Estos días han generado debate público dos noticias: los bajos datos de comprensión lectora del alumnado de educación primaria según el Informe PIRLS de 2021 y la supuesta retirada de pantallas de las escuelas de Suecia. Estos hechos deben preocuparnos y ocuparnos, y hay que encontrar soluciones reales y sostenibles para el sistema educativo. Intentaré realizar un análisis de las causas y cómo estas están desembocando en políticas y programas concretos.
Los datos de comprensión lectora en Cataluña son históricamente bajos. Desde que se evalúan las pruebas de competencias básicas (año 2009), alrededor de un 13% del alumnado de educación primaria muestra bajos niveles de comprensión lectora. El año 2016 fue el primer año en que se aplicaron las pruebas internacionales PIRLS en Cataluña, y ya entonces se situó en la última posición, entre los territorios del Estado que evalúan la comprensión lectora de forma continuada (sólo lo hacen 7 territorios). Por cierto, entonces no se comentó.
Estos datos se suman a los que ya generaron debate público el pasado verano, sobre competencias básicas. Aquí también hace falta hacer un apunte: en Cataluña ha habido una bajada en las competencias de lenguas y matemáticas de 4,5 puntos porcentuales. Una bajada contundente. Pero también debe situarse en el contexto internacional: si hubiésemos seguido la media del resto de países habríamos bajado 15 puntos porcentuales. De promedio, los países han descendido 1,5 puntos porcentuales por semana de cierre durante la pandemia. Como conclusión: Cataluña ha bajado menos que la mayoría de países en los resultados globales de lenguas y matemáticas, pero en comprensión lectora, donde ya estábamos en la cola, ha bajado con contundencia.
Hace más de 13 años que no se impulsa ninguna política educativa nueva en el ámbito de la comprensión lectora
De acuerdo con los principales estudios, expertos y referentes de la comunidad educativa, no es fácil realizar una interpretación precisa y nítida. Lo que sí podemos decir es que Cataluña tiene unos resultados históricamente bajos en comprensión lectora, que parte de estos datos se explican por la complejidad social del territorio (con un incremento de recién llegados en los últimos años sin precedentes y de lenguas de procedencia no románica), y también porque lleva más de 13 años sin impulsar ninguna nueva política educativa en el ámbito de la comprensión o el hábito lector (la última vez, con el programa PuntEdu).
Más allá de la descripción del problema, ¿a qué causas precisas apuntan los datos y estudios? Sobre todo, se apunta a cuatro factores. En primer lugar se apunta a cómo aprendemos a leer: hay que enseñar de forma explícita a leer en los primeros cursos de primaria, poniendo especial énfasis en la decodificación (convertir el código escrito en lenguaje oral) y en la comprensión lectora (hay que entender las palabras y tener conocimientos). Y esto no está claro que esté ocurriendo en todas partes. El Reino Unido, por ejemplo, ha apostado por mejorar sobre todo en este aspecto, con buenos resultados en los últimos años.
Esta causa se plantea a menudo en contradicción con un segundo factor central de otros estudios: el problema es que no se trabaja el gusto por la lectura. La falta de espacios tranquilos para la lectura, la falta de hábito o de referentes, o lecturas obligatorias no elegidas por el alumnado, hacen que leer no guste. Éste es el enfoque de numerosos programas internacionales que han demostrado buenos resultados. Aunque estas dos causas se presentan muchas veces contrapuestas y generan encendidos debates, probablemente ambas variables están actuando a la vez. Hay que explicitar cómo aprendemos a leer, y mejorar el gusto por la lectura.
Uno de los datos que más se relaciona con los resultados de PIRLS es el número de libros que las familias tienen en casa, y en Cataluña tenemos uno de los datos más bajos
Una tercera causa hace referencia a la gran correlación que existe entre los hábitos lectores de las familias y los resultados de comprensión lectora de sus hijos e hijas. Uno de los datos que más se relaciona con los resultados de PIRLS es el número de libros que las familias tienen en casa, y en Cataluña tenemos uno de los datos más bajos. En otros países se han realizado campañas de sensibilización muy contundentes dirigidas a las familias, con buenos resultados. No permiten llegar a todas las familias, pero consiguen activar a numerosos padres y madres que tienen un bajo hábito lector, pero mucha conciencia por la crianza.
Una última hipótesis que ha surgido recientemente tiene que ver con las pantallas: la tecnología reduce la comprensión lectora. Estos días hemos podido experimentar un debate de poca calidad, en gran medida porque se ha partido de una noticia que no era cierta. A pesar de que los titulares así lo anunciaban, no es cierto que la ministra de educación de Suecia retire las pantallas del sistema educativo: la realidad es que se ha encargado una evaluación sobre los posibles efectos negativos de la digitalización en la comprensión lectora y se ha reactivado la financiación para libros de texto. Ninguna pantalla retirada.
Con la digitalización debemos ser muy críticos y hay que prestarle mucha atención, ciertamente. Pero esto no implica tomar decisiones apresuradas. En Cataluña la apuesta ha sido, desde hace cuatro años, dotar de ordenadores a todo el alumnado a partir de quinto curso de primaria (ya lo fue con el 1×1), que es la edad en la que se pueden generar más efectos positivos y limitar sus riesgos. El alumnado que realiza la prueba PIRLS de comprensión lectora es de cuarto curso de primaria: nunca en su escolarización ha tenido un ordenador dotado por la Administración educativa. La gran dotación de ordenadores que se ha realizado se ha acompañado de un gran esfuerzo de formación que ha llegado a más del 80% de los docentes, precisamente con la intención de garantizar unos niveles de calidad en la incorporación de la tecnología. Son numerosos los países con buenos resultados PIRLS con mucha mayor presencia de pantallas que en el nuestro.
Se pretende iniciar un programa con recursos que, a cinco años vista, debe conseguir reactivar el conjunto de bibliotecas escolares del sistema
Todas estas certezas y dudas deben servir para construir una política concreta de mejora del hábito lector y la comprensión lectora, y es en lo que se está trabajando desde hace un año. Hay que tener presente que ninguna política tendrá resultados claros hasta, como mínimo, dentro de cuatro años, y, por tanto, la apuesta debe ser sostenida en el tiempo. En este sentido el Departament inicia ya el próximo curso un paquete de medidas en esta dirección. Entre otros, se pretende iniciar un programa con recursos que, a cinco años vista, debe conseguir reactivar el conjunto de bibliotecas escolares del sistema, aportar materiales y formaciones de alta calidad a los centros educativos para que puedan desplegar buenas actividades de fomento del hábito lector y de aprender a leer, y que debe conseguir activar una parte relevante de las familias. No es un paquete improvisado. Son medidas gestadas desde hace más de un año con representantes del mundo de la lectura y educativo, que deben irse ajustando para garantizar que dan respuesta a las principales causas de esta situación, que encajan con la realidad de los centros educativos, y que pueden sostenerse en el tiempo.
Este artículo ha salido publicado en el Diari de l’Educació