Una tarde, en Nueva York, Akash Kapur (India, 1974) encuentra en un cajón unas carpetas repletas de notas y cartas. Él aún no lo sabe, pero ya ha desatado la tormenta. Tras leerlas con atención junto a su mujer Aurelice, Kapur y su esposa comprenden de inmediato que esas notas les remiten a su infancia en Auroville, una comunidad utópica del estado indio de Tamil Nadu. Los papeles hallados son de John Anthony Walker, hijo de una privilegiada familia norteamericana y padre adoptivo de Aurelice. Años atrás, a finales de los sesenta, John y su esposa Diane, fascinados por el embrujo que destila esa utópica comunidad espiritual de la India, abandonan familia y posesiones para vivir en Auroville, con el propósito de fundar un mundo mejor y reconstruir la sociedad humana. Sin embargo, en vez de culminar sus deseos, John y Diane encontrarán la muerte; una muerte que había quedado sin explicar durante años en el corazón de Aurelice. En Almenys ho vas intentar (Ed. Saldonar), libro del año por The New York Times y The Wall Street Journal, Akash Kapur no solo intenta esclarecer la tragedia familiar, sino que nos invita a reflexionar acerca de la peligrosidad de las utopías y de los ideales que guían nuestras vidas.
El libro empieza con la escena agónica de John y Diane en Auroville. La muerte de ambos es el final de su historia. Sin embargo, también es el inicio de otra, la suya y la de su mujer Aurelice para aclarar la muerte de John y Diane.
Sí, es cierto, porque, para mí, el libro es tanto la historia de John como la nuestra tratando de aclarar qué le sucedió a John. Yo no quería que el libro fuera simplemente una biografía sobre él y su esposa Diane, sino que quería que existiera otra trama, como una capa encima acerca de cómo yo voy descubriendo la historia de esa muerte; y mostrar cómo vamos aprendiendo de nosotros mismos a medida que rastreamos una historia pasada.
En el libro aparecen dos escenarios: Nueva York y Auroville. La primera es la ciudad real. En cambio, Auroville es la ciudad posible, la utopía. Casi parece una metáfora de la condición humana: nuestra vida rutinaria y el ideal de otra vida posible.
Sí, supongo que se trata de la voluntad de ser. Ese deseo es como una especie de redención ¿no?. Pero, sí, Nueva York es la cuna del capitalismo americano, la esperanza del materialismo; aunque dudo sobre si Nueva York será la ciudad del futuro. Por otro lado, Auroville intenta crearse como un mundo completamente diferente, opuesto a lo que representa Nueva York, rechazando esa manera de ser por completo. Y, en ese sentido, Aurovile simboliza, en gran medida, la búsqueda que casi todo el mundo tiene de hallar un espacio nuevo dentro de este planeta en el que el triunfa el capitalismo.
¿Cómo si Auroville respondiera a una necesidad humana?
Sí, exacto. Auroville apela a preguntas del estilo siguiente: ¿se puede crear un mundo diferente? ¿Puedo sobrevivir si rechazo este mundo y me traslado a otro? Y, claro, cuando te planteas este tipo de preguntas, aparece un contraste importante entre el ideal y lo real.
Pero, ¿no hay siempre una tiranía en cada utopía?
Sí, hay una tiranía en el corazón de cada utopía, creo que sí, sin duda. Y es un peligro. Lo que sucede es que empiezas con una hermosa idea, un deseo noble de querer cambiar el mundo, de construir un mundo mejor… Sin embargo, cada ser humano tiene una idea distinta de lo que es un mundo bueno y de lo que es un mundo mejor; y, entonces, cuando intentas imponer tu idea de un mundo bueno al resto de personas derivas hacia una de las formas de la tiranía. Por eso, creo que uno de los problemas de la utopía a lo largo de los siglos ha sido el tránsito de la idea hermosa a la peligrosa realidad. Auroville, en cierta manera, ejemplifica nuestra necesidad de ideales.
Pero, considerando esa peligrosa realidad en que se convierten muchos ideales, ¿cómo sostenerlos? ¿ O sólo son válidos los ideales mientras no se hagan realidad?
Es una pregunta complicada, porque la vida no es blanca ni negra. A veces, quizá lo es, porque tienes una idea y resulta que se convierte en un fracaso absoluto, y entonces, no hay ninguna parte válida de ese ideal. En cambio, otras veces, puedes tener una idea y lograr un éxito parcial. Por ejemplo, si pensamos sobre la economía de Auroville, te preguntas: ¿consiguió crear una economía completamente diferente sin dinero en efectivo? La respuesta es no, claro que no. Pero ¿consiguió crear una especie de economía interesante, ligeramente diferente y sigue trabajando para conseguirlo? La respuesta es sí. En ese sentido, no logró el ideal, pero el ideal inspiró algo distinto y produjo algún cambio. Y eso me parece interesante. Ahora bien, la utopía absoluta resulta imposible. Nunca se alcanza la utopía. Entonces, quizá la pregunta sería si la idea de una utopía proporciona inspiración y energía para crear algo nuevo y diferente. Y ahí podría residir el valor de la utopía.

John es uno de los personajes principales. Él pertenece a una familia adinerada, con prestigio, posee dinero y éxito, todo lo que se supone necesario para una vida lograda, según ciertas maneras de comprender la vida. Y, sin embargo, John es quizá el personaje más trágico del libro.
