Los orígenes del barrio de la Jota se deben a dos señoras de alta alcurnia. Solemos mencionar a esta pareja por afán de verdad desde una cierta poesía, pues, en realidad, quien cedió más terrenos para urbanizar fue María Ángeles Puig España, viuda de Caralt.

Ello no implica postergar en absoluto a la Marquesa de Castellbell, quien también merecerá párrafos y párrafos en esta serie. Sin embargo, Puig España tiene la llave del kilómetro cero, y nos abre la puerta para muchas historias de la burguesía en los márgenes.

Detalle del cuadro “Les senyoretes N.N.”, de Ramon Casas. La chica que mira de más cerca es María Ángeles Puig España, prima del pintor.

Todo el proceso de transformación de estas hectáreas rurales de Sant Andreu del Palomar se precipitó por el maná de las Agregaciones del 20 de abril de 1897. Barcelona copó el todo y debía seguirse una lógica en su expansión, aquí al menos no tan despiadada, manteniéndose, pese a la pertenencia nominal a Nou Barris, ciertas esencias de esos años.

Otra característica en común de las dos damas, esclarecedora para nuestros intereses, es su escasa vinculación sentimental con sus fincas de las afueras. María Ángeles fue desde 1900 la propietaria del Mas Sentmenat o Garrigó. Situado en la cuadrícula de Emili Roca, Santapau, Escòcia y Jota, fue el feudo de los Sentmenat, asimismo barones de Santapau, hasta 1827, cuando lo traspasaron a otra saga, cuyo último exponente fue Marcelino Viladerbó, más centrado en sus quehaceres en Lliçà de Vall, pueblo del que llegó a ser alcalde.

Imagen de la masía de Can Garrigó a principios de siglo XX.

En 1896, justo antes de vender la masía, se comprometió a la urbanización de sus parcelas, algo corroborado en 1901 por María Ángeles Puig España. Nacida en 1868, su genealogía es tan fundamental como apasionante. Era la heredera de Isidre Puig, gerente e impulsor de la fábrica textil de San Benet, afortunada en esa época, tanto que quizá el matrimonio de nuestra protagonista con Delmir de Caralt i Sala pudo verse como una joint venture, pues el padre del novio desarrolló la industria del cáñamo en su ingenio de l’Hospitalet de Llobregat, Caralt Pérez en el registro.

A todos estos altos vuelos se unió el parentesco de María Ángeles con sus primos, los Casas Carbó, desde 1907 dueños de las naves de Sant Benet. Este clan, algunos lo habrán intuido, nos remite al pintor Ramón Casas, si bien aquí la estrella será su madre, compradora en 1902 de un buen pedazo entre la riera d’Horta, Pardo (B en los planos), Antoni Costa (C) y Escòcia (I).

Mapa del proyecto de urbanización del futuro barrio de la Jota, 1901. 1- Can Garrigó 2.- Passeig de Fabra i Puig 3- Carrer de la Jota 4.- Carrer Escòcia 5- Riera d’Horta En Rojo, el límite entre los terrenos de María Ángeles Puig España y la Marquesa de Castellbell, en marrón la Meridiana.

La leyenda del desmantele de Can Carrigó a veces remarca cómo el proceso de venta se aceleró una vez Puig España enviudó. Esto ocurrió a finales de mayo de 1903 en una de sus segundas residencias, la Torre del Barco de Vallvidrera, donde falleció Delmir de Caralt i Sala, hijo frágil y padre de un cineasta.

La muerte del marido no causó ningún desbarajuste. Era joven, piadosa -como muestran sus donativos- y estaba muy bien instalada en su bajo en el número 45 de Passeig de Gràcia, avenida donde también vivían sus primos, en ese instante aún sin la Pedrera en la esquina.

María Ángeles abordó la urbanización a paso de tortuga. A mediados de los años cuarenta, poco antes de su óbito en octubre de 1947, la Gaceta Municipal la conminaba a hacer uso de unos solares en el 88-90 de la calle de la Jota. La prisa no era su favorita. Lo mismo podría decirse de los Casas con su manzana en Sant Andreu, a nada de la Meridiana, pues las propiedades de Puig España comprendían de la carretera de Granollers hasta la aún innominada calle d’Emili Roca.

Torre del Barco, a Vallvidrera, on va morir l'any 1903 Delmir de Caralt i Sala.
Torre del Barco en Vallvidrera, donde murió en 1903 Delmir de Caralt i Sala.

Aún hoy en día, las posesiones periféricas de los Casas asoman un poco de desierto, y así ha sido durante el último siglo, salvo con la excepción del carrer de Pardo y el passatge de Santa Eulàlia, desde 2016 sin temer por la piqueta en su porvenir.

En el ingreso de esta travesía puede leerse una placa donde los vecinos agradecen a los hijos de Elisa Casas- Ramón, Montserrat y Elisa- la construcción de unas casas unifamiliares.

El homenaje no es exacto del todo. Aquí hay mucho sosiego, algo de incertidumbre y poca consulta de los documentos. Estos, como es comprensible, nos desvelan la filiación del artífice del pasaje con los Casas, pero esto lo narraremos en otro momento.

Placa en recuerdo de los hermanos Casas en el passatge de Santa Eulàlia. | Jordi Corominas

En este, la imaginación se mueve hacia los inicios del novecientos en Passeig de Gràcia, la avenida de avenidas para Alfonso XIII. El mito de Ramon Casas dice que vivir en el Eixample era magnífico porque estaba lejos de todo. Es un apunte diáfano de una mentalidad de clase. María Ángeles Puig España, retratada de joven por el excelso pintor, era de la misma cuerda. Un hermano de su difunto marido, de profesión ingeniero industrial, llegó a ser ministro de Hacienda durante unas semanas de 1918, siempre en las filas del partido Liberal.

La vida de la viuda no miraba mucho a Sant Andreu. Exhaló su último suspiro en Sarrià. Ese octubre de 1947 aún había actividad en Can Carrigó gracias a los Campmany, quienes gestionaban todo ese caudal con corrales, una excepcional bodega y campos, muchos campos para aprovisionar de verdura las cercanías, bien regadas con su vino hasta 1961, cuando la magia cesó durante la segunda gran fase urbanizadora del entorno, perfecta en sentido vial porque el derribo de la masía conllevó la total apertura de Escòcia.

La primera etapa arrancó con solvencia, prueba de cómo María Ángeles estaba a otra cosa, más bien durante la primera mitad de los años veinte, con un espaldarazo capital mediante las políticas de vivienda de la dictadura de Primo de Rivera, muy amigo de la marquesa de Castellbell.

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