El realizador vasco lo ha escogido para el rol de Miguel Garay, el director refugiado en una cabaña cerca del mar décadas después de no haber podido terminar su película por la desaparición de su actor protagonista (Julio Arenas/José Coronado). Más o menos como el propio Erice y su frustrado El embrujo de Shanghai. Contactado por una periodista de televisión (Helena Miquel) de un programa para dar con desaparecidos, un Miguel Garay/Manolo Solo entre escéptico y curioso emprende un camino de reencuentro de sus antiguos compañeros de ruta (incluido la hija del actor desaparecido, interpretada por Ana Torrent) y sus recuerdos cinematográficos que contrasta con la amnesia sobrevenida o voluntaria de su actor perdido y que ronda en la atmósfera de toda la película. Un Garay que busca recuperar el poder de las imágenes, pero que sabe que los tiempos han cambiado, se deja llevar aun por esas promesa que sigue siendo el cine. Un destino al que no podía negarse Manolo Solo, y que nos contaba en una terraza sobre la playa de La Croisette en Cannes el pasado mayo. (Estreno de la película en Francia: 16 de agosto como Fermer les yeux; en España, el 29 de septiembre)

¿Cómo fue el hecho de descubrir anoche (22 de mayo) la película todos juntos?

“Fue un shock. Fue emocionante, muy bonito. Una experiencia intensa, una comunión a tres bandas. Desde uno mismo hacia la película y hacia el público: tres vectores a la vez. Éramos público y, a la vez, también partícipes de la película. Una experiencia muy potente”.

Sin Víctor Erice (estuvo ausente en el estreno mundial), pero con Víctor Erice en el fondo…

“Sí, la película rezuma Víctor Erice por todos lados. Tampoco lo conozco mucho, pero he visto sus películas, y creo que hay mucho de él. Hay mucho testimonio personal”.

¿Te sientes en esta película un alter ego suyo?

(se ríe)

Te lo habrán preguntado, imagino, no sé cuántas veces…

“Bueno, no soy ajeno a que hay una proyección. Hay una cierta conexión, una cierta prolongación de él en mi personaje. ¡El protagonista es un director! Igual llevado al extremo de lo que él, realmente, es. Alguien que ha roto completamente con el mundo, mucho más que él todavía. Que ha roto con el mundillo del cine. Y es una especie de anacoreta, que vive refugiado en un lugar apartado del mundanal ruido (Aguadulce, Almería). Y también hay ecos y reflejos de ‘El embrujo de Shanghai’, una película que él no hizo y que recoge mi personaje Garay con esa película que tampoco terminó de hacer. Es inevitable encontrar un paralelismo. Y, a la vez, en el carácter seco, introvertido, doliente”.

Memoria y rodaje en evolución

Manolo Solo, en el papel del director de cine Miguel Garay en “Cerrar los ojos”, al lado de José Coronado. | Manolo Pavón

Cuándo te llamó y te propuso este papel, ¿te dio muchas instrucciones?

“Me dio poquísimas instrucciones. De hecho, yo no le iba a preguntar mucho, porque en el guión me quedaba bastante claro. Yo suelo ser bastante preguntón, bastante proactivo y bastante propositivo. Pero, en este caso, no iba a hacerlo. Y las pocas cosas que le pregunté, ¡no me las quiso responder tampoco! (se ríe). Vi por donde iban los tiros e intenté confiar en su mapa de ruta, y a ver si mi propuesta también entraba en sus parámetros. Te daba pocas indicaciones, más explicativas de lo que quiere contar con la película que de lo que pasa en las secuencias en concreto”.

¿Tú lo sentías cómodo, rodando después de tanto tiempo?

“Yo lo sentía presionado, responsabilizado. Cómodo no sería la palabra, incómodo tampoco. Veía que sabía perfectamente lo que hacía y que habían pasado treinta años de su última película comercial. Dominaba los recursos de lo que estaba haciendo. ¡Es que lo controla todo! Es un autor nato. Pero sí que es verdad que se le veía sometido a un esfuerzo titánico. Con su minuciosidad. Rodábamos muchos planos al día. Y, luego, él se dedicaba a reescribir durante la noche, a costa de su descanso”.

Había evoluciones, por tanto, durante la filmación…

“Sí, sí, había evoluciones, actualizaciones de muchas secuencias sobre la marcha. Era un trabajo titánico, no sabíamos cómo podía resistir”.

Tú y yo somos de una generación, y él es de otra, pero ambas generaciones hemos vivido el franquismo. Él decía, en una nota de intenciones a TVE, que era una película que se podía resumir en el tema de la memoria y la identidad. ¿Lo sientes tú igual?

“Puede ser, puede que haya una concomitancia. Pero es una interpretación libre mía, que no es consensuada con él. ¡Igual me manda a la porra! Pero sí que hay algo de intentar huir de tu memoria, de intentar alejarte, de ser otro. Lo que le pasa un poco a mi personaje, a riesgo de olvidarte de lo que has sido y de pasar cuentas con nuestro pasado. Y esto podría ser una concomitancia a nivel estatal, a nivel nacional, con esa Guerra Civil por detrás. Hay un personaje que aspira a ser otro, y otro personaje que es como la otra cara de la moneda, que lo ha conseguido. Ahí, podría haber concomitancias con las dos caras de la misma moneda a nivel ideológico en España. Pero, quizás, es algo muy arriesgado por mi parte. Habría que preguntarle a él”.

El cameo de “My Rifle, My Pony and Me”

El alter ego de Víctor Erice en Cerrar los ojos, Manolo Solo, en uno de los momentos del rodaje de la película. | Manolo Pavón

¿Hablabais mucho de cine durante el rodaje?

“No, muy poco. Algunas veces. Recuerdo que discutíamos sobre John Wayne. A mí no me parece un gran actor, y él se indignaba, porque yo no lo encontrara maravilloso. Hablábamos de Hitchcock, le gusta muchísimo. Y yo le decía que Hitchcock trataba muy mal a los actores (se ríe). Entonces, me recordaba “Yo confieso’” (‘I Confess’, 1953), con Montgomery Clift. Y yo le decía que este era el típico producto del Actor’s Studio y que a él no le gustaba nada este tipo de escuela de actores. Te digo todo esto un poco ‘off the record’ (se ríe, sin que tampoco lo que explique sea demasiado malicioso). Pero no, hablábamos poco de cine. Sí que está la canción curiosa “My Rifle, My Pony and Me’” (Dean Martin/Ricky Nelson), de ‘Río Bravo’ (Howard Hawks, 1959), que es una propuesta suya dos días antes de rodarla. Porque él no paraba, estaba rodando pero también estaba pensando sin detener la maquinaria. Y, luego, en el montaje lo ha vuelto a hacer. Me propuso esto, y yo me quedé un poco a cuadros. Pero le acepté el órdago, y tiré pa’lante y no me arrepentí”.

¿Costó mucho?

“No, porque yo esa canción la conocía. Hacía muchos años que la había tocado en un espectáculo, que yo me monté con textos del autor teatral (Harold) Pinter. Y, aunque ya ni me acordaba de nada, el hecho de haber estado familiarizado hace mucho tiempo me dio el valor de decirle, de una día para el otro, que sí, que me la preparaba y la haríamos. Preparé un par de versiones diferentes, con mi compañero Dani el actor (a la guitarra), que se encargaba también del chambao (cabaña) en la película, y pa’lante. Y sí que hablamos un poco de ‘Río Bravo’. Él es un enamorado del cine clásico americano, del western y yo también”.

 

Entrevista completa en Paris/BCN

Share.
Leave A Reply