En el mundo animal, en el cual sí que se restringe la circulación entre países, el control sanitario ejerce de primer filtro de enfermedades que pueden pasar a las personas. Joan Sanmartín Suñer es veterinario, profesor asociado de la Universitat de Lleida (UdL), y socio fundador de Oppgroup, el único grupo español de especialistas dedicados a la asesoría integral de la producción porcina, presente en los sectores de salud animal, desarrollo de proyectos y comercialización de I+D+I. Oppgroup está ubicado en el Parque Científico y Agroalimentario de Lleida -ahora bautizado como Agrobiotech de Lleida-, donde hay 120 empresas, entre ellas el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA). Desde todas las compañías del parque se impulsa individual y conjuntamente la investigación que hace posible mejoras en la producción agroalimentaria y, en consecuencia, en la salud humana. La investigación en salud animal, en manos de estos activos investigadores -el grupo de Sanmartín lo hace en el sector porcino- facilita el lenguaje y soluciones científicas a los granjeros y productores, rompiendo así la barrera entre la ciencia y el mundo cotidiano de empresas y consumidores. Y todo lo que se aprende sobre salud animal es la antesala de investigaciones en salud humana.

La investigación veterinaria, pues, está en la base de muchas curas para humanos.

Los laboratorios especializados en salud animal tienen una visión más universal de lo que puede llegar a pasar. Antes era la industria farmacéutica la que iba marcando el ritmo, pero ahora son los laboratorios de veterinaria muchas veces los que abren a nuevos estudios y facilitan tecnologías para afrontar la investigación, por ejemplo, de las vacunas. La rapidez de las vacunas del coronavirus se debe en gran medida a que en el mundo animal ya llevábamos mucho de tiempo contrastante coronavirus. El mundo de la veterinaria es la primera barrera donde se lucha para que las enfermedades no lleguen al médico de cabecera.

No obstante, de esta primera línea de investigación, primer frente de lucha, no se habla tanto.

Una vez las investigaciones se publican y reciben más dinero, el reconocimiento recae más en la investigación con humanos, pero casi siempre se inician en el mundo animal. Las vacunas, por ejemplo, empiezan con el desafío con especies animales, pocas veces directamente con humanos. Ambientólogos y todo el mundo veterinario hacen este primer filtro o freno para evitar enfermedades. Una vez sí que llegan a la salud humana, el 80 o 85% de enfermedades las pueden curar desde la atención primaria y el 15 o 20% restante, los especialistas. Pero antes, la tarea veterinaria ya evita muchas. A pesar de ser muy avanzada, es un trabajo muy silencioso y discreto. Pero, en realidad, las farmacéuticas acostumbran a tener todas un departamento veterinario donde se investiga con animales. En los hospitales del Vall de Hebrón, Bellvitge y en otras comunidades como Navarra y Extremadura, como grupo que investiga en salud animal, nosotros en concreto con cerdos, hemos colaborado en el diseño de las granjas que tienen, para garantizar el bienestar de los animales con los cuales trabajan para hacer pruebas.

El Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), por ejemplo, ahora mismo estudia la microbiota intestinal de los cerdos para curar las enfermedades mentales humanas.

Es muy importante el paralelismo entre los cerdos y los humanos por su similitud biológica, y son muchos los trabajos que hacemos. Cada día estoy más convencido de que nuestras investigaciones pueden aportar mucho a la sociedad. Se habla de 7, 8 o 9 pandemias que vendrán, fruto del desequilibrio tan fuerte de los ecosistemas, por el impacto de la deforestación de grandes reservas mundiales de la biosfera y también por el movimiento migratorio. Y la microbiota no es la misma la de un ciudadano de un país africano o de un finlandés. El contacto que no se ve, pero que produce un intercambio de información entre bacterias extrañas, genera un nuevo escenario que hay que estudiar porque en muchos casos es la causa de enfermedades. Pues bien, en veterinaria, esto ya lo hemos vivido hace años con la genética y la aclimatación de animales a nuestro entorno. Hay, por lo tanto, un gran paralelismo entre lo que controlamos los veterinarios con lo que vive ahora la humanidad, que es este nuevo desafío en poblaciones no acostumbradas a tener ciertos condicionantes inmunitarios como tienen en países como por ejemplo los de África.

Por todo ello, podemos decir que la Covid y las razones de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030) tienen mucho que ver.

La pandemia nos enseñó la capacidad de interactuar de los virus y bacterias de diferentes especies que llegan del medio ambiente. De los grandes bosques como los de la selva amazónica pasan al mundo animal y de él a las personas. El papel que juega el hombre en este traspaso de virus y bacterias viene dado por su interacción con el medio ambiente. La sociedad se ha cargado las reservas naturales, y esto obliga a los virus y bacterias a moverse de lugar. No desaparecen, tienen que buscar la manera de sobrevivir. Son microorganismos vivos que estaban perfectamente aclimatados y los hemos obligado a desplazarse. La derrota del hielo a los polos incrementará el nivel de los océanos, con el riesgo también de la reactivación de algunos virus congelados durante muchos años. Esta provocación hecha al medio ambiente es la causa de la migración de vectores como los insectos y otras especies que hacen de transporte de enfermedades que hasta ahora no tenían que preocupar las llamadas poblaciones más avanzadas. Ningún escalón social, por muy rico que sea, es libre de este nuevo escenario de infecciones fruto del desequilibrio inmunitario. Estamos en una etapa de la humanidad en la cual los países más avanzados tienen que tomar nuevas estrategias para ser más solidarios con los más pobres, pero, al mismo tiempo, ser muy conscientes de los nuevos factores amplificadores de enfermedades hasta ahora no vividas.

