zone of Interest, de Jonathan Glazer (Reino Unido/Alemania)
Premio del Jurado: Kuolleet lehdet (Fallen Leaves), de Aki Kaurismaki (Finlandia)
Mejor Dirección: Trần Anh Hùng (Francia) por La Passion de Dodin Bouffan (The pot-au-feu)
Mejor Guión: Hirokazu Kore-Eda por Monster (Japón)
Mejor Actriz: Merve Didzar (Turquía) por Kuru Otlar Üstüne (Las hierbas secas), de Nuri Bilge Ceylan (Turquía)
Mejor Actor: Koji Yakusho (Japón) por Perfect Day, de Wim Wenders (Alemania/Japón)
Cámera de Oro (mejor primera película en todas las secciones): Bên Trong Vò Kén Vàng (Inside the Yellow Cocoon Shell), de An Pham Thien (Vietnam), presentada en la Quincena de Cineastas
Mejor Cortometraje: 27, de Flóra Ana Buda (Hungría)
Mención Especial Mejor Cortometraje: Fár, de Gunnur Martinsdóttir Schlüter (Islandia)
UN CERTAIN REGARD
Premio Un Certain Regard: How to Have Sex, de Molly Manning Walker (Reino Unido)
Premio del Jurado: Kamal Lazraq (Marruecos), por Les Meutes (La jauría)
Mejor Dirección: Kadib Abyad (La madre de todas las mentidas), de Asmae El Moudir (Marruecos)
Premio Ensemble: Crowrã (La flor de Butiti), de João Salaviza y Renée Nader Messora (Portugal/Brasil)
Premio Nueva Voz: Augure, de Baloji (RD Congo/Bélgica)
Premio de la Libertad: Goodby Julia, de Mohamed Kordofani (Sudán)
QUINCENA DE CINEASTAS
Label Europa Cinemas : Creatura, de Elena Martín Gimeno (Cataluña/España)
SEMANA DE LA CRÍTICA
Gran Premio: Tiger Stripes, de Amanda Nell Eu (Malasia)
L’OEIL D’OR (PREMIO DEL DOCUMENTAL) ex-aequo
Les Filles d’Olfa, de Kaouther Ben Hania (Túnez), presentada en competición
Kadib Abyad (La madre de todas les mentidas), de Asmae El Moudir (Marruecos), presentada a Un Certain Regard
Texto completo en París/BCN