Cuando parecía que la bajada de revoluciones del mes de agosto sólo podría ser alterada por novedades en las negociaciones postelectorales o por algún fenómeno natural, un personaje llamado Rubiales, a los que sólo los enfermos de la información conocíamos, decidió provocar un terremoto con una exhibición mundial de la caspa que cubre el deporte profesional español.
Durante estos días se han escrito infinidad de artículos sobre el caso, algunos de ellos en este mismo diario, con acertadas aproximaciones a los diferentes aspectos del mismo. Estamos ante un hecho que posiblemente acabará teniendo más trascendencia de lo que muchos imaginan ahora. Personalmente hice mi análisis rápido en las redes sociales antes de la impresentable intervención de Rubiales en la asamblea de la Federación. Análisis que sigue siendo válido a pesar de los acontecimientos y los días pasados:
- Los chulos y prepotentes tarde o temprano la acaban cagando. ¡Siempre!
- Vilda ha sido colaborador necesario.
- Admiración eterna por Mapi Leon y las otras valientes.
- Una vez más, triste papel del F.C. Barcelona. ¿Valores?
Así pues, más que hacer otro artículo sobre los hechos, me gustaría analizar el asunto desde la perspectiva del poder y sus mecanismos. El caso que nos ocupa tiene un interés especial porque si las cosas avanzan como parece, supondrá la caída de un poder machista, endogámico y corrupto y un punto de inflexión en el camino hacia la igualdad real entre hombres y mujeres y el fin de los abusos. Un paso adelante para los que defendemos la transformación social a partir de cambios estructurales que contribuyan a eliminar las desigualdades desde cualquier perspectiva y a generar relaciones que construyan sociedades justas y equitativas.
Des del enfoque de la transformación social, hay que revisar y escuchar a algunos politólogos que defienden que ésta implica siempre que haya ganadores y perdedores en cuanto al poder, pero que la mayoría de las veces los cambios provocados implican pocas alteraciones en el estatus de las élites y poco empeoramiento en sus prebendas. En esta ocasión podemos estar ante uno de esos casos excepcionales en los que la reacción y la movilización sacuden el poder de verdad, provocando un punto de no retorno y obligando a una revisión a fondo de una situación enquistada tras años de silencios y complicidades interesadas. Es lo que algunas de las implicadas que primero reaccionaron resumieron perfectamente con la expresión “se acabó”. En los próximos meses veremos hacia dónde avanza la situación a partir del juego de fuerzas entre los diferentes poderes y la movilización de los colectivos afectados y el conjunto de la sociedad.
El foco se ha situado esta vez en el mundo de las organizaciones que lideran el deporte profesional gracias a la explosión del fútbol femenino y sus éxitos deportivos. Pero es importante no caer en la trampa de pensar que es un entorno concreto dominado por cuatro cavernícolas. En todos los sectores, me atrevería a decir sin excepciones, encontraremos estas actitudes de machos alfa que establecen la relación de poder con las mujeres a partir de una sexualidad enfermiza y abusadora. Esto lo complementan con una relación con los hombres del grupo fundamentada en generar complicidad a partir de comentarios sexistas y degradantes. Hablo de valorar a una profesional centrándose en el tamaño de su boca de cara a practicar sexo oral; o de la recomendación “esto te lo soluciona una buena mamada de tu mujer” a alguien que explica que está de baja por problemas de cervicales. Estos no son ejemplos fruto de la creación literaria del autor, sino que son conversaciones escuchadas en uno de los mundos profesionales más sensibilizado, más feminista y que más proclama los valores de la igualdad. Sin querer hacer categoría de la anécdota, estoy convencido de que muchos lectores y muchas lectoras podrían explicar las suyas.
Poder político, poder económico, poder empresarial, poder eclesial, poder asociativo, poder cooperativo, poder sindical. Hay que partir de la premisa de que no hay excepciones ni sectores limpios. Y aprovechar el impulso que ha generado la prepotencia y los errores de un hombre pagado de sí mismo (771.000 € anuales, pero de eso ya hablamos otro día) como palanca de cambio en las cúpulas del deporte y conseguir que se active el efecto dominó, más teniendo en cuenta que todos estos poderes están profunda e intencionadamente interrelacionados.
Hannah Arendt, una de las pensadoras más influyentes del siglo XX, defendía que reaccionamos con rabia cuando es ofendido nuestro sentido de justicia y que es así, precisamente, como empiezan a perder legitimidad los que ostentan el poder. Arendt tenía una idea firme de la libertad como realidad política viva ejercida por la persona. Para ella no es algo que pueda darse, sino que debe tomarse. “La libertad es como la respiración, necesita de espacio entre las personas. El totalitarismo es el intento por parte del Estado o de cualquier otro poder para comprimir este espacio”.
Más allá del espectáculo mediático, lo que hemos vivido estos últimos días es una apasionante muestra de la posibilidad de hacer temblar un poder que se sentía blindado, intocable e impune cuando hay movilización, valentía y asunción de riesgos.