El equilibrio o desequilibrio inmunitario recae en la microbiota. Actualmente, esta es una importante diana de investigación, como benefactor de la salud física y también mental. ¿Qué sabéis los veterinarios ya del sistema intestinal donde se genera tanto salud como enfermedad?

En veterinaria, la inmunidad de los animales la estamos equilibrando mucho con la alimentación, poniendo la atención justamente en la microbiota. Esto nos permite reducir la necesidad de antibióticos. En salud humana funciona igual. Si cuidas la microbiota, puedes llegar a prescindir del consumo de antibióticos. La microbiota son dos kilos de bacterias en el cuerpo que tienen su función clave como defensa ante posibles infecciones, pero si no los alimentamos bien, estas bacterias se desequilibran. La mejora de la salud intestinal es necesaria porque la tripa es el principal órgano de estimulación inmunitaria. La microbiota saludable es la que es capaz de interferir destruyendo la parte negativa de todo aquello que nos pueda llegar y que nos hace excretar si todo funciona bien, y haciendo pasar la parte positiva a la mucosa intestinal y al torrente sanguíneo. El principal daño a nuestra inmunidad es la inflamación de las sustancias que hacen esta criba, porque no se permite a la tripa controlar el paso de toxinas que pueden provocar alguna enfermedad. En cambio, con una integridad digestiva correcta, se consigue el equilibrio bacteriano, que deriva en un estado y aspecto más saludable y, emocionalmente, también afecta positivamente.

¿Cómo la mejoramos la microbiota?

El ser humano es omnívoro. Tener una buena microbiota requiere una dieta variada. Así se evitan inflamaciones intestinales. El estrés también es un gran desequilibrador que puede hacer que se inflame la microbiota. Si controlamos el estrés y le llegan los nutrientes necesarios a nuestra flora intestinal, incluso se observa un estado más optimista, más relajado y se duerme más bien. El equilibrio de estos dos kilos de microbiota es el principal aliado de la esperanza de vida saludable. Para afrontar los nuevos desafíos inmunitarios es importante cuidar mucho la alimentación, para producir una microbiota capaz de responder a las agresiones que sufriremos. En el mundo animal lo hemos estado estudiando desde hace cincuenta años. Con los cerdos, en concreto, por un tema de calidad seminal y selección de los mejores machos para inseminar las hembras, hemos conseguido evitar el contagio de enfermedades de machos a hembras, haciendo trasplantes de embriones e inseminación artificial. La mejor sanidad en cerdos la obtenemos de una dieta variada, lo vemos valorando las heces y el contenido de la microbiota. Aparte, los animales libres en un espacio ancho, en una granja sin compartimento individual, interaccionan más bien y presentan mejores heces y mejor rendimiento en calidad de carne, con una carne más saludable. Todo esto se está extrapolando a la investigación y clínica en salud humana, aconsejando dietas variadas, ejercicio físico, relaciones sociales…

¿Se estudia también en cerdos como evitar la obesidad?

Sí, porque es un problema cada vez más presente en humanos. Hay más muertos de gente obesa que de gente que sufre hambre. Y las personas obesas son las que requieren más gasto sanitario por todas las comorbididades que comporta la obesidad. Un exceso de peso comporta que no respondan los órganos de la manera correcta. Tendríamos que morir siempre por envejecimiento celular, de muerte natural, este es el objetivo marcado como futuro ideal. Se sabe que la gente obesa tiene menos años de vida, no puede llegar a morir de manera natural porque su cuerpo tiene un sobrecoste, digiere grasas nutrientes que no lo favorecen, el hígado se hace graso, fallan los riñones y todo esto demanda la intervención médica para compensar.

¿Implantar la ciencia en toda la cadena de producción para mejorar procesos y medio ambiente contempla también todo lo que se deriva de la acción productiva, como por ejemplo los purines?

Lo contempla todo, porque el objetivo final es llegar a consolidar una verdadera economía circular. La investigación científica nos tiene que ayudar a transformar cada problema en una solución que revierta en positivo a la sociedad. Lo estamos trabajando ya con temas como los purines. Coordinados con expertos en medio ambiente, tenemos varios proyectos que se engloban dentro del concepto de economía circular para hacer de los purines abonos y posibles fuentes de energía, como el biogás u otras energías para vehículos. Este punto es muy importante por nuestra filosofía de compromiso con la sociedad. Después, a nivel particular, cada empresa tendría que pensar soluciones y mejoras que aporten su retorno a su entorno inmediato. Nosotros, por ejemplo, hace 10 años instalamos placas solares para la producción propia de energía pensante también que, en caso de necesidad, ante una crisis global, podría alcanzar con luz hasta doscientas casas particulares.

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