Sí, lo es. Podría ser el hombre que lo tiene todo en la vida. Él tiene prestigio ante la familia, y, sin embargo, John quiere ir a Auroville. Por eso, creo que a John le faltaba algo, no lo tenía todo, porque, desde muy joven, sintió que había algo en él que no poseía. ¿Y qué era? No lo sé. Algunas personas parecen satisfechas con sus vidas: tienen amigos y éxito; y dan la impresión de que no necesitan nada más. Otras, sin embargo, se sienten inquietas y tratan de buscar algo diferente.
¿Y el padre de John?
También siente un vacío, la necesidad de encontrar algo que no posee. Él parece un hombre bien asentado en el mundo: es un hombre del establishment, amigo de los Kennedy, dirige un museo, y, sin embargo, parece que toda su vida ha estado buscando algo, y cuando llega al final de su existencia, se da cuenta de que no ha encontrado lo que buscaba. Igual que John. Primero, John intentó ser católico, luego budista. Siempre estuvo buscando, hasta que encontró Auroville.
Si buscas información sobre Auroville, se la representa como una comunidad perfecta. Pero ¿hasta qué punto se puede separar el conflicto de la comunidad? ¿Puede haber comunidad sin conflicto?
Es que, dentro de Auroville, muchas personas se sienten muy incómodas con esta cuestión, ya que, para nosotros, Auroville es una comunidad de seres humanos que luchan por dar sentido a su experiencia. A veces, yo me siento incómodo con la versión que se da al mundo de Auroville. Parece propaganda. Y esta es una de las razones por las que escribí este libro. Para mí, lo interesante de una comunidad como Auroville no es la propaganda, sino lo que estamos hablando ahora: los conflictos, las dificultades de un lugar por tratar de ser mejor, el deseo de crear algo diferente, de que a veces debes fracasar para luego obtener éxito en algo, de lograr pequeños beneficios. Lo que me interesa es la condición humana.
De hecho, en el libro, aunque leamos la historia de John y Diane, en el fondo siempre laten, de fondo, estas ideas sobre la utopía, la comunidad, el conflicto y el ideal. Leyendo Almenys ho vas intentar me acordé de Albert Camus.
Me encanta Albert Camus. Me alegra que te hayas acordado de él leyendo mi libro.
Sí, me acordé de Mersault, el protagonista de El extranjero, que simboliza la negación de cualquier ideal, la aceptación del mundo tal y como es, incluso con todo el horror que pueda desprenderse de la existencia. En ese sentido, le pregunto, si no sería más importante que aprendiéramos a gestionar el conflicto en vez de pretender crear una comunidad ideal.
Sí, eso podría resolver el conflicto en nuestras sociedades y comunidades actuales, sin duda. En el libro cito una frase de Lenin: “Es más complaciente y útil vivir la experiencia de la revolución que escribir sobre la revolución”. Sin embargo, creo, que lo más importante es abandonar la revolución. Durante la mayor parte de mi vida, he sentido que es probablemente mejor no imaginar un cambio radical, porque resulta muy peligroso y se termina en situaciones impredecibles. Sin embargo, los pequeños cambios del día a día realmente pueden suponer una mejora.
Esto que dice me recuerda otra cita del libro, de Neil Young: “la misma cosa que te hace vivir, puede acabar matándote al final”.
Sí, una reflexión lúcida. Últimamente, a raíz del libro, he conversado con muchos jóvenes, mientras doy clases en la universidad sobre la cuestión de las utopías, y constato que muchos de mis estudiantes cuestionan este punto de vista sobre los pequeños cambios. Ellos piensan que nuestro sistema está tan enmarañado, que arreglar un pequeño rincón del mundo no sirve de nada, y creen que necesitamos un cambio a mayor escala.
¿Y qué les responde a sus estudiantes?
Los escucho, pero les respondo que ese gran cambio es peligroso. Los comprendo. Ellos te ponen el ejemplo del capitalismo, del calentamiento global, considerando que los pequeños cambios no solucionan el problema. ¿Tú qué opinas?
Es una pregunta compleja. Supongo que tiene que ver con la salvación. Muchas personas iban a Auroville para salvarse de un mundo que no les gustaba. En ese sentido, ¿cree que la salvación es individual o colectiva?
Es una buena pregunta. En todas las comunidades existe la tensión entre el individuo y lo colectivo, sobre cómo se traduce el trabajo personal en la esfera colectiva. Lo ideal sería que cada uno trabajara en sí mismo, y que al mejorar contribuyera a lo colectivo. Pero, muchas veces, la cosa no funciona así, ¿verdad?
Verdad.
Mi idea de lo que es ideal puede ser diferente de tu idea de lo que es ideal, y entonces, eso crea un conflicto a nivel colectivo. Es, sin duda, una tensión permanente.
¿Cree que hemos llegado al mejor de los mundos posibles?
No, claro que no. Ahora mismo, no estamos en un buen momento. La situación es muy mala. Sufrimos el problema del medio ambiente, el calentamiento global, la desigualdad, los problemas económicos, la inmigración, etc. Existe el sentimiento de una etapa negativa en la historia y de que nuestros sistemas no están funcionando. Queda mucho trabajo por hacer.
Para terminar, me gustaría preguntarle si usted es una persona distinta una vez ha escrito este libro acerca de su pasado y el de su mujer. ¿Le ha cambiado escribir este libro?
Empecé el libro sintiéndome cerrado en algunas cuestiones; sin embargo, al leer las cartas de John, fui comprendiendo sus razones. Entendí a la persona, y eso, me sorprendió. No me considero una persona religiosa, no practico ninguna fe, aunque mi cerebro cuestiona demasiado. Tras el libro, no solo contemplo con pesadumbre el fanatismo y las guerras, sino que también observo y disfruto del lado hermoso de las cosas.