La comunicación entre las células del sistema nervioso -neuronas- y la médula espinal necesita de la mielina para darse correctamente. La mielina es la capa protectora de las fibras nerviosas que permite el tráfico idóneo de la información entre neuronas, pero en enfermedades neuroinmunológicas como la esclerosis múltiple, el sistema inmunitario daña la mielina y, de este modo, causa problemas de comunicación entre el cerebro y el resto del organismo.

Según datos de la Asociación Española de Esclerosis Múltiple (AEDEM-COCEMFE), esta es “una de las enfermedades más comunes del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). Se calcula que en España hay 47.000 personas con esclerosis múltiple, 600.000 en Europa y más de 2.000.000 en el mundo”.

A pesar de que los síntomas más comunes se relacionan con problemas de movilidad o de equilibrio, la enfermedad incluye otros síntomas como por ejemplo fatiga, hormigueo en las extremidades, dificultades en la visión y alteraciones neurológicas, entre otras. Desde el momento en que se empiezan a detectar los primeros de estos síntomas -tal como explican especialistas en la enfermedad-, la progresión de la enfermedad puede ser muy diversa en función de cada paciente, pero hasta ahora se conoce muy poco sobre estas diferencias, por lo cual la investigación es esencial para avanzarse a los síntomas graves y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Detección y diagnóstico precoz para poder iniciar un tratamiento el más bien posible son claves para reducir o evitar un peor pronóstico de la enfermedad, tal como ha evidenciado ahora una investigación.

Un equipo de investigadores del Hospital Universitario del Vall de Hebrón, junto con el Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (Cemcat) han publicado los resultados de un estudio que muestra por primera vez que los pacientes que inician el tratamiento menos de seis meses después de tener los primeros síntomas de la enfermedad tienen una progresión más lenta y una menor discapacitado que cuando se empieza la terapia más de 16 meses después.

Seguimiento en 580 pacientes

La investigación se hizo sobre 580 personas de entre 16 y 50 años que habían tenido un primer episodio de síntomas relacionados con la esclerosis múltiple y habían sido atendidas en el Cemcat entre 1994 y 2021. Todas ellas tomaban algún fármaco para controlar el proceso inflamatorio característico de la enfermedad, pero lo habían empezado a recibir en momentos diferentes: 194 habían empezado a tomarlo menos de seis meses después del primer episodio, 192 pacientes lo habían hecho entre seis y 16 meses después de la aparición de los síntomas, y 194, más de 16 meses después.

Los investigadores hicieron seguimiento de la discapacidad de los pacientes y de aquello que iban mostrando imágenes de resonancia magnética durante una media de 11 años. Se vio que las personas que habían recibido el tratamiento en los primeros seis meses después de la aparición de los síntomas iniciales tenían la mitad de riesgo de tener discapacidad avanzada respecto a las que lo habían empezado más de 16 meses después. Por ejemplo, tenían más movilidad y fuerza a las extremidades, menos alteraciones del sueño, menos fatiga y ansiedad, y una mejor función cognitiva.

También se hizo evidente que en las personas con terapia precoz la enfermedad se mantenía estable durante más tiempo respecto a las que lo habían recibido 16 meses después. Además, los pacientes con tratamiento temprano tenían un 60% menos de riesgo de evolucionar hacia esclerosis múltiple secundaria progresiva, en que los síntomas empeoran de forma constante, y no solo cuando hay brotes. Concretamente, se vio que solo un 7% de los pacientes en los cuales se inició la terapia precozmente progresaron hacia esclerosis múltiple secundaria progresiva. En cambio, entre los que empezaron el tratamiento pasados 16 meses desde la aparición de los primeros síntomas, un 23% progresan hacia esclerosis múltiple secundaria progresiva.

El investigador principal del grupo de Neuroinmunología Clínica del VHIR (Vall de Hebrón Instituto de Investigación) y neurólogo del Cemcat, el Dr. Álvaro Cobo-Calvo explica que los resultados de este estudio “son los primeros en mostrar que, cuando se empiezan a mostrar síntomas, cuanto antes iniciamos el tratamiento, mejor, incluso antes del diagnóstico definitivo de esclerosis múltiple”. El especialista del Cemcat añade que “de este modo, la progresión será más lenta y disminuirá la discapacidad que los pacientes sufren años después y que, por eso, es esencial también promover la detección temprana de la esclerosis múltiple”.

El trabajo liderado por el Vall de Hebrón Instituto de Investigación y el Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña destaca que, incluso cuando un paciente tiene desde el inicio lesiones importantes al sistema nervioso, a menudo acompañadas de síntomas graves, un tratamiento precoz es capaz de frenar la evolución de la esclerosis múltiple.

Los investigadores arrecian la importancia de las imágenes de resonancia magnética como herramienta esencial en la práctica clínica para ayudar a tomar decisiones para iniciar el tratamiento más bien y evaluar posteriormente la respuesta a las terapias.

“Las imágenes radiológicas nos indican que, incluso cuando un paciente tiene desde el inicio lesiones importantes al sistema nervioso, a menudo acompañadas de síntomas graves, un tratamiento precoz es capaz de frenar la progresión de la enfermedad”, concluye el Dr. Xavier Montalban, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Vall de Hebrón, jefe del grupo de investigación en Neuroinmunología Clínica del VHIR y director del Cemcat.

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