Pasada una semana de las elecciones generales del 23-J, el partido sigue abierto. Han pasado muchas cosas, algunas importantes, otras poco explicadas y la mayoría, relleno estéril para llenar horas de debates preguntándonos: ¿y ahora qué? En general podemos decir, sin embargo, que la actitud de las formaciones políticas ha seguido la línea iniciada ya hace tiempo de alejarse y desconectarse de la ciudadanía, mirándose el ombligo e incrementando el descrédito de la política.
Las acciones y las reacciones vistas estos últimos días nos permiten hacer una primera aproximación a cada partido, haciendo un 1×1 al estilo del periodismo deportivo. Antes hay que decir, sin embargo, que el resultado de este enfrentamiento lo decidirá el árbitro, igual que ocurre a menudo en el fútbol. En este caso, Felipe VI y el “deep state”, que como ocurre últimamente, actuarán con “responsabilidad” para corregir los errores electorales de un pueblo que no sabe votar. A mi modesto entender, sólo hay dos finales posibles. O bien consiguen que Sánchez y el PSOE bajen del burro y dejan gobernar a Feijoo o vamos a repetición de elecciones.
Vamos pues con el estado del arte de la política española de estos últimos días de julio:
PP: “¡vaya lio!”. Han ganado las elecciones pero todavía no se han enterado de que España es una democracia parlamentaria, no presidencialista. Más que perder, se han dejado tomar una victoria que tenían hecha, con un lamentable final de campaña lleno de errores e incompetencia, a la altura de su sobrevalorado candidato. Ni Miguel Ángel Rodríguez es tan bueno como él piensa, ni Feijoo es Ayuso. Seguirán hasta el final las órdenes de quienes no quieren la gobernabilidad del Estado en manos del independentismo catalán.
PSOE: ¿dulce derrota? Cuanto más se magnifica la leyenda del Pedro Sánchez invencible más claro veo que su castaña final será de los que hacen historia. Pero mientras tanto, hay que reconocer que es el macho alfa mayor del reino. ¡España más desordenada que la habitación de mis hijos y el paisano marcha de vacaciones! He trabajado más de treinta y cinco años en el sector privado y os aseguro que si no estaba todo bien cerrado, ningún directivo marchaba de vacaciones. El PSOE ha adoptado la actitud de “si ERC tragó, Junts también”. Gran error; no tienen ni idea de la realidad catalana e Illa y el PSC no se atreven a explicarles la verdad. Ni “reencuentro”, ni “pacificación”, ni “anécdota”.
SUMAR: realidades paralelas. La izquierda diversa acostumbra a hacerlo. Sus lecturas a menudo no tienen nada que ver con lo que ha pasado, pero es la que les gusta decirse y escuchar. Y dado que unos de los elementos claves de los partidos políticos progresistas es la coherencia y la honestidad, cuando las cosas no salen bien, el invento estalla como una bellota. Y entonces llega el ridículo. Escuchar estos días las declaraciones de Yolanda Díaz, Ada Colau y otros próceres de la izquierda “guay” provoca vergüenza ajena. Hay que decirlo alto y claro: la operación Díaz ha sido un fracaso y por enésima vez la izquierda española tendrá que iniciar un serio proceso de reflexión y refundación.
VOX: ¡la democracia es así! Ellos están muy cabreados y los demócratas de aquí y de allá satisfechos por su fracaso. Las urnas no son programas de televisión controlados por fascistas con dinero y conducidos por pseudoperiodistas sin escrúpulos ni profesionalidad. Catalunya y Euskadi, con la suma de voto progresista y la abstención, han detenido a la ultraderecha. Pero tampoco hay que ponerse épicos. La propia VOX explica que la razón de su cabreo es que el PP ha hecho campaña contra ellos. Y tienen razón. Porque PP y VOX son dos franquicias de un mismo ideal al servicio de la sacrosanta unidad de España.
ERC: ¡aquí no pasa nada! Los que formamos parte de él, vivimos con tristeza la degeneración del viejo e histórico partido republicano. Los dirigentes de ERC viven estos días con una mezcla de actitudes explosiva: el engreimiento y el miedo. El núcleo duro enrocado en no reconocer errores y convencidos de que tienen la verdad absoluta. Y una parte importante de las estructuras dirigentes consciente del desastre, pero atemorizadas por no ser señaladas como disidentes. Todo se activará cuando alguien, sospecho que será una mujer, se atreva a decir en voz alta que el emperador va desnudo. Mientras tanto, por fin, las corrientes críticas internas se están activando y organizando. Todo el mundo que conoce un poco el ERC de los últimos cuarenta años sabe cómo acabará esto. El objetivo y el deseo es que la crisis que estallará en breve se lleve por delante a los actuales dirigentes, no a sus casi cien años de historia.
Juntos: regalo envenenado. La democracia, las votaciones y la aritmética electoral son maravillosamente perversas y juguetonas. Junts, aquel partido que estaba acabado al salir del Govern, que había perdido la centralidad de la política catalana y que tenía a un personaje irrelevante en Waterloo, tiene la clave del futuro del estado del que se quiere independizar. Eso, si la labor de los fontaneros del “deep state” fracasa, claro. Pero atención; la gestión de la fuerza de los siete votos tendrá que demostrar una capacidad de hacer política mayúscula. Es evidente que mientras una parte de Junts y los medios de comunicación acólitos apuestan por un “peix al cove” 2.0., al estilo de la “negociación” de ERC de estos últimos años, el Junts menos convergente está por jugar con las buenas cartas que tiene en la mano. El cómo y el quién decida la estrategia a seguir puede suponer el éxito o el fracaso, la garantía de futuro del proyecto político o la implosión que conduzca a la irrelevancia.
CUP: hora de hacerse mayores. Si en el año 2012, cuando la CUP entró por primera vez en el Parlament de Catalunya, un asesor hubiera hecho un listado con todos los errores que no debían cometerse para evitar volver a ser un partido extraparlamentario y sin influencia en la política catalana, once años después podríamos decir que los han cometido todos, uno tras otro, sin excepción. El esencialismo y el purismo, al igual que ocurre en otros movimientos cercanos a los cupaires como el cooperativismo, el feminismo o el ecologismo, acaban siendo un lastre que impide la consolidación de los modelos y genera confusión e incomprensión entre la sociedad. Sólo les queda la representación en el Parlamento. Esperamos que la refundación lleve a generar una alternativa real, madura y pragmática.