Habría muchas formas de empezar este artículo de urgencia. Una sería situarnos media hora antes de la noticia bomba. La magistrada del juzgado contencioso administrativo número 5 de Barcelona ha estimado un recurso interpuesto por Barcelona Oberta. El dictamen obliga, a la espera de una previsible apelación, a devolver la súper illa del Eixample a su estado previo porque su aprobación, rubricada en lo comisión de gobierno municipal del 26 de mayo de 2022, se hizo por vía ordinaria, cuando, al cambiar la función de Consell de Cent, debía haberse efectuado mediante una Modificación del Plan General Metropolitano de 1976.

Eso último, el PGM, es un conflicto eterno en la Ciudad Condal. Como quién escribe se ha metido de lleno en mil luchas, también ha visto cómo el Ayuntamiento anterior se llenaba la boca con el uso de la carta modificadora si le apetecía, no así en otros lugares, donde la excusa era la imposibilidad de aplicarlo.

Media hora antes de la sentencia, Janet Sanz, concejal en su cuarto mandato y ostentadora de una las vicepresidencias de la Diputació, lanzaba uno de sus mensajes “Amélie” en redes por la primera cosecha del gran legado urbanístico de los consistorios capitaneados por los Comuns entre 2015 y 2023. Si nos ceñimos a lo jurídico, aunque doctores tiene la iglesia para profundizar en la materia, el error huele a soberbia de los gobernantes, quienes por lo demás, como hemos mencionado, no tenían muchos problemas en emplear el MPGM. Un ejemplo reciente y muy ilustrativo, de 2022, es el segundo en la zona del 22@. Este sector primero se centró en la renovación de sus áreas industriales, adaptándolas a la economía de nuestro siglo. El segundo apuesta por convertirlo, quizá tras comprobar sus carencias, en más inclusivo y sostenible para sus habitantes.

Súper illa de Consell de Cent a la altura de Balmes. | Jordi Corominas

La súper illa de Consell de Cent, así como sus engarces aledaños como la calle Girona, es la única que el autor de esta columna no criticó, pues si algo está gentrificado no daña tanto en este sentido como en los barrios, donde por ahora no se halló una solución para impedirlo.

Nuestra época es un infierno de inmediatez. En La crisis de la autoridad (Arpa), la magistrada Natalia Velilla habla de cómo la vieja autorictas se menoscaba con placer infantil, hasta comportar un auge de la celebritas. La mayoría toma en cuenta antes las opiniones de personajes populares que la de los expertos.

Cruce de la calle Roger de Llúria con Consell lde Cent. | Jordi Coromines

Cuando ha estallado el dictamen, las redes, que representan un porcentaje ínfimo de la población, han hecho sonar las trompetas del apocalipsis o han entonado el habitual -parecía olvidado- “la culpa es de Colau”, a quién, con su equipo, sí podríamos acusar de negligencia a la hora de legislar como es debido, y no pasa nada por decirlo. El lenguaje judicial es preciso y aquí, con esmero, añade la ausencia de alternativas a lo ejecutado cuando se tiró hacia adelante el proyecto, ambicionado desde la primera legislatura de los morados.

La tesitura, en mi humilde opinión, estriba en una lucha repetida con martilleo en estas páginas: la del Modelo de ciudad. Barcelona se refundó en 1992, y los herederos de Maragall apostaron por pervertir su testamento urbano hasta abrazar lo neoconservador, algo paroxístico durante los años del Alcalde Trias, entre 2011 y 2015. Los Comuns no son defensores de BCN, pero jamás han escuchado a Barcelona. Querían, lo comentamos no hace tanto con el tema de la García Márquez, sus trozos de eterna memoria, y plantar la pica en el Eixample fue atrevido, de eso no nos cabe ninguna duda.

Los vecinos apoyaron el plan. La formación no ganó en la cuadrícula de Cerdà, aunque aumentó su porcentaje hasta el 25%, nada extraño porque el caladero de sus votos pertenece a los radical chic, quienes prefieren postales a certezas. Si estas son en el centro es una fiesta. Si son en la periferia, da igual. Eso también es comunicación política. Es un poco como los crímenes, que si ocurren en los márgenes sólo relucen si denigran o transmiten una moralina.

Súper illa de Consell de Cent a la altura de Balmes. | Jordi Corominas

Barcelona Oberta, la denunciante, se define como unión de ejes comerciales y turísticos de la capital catalana. Eso es pura BCN, es decir, estar a favor de ampliar el aeropuerto cuando no cabe más gente, como hasta han afirmado altas instancias empresariales, y privilegiar el vehículo privado cuando el cambio climático es una pesadilla que todos padecemos en la actualidad.

BCN quiere una ciudad para los demás, no para sus habitantes. Los Comuns, no me importa repetirlo, tampoco son exactamente los mayores acólitos de Barcelona. Quizá podrían serlo más, para eso pueden servir las expiaciones electorales, desde la oposición.

