El nombre de Mark Cousins está asociado ineludiblemente a la historia del cine o, mejor dicho, a la divulgación de la historia del cine. En su obra destacan obras imprescindibles, como la memorable serie de quince episodios La historia del cine: una odisea (The Story of Film: An Odyssey, 2011), el documental sobre las directoras de cine a lo largo de la historia con el contundente título Women Make Film ([Las mujeres hacen cine] Women Make Film: A New Road Movie Through Cinema, 2018), la aproximación a iconos como La mirada de Orson Welles (The Eyes of Orson Welles, 2018), o las conversaciones con el mítico productor en Jeremy Thomas, una vida de cine (The Storms of Jeremy Thomas, 2021), en un estilo más próximo al tener la oportunidad de realizar un viaje juntos mientras reflexionaba sobre su trabajo y las películas que lo encumbraron, en la que destaca la archipremiada El último emperador (The Last Emperor, 1987), dirigida por Bernardo Bertolucci. Este último documental lo presentó el mismo director en la edición del 2022 del BCN Film Fest, mostrándose afable con todos y contagiándonos su amor por el séptimo arte.

En el documental Mi nombre es Alfred Hitchcock (My Name Is Alfred Hitchcock, 2022), Cousins emula lo que podríamos considerar una lección magistral de Hitchcock al desarrollar un monólogo en seis actos (o seis «unidades didácticas»), con la voz del actor Alistair McGowan que, en la versión original, nos hace dudar en ocasiones si estamos escuchando realmente al original. Pero no, la voz es de un actor y el texto es de Cousins, pero el resto, el resto es de Alfred Hitchcock: qué mejor instrumento pedagógico que escoger fragmentos de sus películas. Escenas de las más desconocidas y de las más populares, de su etapa muda hasta sus grandes éxitos de taquilla.

En 2022 se celebró el centenario del primer largometraje de Hitchcock (1899-1980), que estuvo en activo hasta mediados de la década de los setenta. En su documental, Cousins nos muestra, indirectamente, el legado del cineasta, hasta qué punto su filmografía ha influido en otros directores y en la forma en que los espectadores vemos el cine o sobre lo que esperamos de una película. Al inicio, el mismo Hitchcock ya nos avisa de que su intención última es engañarnos (de hecho, recuerden, no es su voz real), y el engaño lo hace a través de la técnica cinematográfica: la fotografía, la iluminación, el montaje o el movimiento de cámara. Y una pequeña parte de esa sabiduría es lo que podemos contemplar a lo largo de las dos horas, que se hacen cortas gracias al guion y las escenas seleccionadas.

La elección de que la narración fuera en primera persona dota al documental de un carácter divulgativo notable, tanto para profesionales como aficionados. Sin imágenes de archivo de entrevistas, sino empleando escenas de sus películas, se convierte en un instrumento de aprendizaje para el espectador, de un texto redactado por un director que se pone en la piel de Hitchcock. Es, justamente, una evidencia del legado de Hitchcock en varias generaciones de directores en general, y la de los nacidos en los sesenta en particular (Mark Cousins nació en 1965 en Irlanda del Norte). En el fondo, es una clase magistral del arte de Hitchcock, pero escrita por otro cineasta.

Lo primero que percibe el espectador de Mi nombre es Alfred Hitchcock, es que Cousins se ha visto toda la filmografía del cineasta. Reconoce en las entrevistas que decidió verla completa y de forma cronológica, y descubrió seis ítems en los que dividir la aparente lección magistral, centrándose en las emociones: del deseo, de la necesidad de escapar, de la soledad o de la importancia del paso del tiempo en todos los sentidos (cuando es una cuenta atrás, cuando se mezcla pasado y presente, cuando la cámara sigue a los actores subiendo una escalera o caminando en un pasillo). Y, sobre todo, cuáles fueron las decisiones cinematográficas del director para mostrarlas.

«…Sobre mis películas se han escrito ríos de tinta. Han analizado mis tramas. Cómo filmaba la moralidad y la culpa católica. Mis fantasías visuales. La forma en la que espiaba a las personas. A la belleza. Y, por supuesto, esa anglicidad que me caracterizaba y que recibió alguna que otra burla. Pero, se les ha escapado cosas, se puede decir mucho más sobre mí. Observen mis películas con atención y verán otras cosas… yo las veo. Quiero contarles algunas de ellas. No hablaré de suspense, ni de misterio, ni de estrellas de cine, de eso se ha hablado hasta la saciedad. ¿Y si observamos mis películas desde ángulos más inusitados, ángulos que quizás puedan relacionar con su vida actual o con su familia?». No se pierdan esta invitación… a una lección de cine.

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