Xavier Trias ha ganado las elecciones en Barcelona. Ahora ya puede decirse que la lista personalísima de Junts per Catalunya, que ha escondido la marca del partido durante la campaña, se ha demostrado acertada. El efecto Trias ha funcionado. Sin un programa sólido ni propuesta concreta alguna —más allá de sacar el carril bici de la Vía Augusta—, Trias ha ganado basando la campaña en dos factores que se han demostrado cruciales: la nostalgia de un pasado mejor y el anticolauisme.
Los resultados han sido tan ajustados como prometían las encuestas. Una noche de infarto, especialmente en las sedes de Barcelona en Comú, PSC y Junts per Catalunya; el exalcalde convergente ha logrado quedar por delante de sus dos principales rivales, y su regreso a la alcaldía de la capital catalana es ya una realidad cercana, aunque no total: en las próximas semanas, Trias, que no tiene mayoría absoluta (son necesarios 21 de los 41 escaños), deberá reunir los apoyos necesarios para hacer realidad su preciado regreso al frente del consistorio.
El PSC de Jaume Collboni, que se presentaba como cabeza de lista del PSC por tercera vez consecutiva, queda en segunda posición con 10 escaños. Pero el candidato socialista, que decidió dejar sus responsabilidades de gobierno para centrarse en la campaña, no ha dicho todavía la última palabra. Si hay una alternativa al liderazgo de Trias, ésta pasa por un pacto que incluya a Barcelona en Comú y, tal vez, ERC. Éste ha sido, de hecho, el tripartito que ha gobernado de facto la ciudad en los últimos cuatro años.
Barcelona en Comú ha perdido las elecciones y ha quedado en tercera posición con 9 concejales, repitiendo los mismos resultados que en las elecciones del 2019. Esta vez, sin embargo, no se divisa ningún “milagro” que vuelva a situar a Colau al frente de la ciudad. Habiendo ganado Trias, Barcelona en Comú buscará un pacto que evite la vuelta del exalcalde a la ciudad, pero teniendo en cuenta que los comunes han quedado por detrás de sus actuales socios de gobierno, la capacidad de negociación es mínima.
El batacazo de ERC es importante, que pierde seis concejales. Es una noche triste para los republicanos, pero lo es aún más para Ernest Maragall. Hoy muy posiblemente acaba la carrera política del hermano menor del exalcalde de Barcelona y expresidente de Catalunya. Ernest Maragall, el hombre que tiene Barcelona en la cabeza, no ha podido continuar con la estirpe. ERC tendrá que reflexionar larga y profundamente sobre los resultados de esta noche, pero al mismo tiempo tendrán que lidiar con el siguiente dilema: posicionarse activamente para buscar una alternativa a Trias, o hacerlo alcalde por inacción.
La descomposición de Ciudadanos alimenta al PP y VOX, que entra por primera vez en el Ayuntamiento de Barcelona con tres concejales. El consistorio será algo más chapucero, brusco y polarizado. Una victoria por la extrema derecha, una derrota por la democracia barcelonesa. Con los resultados en mano, es previsible que en las próximas semanas sean casi igual de emocionantes como la noche electoral.