Barcelona Oberta tiene entre sus miembros las siguientes empresas y colectivos: El Corte Inglés, Diagonal Mar, Diagonal Boulevard, Associació Front Marítim Barceloneta, Barna Centre, Eix Sagrada Família, L’Illa, Amics de la Rambla, Westfield Glòries, Born Comerç, Porxos del Port o Pelai Centre i Rodàlies. Ninguna de ellas desarrolla su actividad comercial en Consell de Cent. Como escribo de urgencia, lanzo la hipótesis de una ira desbocada por cómo el Ayuntamiento apenas escuchó sus demandas, pero la cosa no va de eso. Grandes empresas quieren imponer su Modelo de ciudad como gran autopista de consumo y no deben leer mucho de urbanismo.

El nuevo eje de Consell de Cent da prioridad a peatones y bicicletas. | Jordi Corominas

Estos últimos meses en Roma hay un intenso debate sobre el tranvía. Los contrarios no se cansan de proclamar su perjuicio para el comercio, una mentira como un piano. Se ha demostrado cómo este tipo de transporte, por ser menos lesivo a nivel de polución, lo favorece, y lo mismo sucede con las vías pacificadas.

Los denunciantes, asimismo, desde la ridiculez, podrían erigirse en sacrosantos defensores de la cuadrícula de Cerdà, porque, como es comprensible, Consell de Cent, se hizo para el tráfico cuando este no existía. El ingeniero, uno de los catalanes más maltratados porque era demasiado genial y esto no se consiente en nuestra mentalidad provinciana, tendió vías anchas, y hasta dejó escrita la posibilidad de locomotoras individuales, de acuerdo. Sin embargo, las ciudades se transforman, tanto que el francés Julien Gracq, adaptando a Baudelaire, dijo aquello que el corazón de la ciudad late más deprisa que el de un mortal.

Los cambios de estos años no son en absoluto negativos. Sólo se han realizado con una precipitación espectacular, casi como si quisieran batir el récord de los cien metros lisos y nadie al mando contemplara los detalles de los proyectos, su incidencia más allá de los lugares donde se plasman.

Calle Girona. | Jordi Corominas

En este litigio nadie se preocupa por Barcelona, sólo por sus intereses desde el escaparate. En agosto, Janet Sanz puso otro de sus tuits sensacionales, esta vez contándonos cómo la temperatura del suelo de Consell de Cent es dieciocho grados menor a la del carrer Aragón, normal si se atiende que esta última es la Gran Vía porciolista. En ese instante su pensamiento me resultó una entrega más del habitual populismo triunfal. Hoy podemos leerlo desde el escalofrío de pensar en un retorno al pasado.

Las medidas sostenibles, medio ambientales o cómo queramos bautizarlas, con tanto uso grotesco las han desfigurado, no son de izquierdas ni de derechas porque se centran en el bien común. España ocupa el podio de la vergüenza por el desmantele efectuado por VOX y el PP de carriles bicis y otras infraestructuras.

Si la súper illa de Consell de Cent desapareciera asistiríamos a un sinfín de debacles. Costó 52 millones de euros, y no quiero ni siquiera imaginar el gasto presupuestario de hacer con ella tabula rasa, a lo que sumaríamos la opción de practicar lo mismo en otros ejes verdes, como el de Pi i Margall, frontera entre el centro y la periferia.

Aquí quién tiene la última palabra es Collboni, quién no ve con buenos ojos el anexo peatonal de urbanismo estratégico de Pelai, porque prefiere dedicarlo a la carga y descarga.

El nuevo eje de Consell de Cent, muy peatonal. | Jordi Corominas

En esta situación, su rol me recuerda mucho a lo anunciado por Pi i Margall cuando fue presidente de la República en 1873: una cosa es anhelar reformas cuando no mandas. Otra bien distinta verificar lo utópico de realizarlas una vez asciendes a la cúspide. ¿Recurrirá? ¿Se acelerará la composición de un consistorio de izquierdas con ERC y Comuns?

Si el alcalde estuviera en el banco de los opositores quizá estaría de acuerdo con todo este percal de impresión. Ahora tiene la oportunidad de mostrarse como un mandatario con arrestos para ir más allá del corto plazo y sopesar los beneficios del legado de sus antecesores, que también es el suyo, pues al fin y al cabo fue primer teniente de alcalde hasta poco antes de las elecciones de mayo.

Termino. He escrito y meditado a la velocidad de la luz. Pido disculpas si me dejo algo en el tintero. Barcelona se juega un Modelo. El de 1992 caducó hace tiempo, y es un muerto al que no saben cómo enderezar el sepulcro. Ante este envite, Barcelona Oberta amenaza con ir a por la vía Laietana, sólo nos queda confiar en una caída del caballo de todos los concejales hacía la asunción de una virtud política poco amada en el presente: amplitud de miras.

 

Ps: Mientras termino el artículo, hemos sabido que el Ayuntamiento presenta recurso. Sirva el artículo como una reflexión dentro y más allá de esta situación tan desagradable.

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